Tenía 24 años cuando el 6 de agosto de 1945 el oficial de navegación Theodore van Kirk participó en la misión que fue decisiva para forzar la rendición de Japón y poner fin a la II Guerra Mundial. Ese día era parte de la tripulación del bombardero Enola Gay, el B-29 Superfortress, que lanzó la primera bomba atómica (la que llamaron Little Boy) sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, que mató a 140.000 personas.

Desde ese momento su nombre le aseguró un lugar en la historia. Era el último sobreviviente de ese episodio hasta el pasado martes en que falleció a los 93 años por causas naturales en la casa de retiro donde vivía en Stone Mountain, Georgia.

Su sepelio será el próximo martes. En agosto del 2005 concedió una entrevista telefónica a Radio City cuando se cumplían 60 años del lanzamiento. Durante el diálogo señaló no sentirse arrepentido de aquel momento de su vida. A continuación la reproducción de la entrevista.

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A los 19 años decidió ingresar a la Fuerza Aérea. ¿Por qué no a otra rama militar?
Si alguna vez usted ha volado es fácil entender por qué me uní a la Fuerza Aérea. Volar produce una sensación increíble, uno se divierte, y además no se duerme en la tierra todas las noches.

¿Conocía del posible uso de la bomba atómica? ¿Por eso se enlistó en la Fuerza Aérea?
¡No!, nadie sabía sobre la bomba atómica en ese tiempo. En aquel momento, es decir, en 1940, la idea de una bomba atómica era algo casi inexistente.

¿Cuál fue el entrenamiento que recibió la tripulación del avión Enola Gay antes de la misión a Hiroshima?
Antes de Hiroshima yo ya llevaba tres años y medio volando para otras misiones. Y aunque eso no fue exactamente un entrenamiento, conseguí practicar las maniobras y tácticas necesarias para lanzarla.

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Cuando regresé a Estados Unidos para entrenar pilotos, fui llamado a participar en la práctica para el lanzamiento de la bomba atómica en el estado de Utah.

¿Cuáles fueron sus funciones en la misión?
Mi cargo era el de Group Navigator (oficial de navegación). Hubo 15 naves lanzabombas y 15 cruceros lanzacohetes. Entrené a los pilotos para que sean excelentes líderes y para que no pierdan su rumbo a Hiroshima.

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¿Quién soltó la bomba sobre Hiroshima?
No fue una persona en particular. Apuntamos hacia un objetivo específico, y luego se la soltó automáticamente del avión. Nadie aplastó un botón o movió una palanca.

¿Cómo se sintió las horas previas a la misión?
Después de enterarnos de que íbamos a ser parte de la misión a Japón, teníamos en mente un único objetivo: acortar o terminar la guerra. Había 16 millones de personas en el Ejército, y casi ninguno era militar, eran civiles con uniformes. Había más de cien blancos militares en Hiroshima. Y el principal era el Cuartel General de la Fuerza Armada Japonesa, desde donde se lideraban invasiones, se proveían municiones, armas, soldados. Eso queríamos destruir.

Pero también debieron imaginar que el cuartel no iba a ser lo único que destruirían con la Little Boy.
Claro que lo sabíamos, pero así es la guerra. Eso ha pasado desde la Guerra Civil. Desafortunadamente no podían separarse los objetivos militares de los no militares. Lo mismo ocurrió en Pearl Harbor, Tan, Night King, Dresden, Conventry. A los civiles que no participaban en la guerra les tocaba entender que sí iban a estar involucrados.

¿Qué pensaba mientras volaba sobre Hiroshima?, ¿es cierto que no pudo dormir la noche anterior?
No pude dormir bien horas antes de la misión porque se trataba de la primera vez que se iba a lanzar una bomba atómica. Se nos dijo qué esperar, pero nadie estaba seguro de los efectos que tendría, ni siquiera los científicos. Pensaba en si el Enola Gay también estallaría.

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¿Cuál fue su primer pensamiento luego de lanzar la bomba?
Que el lanzamiento fue exitoso, que había funcionado. Que la cantidad de energía y el daño eran muy grandes. Estábamos seguros que la guerra había finalizado porque no veíamos cómo el gobierno japonés iba a continuar ignorando el gran poder aéreo que los estadounidenses teníamos.

¿Y no pensó en la gente? ¿Se sintió culpable?
Si hay que culpar a alguien por las víctimas civiles, es al gobierno japonés. Sin duda alguna.

¿Pensó que era un héroe?
Nunca me sentí como un héroe. Solo como alguien que tenía que hacer un trabajo, y lo hizo.

¿Cree que fue la decisión correcta?
Fue la mejor decisión. Cuando se está en guerra no existe una manera correcta de matar al enemigo. Fue la mejor decisión disponible, que mató a muchas menos personas al usar un método alternativo. Probablemente usted no se da cuenta de que los ataques aéreos más fuertes provinieron de las bombas B29 que lanzaron los aviones japoneses después de Nagasaki. Mil aviones B29 sobrevolaban Japón. ¿Se imagina el daño que causaban? La devastación y las muertes eran casi iguales a las provocadas en Hiroshima y Nagasaki. Y eso hubiese continuado. Ni un ratón hubiese podido moverse sin ser bombardeado.

¿Alguna vez se arrepintió?
No me arrepiento de nada. Lanzar la bomba era lo apropiado para terminar con la guerra y poder regresar a nuestros hogares.

¿Qué siente al ver las imágenes de las víctimas y de los daños en tres generaciones de japoneses?
He visto imágenes similares de cuerpos muertos y carbonizados. En la ciudad de Pearl Harbor, después de que los japoneses la bombardearon, vi imágenes similares cuando estadounidenses fueron prisioneros en la Bataan Death March. Vi imágenes muy parecidas cuando violaron a mujeres en Nanking, cuando los japoneses peleaban contra los chinos. Las imágenes que se conocen no son estrictamente de la bomba atómica. Por cierto, hay imágenes parecidas en la guerra que ahora ocurre en Iraq. Así que si usted no desea ver imágenes de este tipo, y no quiere que la gente sufra, entonces no debería empezar ningún tipo de guerra; se trate o no de una guerra atómica.

¿Cómo cambió su vida después de Hiroshima?
En nada. Permanecí en el servicio militar durante un tiempo. Al salir, ingresé a la universidad y me gradué de ingeniero químico. Luego trabajé en la empresa Dupont durante 36 años. Me retiré y mi vida no cambió para nada. He tenido una muy, pero muy buena vida.