Por Sergio Cedeño Amador *

El Morro es hoy un pueblo fantasma ubicado en la zona desértica a 80 km de Guayaquil y cercana al mar con unos 5.000 habitantes.

Según mi amigo, el historiador José Villón Torres, este pueblo con pozos de agua dulce, una enorme y famosa albarrada o laguna y extensos pastizales fue fundado en 1654 por 70 indios chanduyes dedicados a la ganadería y que huían de su pueblo Chanduy debido a la sequía permanente que afectaba esa zona.

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El Morro. Foto: Ana Martínez (cortesía).

En 1737, los indios piden a “vuesamerced” el rey Felipe V que les conceda la propiedad de esas tierras, lo que consiguen pagándole al monarca 500 pesos de oro, e inician el mismo año la construcción de su famosa y bellísima iglesia de madera y techo de tejas, dedicada a San Jacinto de Cracovia, y uno de los últimos vestigios coloniales de la Costa del Ecuador, la cual es hoy patrimonio cultural y turístico.

Desde niño, cuando pasábamos vacaciones familiares en el solitario balneario de Data de Posorja, muy cercano a El Morro, visitábamos este bucólico y polvoriento pueblo con casas viejísimas de caña guadúa y techos de teja, donde eran famosas las fiestas de su patrono San Jacinto, el 15 de agosto, en las que se quemaban “castillos y vacas locas” con juegos pirotécnicos, sonaban las campanas de la iglesia “a todo dar” y se vendía el “pan caliente” de la panadería Consuegra, la única del pueblo.

Iglesia de San Jacinto. El Morro. Foto. cortesía.

Pero lo que más me llamaba la atención era ver las innumerables y dóciles “vacas criollas puras” originarias de España y aún sin cruces de ganado cebuíno; vacas lecheras que ya se extinguieron y que hicieron famosa a la “mantequilla morreña”, que a veces se regalaba a los visitantes importantes en una ”bacinilla” que decían era nueva y bien lavada… pero que luego se podía usar para el menester conocido, ya que a “caballo regalado no se le mira el diente”.

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Nunca olvido tampoco los famosos y abundantes árboles de guasango (Loxopterigium huasango), nativos de esa zona, que la cultura popular relataba que ni las culebras se le acercaban y que el hombre que se subía a este árbol se quedaba “enrronchado” por varios días, pero que su lado bueno era que, si una dama no aceptaba al pretendiente, este la llevaba debajo del guasango, le decía un verso ¡y ella lo aceptaba rapidito!

Gastronomía en El Morro. Lisas asadas con verde. Foto: cortesía. Foto: El Universo

Famoso fue a inicios del siglo XX y hasta hoy el “pueta morreño” Santos Cacao, descendiente de uno de los indios fundadores del pueblo, Agustín Cacao, el mismo que deambulaba por todos los pueblos de la orilla del mar en la provincia del Guayas, lanzando sus coplas y versos y al que me hubiera gustado acompañar en sus recorridos…

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Dicen que don Cacao era “persistente y ávido en asuntos de faldas”, por eso los cholos viejos siempre repiten junto al mar su copla favorita:

Cuando veo una morena

me le voy de medio lao

como er gavilán ar pollo

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como la garza ar pescao. (I)

* Miembro de la Academia Nacional de Historia y orgulloso montuvio.