Unos 2.800 socorristas iban a intervenir este sábado (viernes en Ecuador) en Hiroshima con la esperanza cada vez más lejana de encontrar los más de 40 desaparecidos por los aluviones de lodo que han causado otros tantos muertos en esa ciudad del suroeste de Japón.

Más de tres días después de varias decenas de terribles deslizamientos de tierras simultáneos la noche del martes al miércoles, 43 personas seguían sin aparecer, 42 fallecieron y 67 resultaron heridas, cuatro de gravedad.

La búsqueda, por 2.800 bomberos, policías y soldados, con ayuda de benévolos, avanzaba con lentitud por el mal estado del terreno. Entre barrizales por doquier, el calor agobiante y sobre todo los frecuentes chaparrones obligan a suspender las labores y a veces a evacuar a los equipos de rescate ante el peligro de nuevos desprendimientos.

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Las autoridades temen un desastre en cadena y ordenaron a miles de personas que acudan a los centros de refugio.

El Ayuntamiento pondrá pisos gratuitos a disposición de los habitantes que lo han perdido todo.

Estos deslizamientos de tierras son de las peores catástrofes naturales registradas en Japón desde la tragedia de marzo de 2011 aunque el balance no sea comparable (más de 18.000 muertos por el tsunami del 11 de marzo de 2011).

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Los peligros de desastre de este tipo existen en numerosas provincias de Japón pero la región de Hiroshima es la que, por la naturaleza de sus suelos, se considera la más vulnerable.