Es visible desde cualquier punto que usted se pare en la cosmopolita Bogotá. Esta ciudad, con alrededor de 8 millones de habitantes en la parte urbana y cerca de 10 millones en el área metropolitana, cuenta en el cerro de Monserrate con una de las mejores vistas aéreas de Colombia.

Juan José García, uno de los comerciantes que están ubicados en la cúspide del cerro, comenta que los registros de su importancia se remontan a la época prehispánica y a la cosmovisión de los ancestros indígenas, para quienes Monserrate era sagrado.

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Para iniciar el ascenso hasta la cima de Monserrate hay varias tarifas: de lunes a sábado cuesta 27.000 pesos (casi 6 dólares) ida y vuelta, mientras que un solo trayecto 16.000 pesos (3,50 dólares), de esta manera la bajada se realiza a pie por un sendero donde se puede apreciar la variada flora del sector. Los domingos el doble trayecto cuesta 16.000 pesos y uno solo 9.000 pesos (casi 2 dólares).

Fuimos a conocer un poco de Monserrate un martes, al ser un día laboral había bastante presencia de personas. La cola para comprar los tiquetes se demoró cerca de tres minutos; mientras que la fila para subir al teleférico, transporte que nos lleva hasta la cúspide, se tardó alrededor de 10 minutos. Una vez dentro de las cabinas del teleférico, las cuales tienen capacidad para 40 personas, empezó el ascenso al cerro con una duración aproximada de tres minutos y medio.

Centro de Bogotá desde la cima del cerro Monserrate, ubicado al oriente de la ciudad. Foto: John Sánchez Correa

Ya estando arriba, la vista es impresionante, se puede apreciar a Bogotá en su plenitud. La perspectiva de los grandes edificios de la ciudad es alucinante, los turistas aprovechan para tomarse fotos con la panorámica de la capital como fondo.

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El Señor Caído

Pero no todo queda en lo que se puede apreciar hacia abajo, en el cerro hay muchas actividades por hacer. La primera es conocer más sobre el santuario del Señor Caído de Monserrate. García explica que este nombre se da en honor a Nuestra Señora de Monserrate, que se encuentra en un monte cerca de Barcelona, España, ya que su significado es ‘monte en forma de dientes’.

Basílica Santuario del Señor Caído y Nuestra Señora de Monserrate. Foto: John Sánchez Correa

“Con la llegada de los españoles se construyó la primera ermita entre 1640 y 1657, utilizada para la evangelización y la devoción de los santafereños, tanto españoles como indígenas y mestizos. La ermita que dio origen a este lugar de peregrinación fue reemplazada en 1925 por la actual iglesia El Señor Caído, diseñada por el arquitecto Arturo Jaramillo Concha”, relata García.

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En esta iglesia se realizan misas especiales para bendecir agua o estatuillas para los enfermos, ya que alrededor del Señor Caído de Monserrate hay muchas creencias, una de las cuales es la que le atribuye poderes curativos, pero solo a aquellos que se esfuercen; por eso hay peregrinos o personas que suben a sus parientes enfermos por las escaleras, para pedirle curación al Señor Caído.

Souvenirs y gastronomía típica

Arriba hay dos restaurantes gastronómicos que cuentan con terrazas salidas de la montaña, una maravillosa experiencia. En estos comensales se puede pedir comida típica bogotana, también tienen una oferta internacional. En especial, están recomendados el ajiaco bogotano, la aguapanela con queso y la trucha al ajillo, son platos deliciosos. Los platos tienen un costo promedio de veinte dólares e incluyen propina y servicio.

El té de coca es uno de los productos más vendidos. También lo ofrecen preparado con limón y miel. Foto: John Sánchez Correa

Caminando por la parte de atrás de la iglesia se llega a un corredor donde hay muchos “comederos”, palabra con que se define a los restaurantes de un ambiente más popular, tipo mercado. Ahí se consiguen platos típicos como tamal, caldo de costilla, changua, chocolate con pan, fritada y más opciones.

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Atrás de la iglesia se encuentra una feria artesanal, donde se pueden comprar mochilas, hamacas, tallas en madera y muchas imágenes de diferentes estilos del Señor Caído de Monserrate, tienen botellas hechas con la base de patas de cabra, que se utilizan para conservar el aguardiente, además en estos puestos también venden hojas de coca para preparar tés. Los precios varían, desde sencillas manillas de un dólar hasta cuadros hechos a mano sobre lienzo y rostros a pedido tallados en madera a 100 dólares. Eso sí, hay que negociar el precio, por lo regular los vendedores, si notan un acento peculiar, piden mucho más de lo que vale en realidad, aunque esto sucede en todos los lugares turísticos de Latinoamérica.

Se pueden encontrar recuerdos desde $0.50.

Como recomendación, hay que ir con buen abrigo, pues al ser tan alto hace mucho frío, en lo posible en época de lluvia llevar ropa impermeable, casi siempre hay brisa. Aplicarse bloqueador solar de mínimo factor cincuenta e hidratante de labios, porque para quienes no estamos acostumbrados pueden presentarse quemaduras y aparecer llagas.

La imagen de Pablo Escobar sigue vigente en la venta de souvenirs.

Monserrate es un lugar fijo a visitar si tiene pensado viajar a Bogotá. (I)