A las 06:00 Cornelio León salía de su finca en el recinto Las Palmas del cantón Pedro Carbo (Guayas). Por la vía –con sus 40 vacas– busca pasto o residuos de arroz y maíz para medio alimentarlas, esquivando peligros como la culebra matavacas que pone en riesgo su único capital. Así pasaba ocho horas al día.

Esta era su jornada hasta hace un año, ahora su ganado está seguro en corrales, practica el pastoreo racional y tiene pasturas para todo el año y sus vacas producen más leche al pasar de 3 litros a 10 litros.

También ensila alimento y no sufre por agua, tiene suficiente en una cisterna para sus vacas y sus cultivos que la distribuye con un sistema de riego, y le alcanza incluso para los tres últimos meses del año en los que casi no hay lluvias.

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Este cambio se inició hace dos años, recuerda León, desde su ingreso al proyecto Ganadería Climáticamente Inteligente (GCI), un plan piloto ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el que participan 220 productores de 113 fincas de la provincia, 20 de ellas llamadas piloto y las restantes 93 réplicas.

Así lo explica Jean Grunauer, de Planificación y Fortalecimiento de Capacidades, en Guayas, del proyecto de la FAO, quien señaló que el programa arrancó en el 2016 en Imbabura, Morona Santiago, Napo, Loja, Manabí, Santa Elena y Guayas, las provincias, según la FAO, más vulnerables al cambio climático; y a su vez en cada una se identificó los cantones también más vulnerables. En Guayas son Guayaquil, Isidro Ayora, Santa Lucía y Pedro Carbo.

Explica que los proponentes del proyecto fueron los ministerios de Agricultura y Ganadería (MAG); y del Ambiente; y que se basa en la mitigación del cambio climático para reducir las emisiones de los hatos ganaderos; la búsqueda de resiliencia de los productores a través de la adaptación al cambio; y el mejoramiento productivo.

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Otro agricultor, Claudio Macias, del recinto la Providencia, confiesa que no le tenía mucha fe al proyecto cuando ingresó en 2018, pero los resultados son notorios. Dividió su terreno en parcelas para aplicar el pastoreo racional, como hizo León.

“Antes teníamos el ganado en todo el terreno, el pasto nos duraba tres meses, después salíamos a pastorear pagando arriendo”, recuerda Macías, quien asegura que su ganado ganó peso, tienen pasto todo el año y ahorran $300 al mes que les costaba sacar a sus 30 vacas a pastar en otros lados.

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Grunauer asegura que gracias al proyecto las emisiones en los hatos bajaron entre 15 % y 20 % y el mejoramiento de la capacidad adaptativa creció 7 %. Y con BanEcuador se constituyó una línea de crédito verde para buenas prácticas ganaderas con una tasa menor al 10 % y periodos de gracia.

Actualmente el proyecto, que está en su último año, cumple su fase de evaluación y de transferencia de información a los ministerios proponentes para darle sostenibilidad al programa, asegura Grunauer. (I)