Mark Rober, un ingeniero que trabajó en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE. UU. (NASA), quería lanzar un huevo de forma segura desde el punto más alto posible, debido a que los edificios eran cada vez más altos. Para ello, decidió lanzar un huevo desde el espacio y documentó todo en video.

El plan era sujetar un huevo frente a un cohete y luego unir este aparato a un globo meteorológico que iría al espacio. Una vez allí, el globo meteorológico soltaría el cohete que aceleraría hacia la Tierra rompiendo la velocidad del sonido.

Además, las cuatro aletas en la parte posterior del cohete lo moverían en el lugar correcto para aterrizar sobre un colchón en la Tierra.

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Para la experiencia, Rober y sus amigos ingenieros dividieron el problema en pasos más pequeños. Empezaron por calcular la velocidad terminal de un huevo. Esto fue 75 mph.

Luego, el equipo realizó una serie de pruebas para ver si el huevo se rompería al golpear un colchón a esa velocidad. Descubrieron que un colchón protegería un huevo incluso si viaja más rápido que su velocidad terminal.

El huevo fue protegido por algunos elementos calefactores para evitar que se congelara en el espacio. Esos elementos fueron diseñados para caer antes de que el huevo aterrizara en la Tierra.

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Al final, el plan del colchón resultó insostenible y, en cambio, Rober construyó un dispositivo con un paracaídas que podría aterrizar el huevo de manera segura en la Tierra.

Cuando llegó el momento de comprobar si su plan había funcionado el suspenso era palpable. Sin embargo, resultó exitoso y el huevo en el intrincado dispositivo estaba sano y salvo.

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El ingeniero, que subió los resultados en YouTube, indicó que este experimento resultó ser el más agotador “física, financiera y mentalmente” de su vida. (E)