El 11 de noviembre de 1918 entra en vigor el armisticio firmado entre las fuerzas aliadas y Alemania. El cese al fuego en todos los frentes de combate se efectúa a partir de las 11 de la mañana. El saldo de esta conflagración fue de más de 8 millones de muertos y 20 millones de heridos, jamás la humanidad había visto un conflicto tan letal como la Gran Guerra, tanto así que se la consideró como la “guerra que iba a terminar con todas las guerras”, algo que no fue realidad.

¿Qué consecuencias tuvo para el mundo el fin de la guerra? La I Guerra Mundial significó a pesar de la destrucción un verdadero cambio en la estructura del mundo, en la cultura, en la política, en el campo de la tecnología y en la economía. El mapa mundial cambió por completo, naciones e imperios tan poderosos desaparecieron como el Imperio otomano o turco, que se vio arrinconado a su territorio europeo perdiendo sus colonias en Asia, igual el Imperio alemán perdió todo su imperio colonial en África, así como vio reducido su ejército y cercenado también su territorio. El Imperio austriaco se desmembró dando origen a nuevas naciones independientes como Yugoslavia.

En el plano político el impacto fue demoledor, en Rusia estalla la Revolución Bolchevique en 1917, instaurando el primer estado obrero en el mundo, haciendo que el comunismo se convirtiera en una amenaza que podía regarse como aceite en toda Europa, lo que llenó de pánico a las élites. Fue la época de la llamada revolución permanente encarnada en la III Internacional Comunista, cuyo objetivo era llevar la revolución a nivel mundial.

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El sistema financiero internacional quedó lesionado profundamente y de manera prolongada, pues ingenuamente se llegó a pensar que los hombres de negocios iban a impedir un conflicto a gran escala, pero los financistas fallaron en 1914 y después de la guerra la fe en ellos se derrumbó. Décadas después el mundo se vería plagado de crisis económicas siendo la más desastrosa el Crack de 1929 donde la economía mundial se derrumbó.

Alemania viviría la frustración de la derrota y la humillación en su tejido nacional por las imposiciones de los vencedores. Amenazada por la revolución, una agobiante inflación y una situación de guerra civil, vería nacer a un movimiento nacionalista de extrema derecha que pregonaba el levantamiento del orgullo nacional y volver a convertir al país en una gran potencia, el nazismo dirigido por Adolfo Hitler estaba a la vuelta de la esquina para tomarse el poder frente a la debilidad del sistema democrático. El fantasma del fascismo también se apoderaría de Italia, donde Benito Mussolini se haría con el poder en 1922.

Los vencedores crearían la llamada Sociedad de Naciones, la precursora de la actual ONU, la cual no tendría poder efectivo, pues el país que alentó su creación, EE.UU., decidió no incorporarse a ella, convirtiéndose en un organismo simplemente decorativo. El mundo solo conocería una relativa calma, por eso la frase del mariscal Ferdinand Foch al enterarse de las condiciones de la paz firmada en Versalles en 1919 sonaría profética: “Esto no es una paz. Es un armisticio por 20 años”. En efecto, en 1939 el mundo entraría en una nueva guerra, más letal y brutal. (I)