Hace once años Valiana Areco descubrió que su vocación era dar vida a títeres y marionetas. Desde pequeña, los títeres formaron parte de su mundo; junto con su hermana les daban voz a sus primeros muñecos. Su Rana René, de la clásica serie Los Muppets, tenía como escenario una caja de cartón, que a través de un agujero y con un público conformado por padres y abuela, contaba historias improvisadas por Valiana Areco, titiritera ecuatoriana, de 36 años.

Esta joven, que estudió animación en la Universidad San Francisco de Quito, descubrió su verdadera vocación en el 2007 cuando realizaba pasantías en el Museo Interactivo de Dinosaurios de Quito. Allí arreglaba y daba movimiento a las réplicas de tamaño real.

Su afán de conocer más sobre cómo fabricar muñecos la llevó a consultar a artistas checos como Jan Svankmajer, Jiri Trnka y el ruso Yuri Nortein.

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Es así como el hogar de Valiana, cubierto de plantas, libros y madera, se convirtió también en la morada de Estulticia, Chernobyl, Eulalia y demás títeres, marionetas y muñecos fabricados con las manos.

En el 2013 tuvo a su cargo la primera marioneta gigante (7 metros de altura). Recuerda que aceptó el reto y construyó al personaje de la muerte en Scrooge, una obra que fue presentada en el Teatro Sánchez Aguilar.

Desde entonces, la sierra, el taladro y demás elementos de carpintería se volvieron parte de su día a día. “Amo los materiales. Me gusta lijar, me gusta cortar, me gusta el olor de la madera, me gustan los metales (...) lo que hago es divertidísimo”, cuenta.

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El proceso creativo empieza en una hoja de papel donde dibuja un prototipo del títere o marioneta. En el teatro esta etapa se la trabaja con el director de la obra, con quien se definen las partes del muñeco a las que se debe dar movimiento y de dónde el actor o titiritero debe agarrarlo. Se toma en cuenta el peso, funcionalidad y tiempo que estará en escena. Luego, construye un esqueleto del muñeco, que posteriormente entrará a ensayos junto con los actores.

En el 2016 estuvo al mando de la fabricación de la ballena de la obra Pinocho; su manipulación en escena requirió de siete personas.

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Cada marioneta llega a ser parte del elenco de actores. Valiana busca que la gente se empatice con cada una. “Es producir esa magia (...), no están vivos, pero tú sientes que están vivos. Verlos sobre las tablas es como ver a sus propios hijos. En escena se me caen las lágrimas”, dice la joven guayaquileña.

Para Valiana significa ser testigo de un trabajo terminado y logrado, que muchas veces sobrepasa las expectativas planteadas en un papel. “Mientras se los va creando las cosas toman su propio rumbo, toman su propia vida”, confiesa la artista, quien también ha elaborado puppets para comerciales, series de televisión y videos musicales.

En la actualidad trabaja para una obra que se presentará en el Teatro Nacional Sucre bajo la dirección de Alejandra Prieto, de la compañía The Winged Cranes. Este nuevo proyecto le ha permitido aprender la técnica japonesa Bunraku, marionetas articuladas que son manipuladas entre tres personas.

Más adelante tiene como meta terminar una animación bajo la técnica de stop motion. Se puede conocer más de su obra en su cuenta @valianasofia, en Instagram. (I)

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La única forma de aprender algo que te gusta es investigando... Todo está en las ganas de hacerlo, de ponerlo en práctica y tratar que salga bien, no a medias”.Valiana Areco, Titiritera