Por Sergio Cedeño Amador

En el cantón El Carmen, de la provincia de Manabí, Diego Cedeño, zamorano graduado en el 2005 se dedica en su finca La Esperanza al cultivo del cacao, pero principalmente a la crianza de gallinas criollas de la variedad guaricas, siguiendo la tradición montuvia de su abuelo y de su padre y ha formado su mediana empresa llamada Pasto Aves, la cual se dedica a vender gallinas y gallos reproductores, huevos fértiles e infértiles, gallinas para el consumo, gallinas con pollitos de un día, pollitos de crianza y además, lo principal, a dar cursos de capacitación en la crianza de estas aves, construcción de gallineros y nidos con hojas de plátano y carbón molido, detección de huevos fértiles, nutrición adecuada, entre otros.

Las gallinas guaricas o de ‘cuello pelado’ no son una raza particular sino una variedad de gallinas que sufrió una mutación en Rumania hace cientos de años y se mantiene con el cuello desprovisto de plumas, así como muy pocas plumas en el resto del cuerpo, lo que les da agilidad y resistencia a las altas temperaturas.

Publicidad

Diego Cedeño mantiene un promedio de diez gallinas por gallo que son criados en libertad en el campo con una alimentación a base de semillas de pastos, lombrices, insectos, hierbas como orégano, tomillo, frutas, caracoles, lagartijas, ranas, entre otros.

Las gallinas criollas son de una gran variedad de colores al igual que sus huevos que pueden ser celestes, verdes, rosados o cremas, y ponen un promedio de 200 huevos por año de gran sabor, color y valor nutritivo ya que son altos en vitaminas A, B, K y D, gracias a la exposición solar que tienen las gallinas, además de proteínas y grasas.

Las gallinas inician la postura a los cinco meses y para la reproducción ponen unos 10 huevos y luego la gallina se pone ‘clueca’, es decir, se pone agresiva, eriza su plumaje, suspende la postura y se dedica a empollar sus huevos por 21 días casi sin moverse de su nido, dándole vuelta a los huevos diariamente para que se empollen ‘parejo’. Luego la gallina cuida sus polluelos por dos meses e inicia posteriormente otro ciclo de reproducción.

Publicidad

Las gallinas viven hasta ocho años y no necesitan gallo para poner huevos, ya que ponen casi un huevo diario por aproximadamente dos años y luego comienza a decaer la producción. Esos huevos sin gallo son infértiles, mientras que los huevos fértiles son los que en el campo montuvio llamamos ‘huevos de matrimonio’ y se utilizan para empollar aunque también se pueden comer en los primeros siete días de postura.

Las gallinas anidan en sitios especiales, pero algunas ponen y empollan en el campo y regresan con sus pollitos luego de los 21 días de incubación.

Publicidad

Ellas duermen en los árboles o en corrales y el gallo no se va a dormir hasta que su última gallina esté en su lugar y en invierno resisten sin quejarse por los aguaceros.

Se venden a los 5-7 meses de edad, los gallos pesan de 8-9 libras y las gallinas de 5 a 7 libras. Su carne compacta da un sabor único por su composición ósea y grasa que no se encuentra en gallinas industriales, por eso los montuvios que llevan su comida al campo llamada tonga piden solo de “gallina criolla” y reconocen cuando no es, y el famoso “caldo de gallina” especial para las mujeres que han dado a luz y que se da durante 40 días debe ser solo de ‘gallina criolla’ ¡y si es guarica, mejor!

Diego nos cuenta que desparasita a sus aves con la yerba paico y semillas de papaya, pero que no las vacuna contra las llamadas “pestes”, ya que deben adquirir resistencia natural para las futuras generaciones.

El gallo es un caballero y enamora a la gallina haciendo un baile alrededor de ella y le escarba en el suelo para que ella pueda disfrutar de un ‘banquete de lombrices’…

Publicidad

Nada mejor en el campo que en el canto de un gallo guarico en el amanecer.

Felicitaciones Diego por tu arduo trabajo como zamorano de bien y por no dejar perder las tradiciones montuvias.

Los que deseen asesoramiento o reproductores pueden llamar o escribir al celular 099-144-8357.