El mar, al igual que la superficie terrestre, está en un periodo de descanso debido al confinamiento por el coronavirus. Algunas de sus fuentes de contaminación se frenaron a raya como los barcos turísticos y la concentración de bañistas, pero el impacto de lo que ya se ha botado, de la pesca y de los sistemas de recolección de basura deficientes sigue en las entrañas del oceáno.

Redes, sogas, baterías, objetos inimaginables viajan con las corrientes marinas y una parte va a la profundidad.

Una muestra son los desechos que quedan enredados entre las anclas bajo los barcos pesqueros y turísticos que descansan en la bahía de Puerto López, en la provincia de Manabí.

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El coronavirus paró las jornadas de buceo programadas para la limpieza del fondo marino del colectivo DoMingas de Mares y también incitó el uso de mascarillas, guantes, alcohol y de gel desinfectante.

Son desechos que los buzos voluntarios del movimiento ambiental están seguros que hallarán apenas retomen el buceo.

"Los animales marinos quizás tuvieron un mayor descanso del ser humano que se moviliza a ver ballenas, del turismo en esta época, pero no ha tenido un descanso de la contaminación por desechos ni de la pesca que ha continuado", asegura Cristina Izurieta, directora de la escuela de buceo Mares Ecuador y guía de la actividad que ha realizado ocho jornadas de limpieza del fondo marino desde el 2019.

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Ingenieros, operadores, asalariados, universitarios y extranjeros se sumergieron el 23 de febrero, domingo del último carnaval, en medio de un mar agitado y falta de visibilidad, condición atípica en la tranquila ensenada de Puerto López, dice Cristina. Fue el preludio del aguaje que vendría al día siguiente.

A más de recoger los desechos, también salvan a la fauna marina afectada por la basura. Pulpos adheridos a botellas y que viven en baterías de carros o cangrejos deformados porque crecieron entre hilos usados en la pesca, están entre los hallazgos de DoMingas de Mares.

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Hasta neumáticos se observan en el fondo marino. Foto: Cortesía

La limpieza se hace cerca de la costa. Selena Gómez, de 24 años de edad, es parte de los catorce buzos voluntarios que recolectaron basura aquel 23 de febrero. Avanzó bajo el agua apoyada de los cabos del anclaje. "En el fondo había una capa de arena, no se lograba ver nada", cuenta. En esta área es donde más basura se aglomera, afirma. Fue una búsqueda casi a ciegas con la ayuda del tacto y con el uso de guantes.

Ella colabora con DoMingas de Mares desde el año pasado y ha retirado del fondo marino botas, parlantes. En la última jornada de buceo realizada en la isla de la Plata el 15 de marzo, aunque se preveía una mensual este año, rescató un cangrejo vivo cuyo caparazón tenía forma de corazón, muestra del impacto por crecer apretujado entre los desechos de piolas e hilos usados en la pesca. "Retiramos la soga de su cuerpo y lo regresamos al mar", dice.

Un cangrejo rescatado tras crecer entre sogas usadas en la pesca en la isla de la Plata. Foto: Cortesía

Cristina, en cambio, rememora aquel medio día del 23 de febrero al sumergirse, todo lo inusual encontrado. La portada casi intacta de un periódico nacional con fotos de mujeres en bañador, baterías de tamaños diversos, cables, sogas, gafas, una tablet, un billete de un dólar y hasta un sorbete de metal para beber mate.

Son desperdicios provenientes de todas partes del mundo que viajan kilómetros con las corrientes.

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Además, hay redes de pesca fantasma en las que tortugas y mantarrayas mueren enredadas en zonas de buceo donde es prohibido pescar, asegura. Están marcadas en la superficie con botellas o artículos que flotan y se las ve en los recorridos desde Puerto López hasta la isla de la Plata.

El papel también puede permanecer en el fondo. Foto: Cortesía

Lo más usual son redes para atrapar peces que requieren ser cortadas antes de ser recogidas. "Al ingresar la visibilidad era de menos de un metro (al medio día del 23 de febrero) lo que significaba que no se podía ver bien ni las manos. El movimiento del fondo marino dificultó el retiro de las redes de pesca que están entre la arena y las anclas, enredadas", cuenta Cristina luego del buceo.

Los desechos son evidencia de los malos hábitos en tierra con la basura arrastrada por los ríos hacia el mar o del paso del hombre por las zonas de buceo.

Manuel Lucas, de 28 años de edad, fue guía de uno de los tres barcos usados el 23 de febrero. Con la ayuda de dos voluntarios rescató una mantarraya de 20 centímetros de ancho atrapada en una red y a un pulpo adherido a una botella, a más de la basura que retiraron. "Tuvieron suerte, si no se los rescataba morían".

Mar sin respiro, los desechos se multiplican

"El hombre solo puede bucear recreativamente apenas hasta 4 metros y hay profundidades inalcanzables que no han sido exploradas. La basura tiene un alcance que la humanidad aún desconoce", asegura Cristina.

Una carta enviada esta semana a la Comisión Europea por el movimiento Break Free From Plastic, del que Mingas por el Mar es parte desde el 2019, advierte sobre el efecto de los mensajes de la industria petroquímica que indujeron a que la población perciba que el plástico era el material higiénico ideal frente al COVID-19.

En la misiva se refuta esta idea y se indica que "estudios publicados recientemente muestran que el virus puede persistir en superficies plásticas por hasta cuatro días, el más largo entre todos los materiales probados".

Un mayor cosumo de plástico desechable de un solo uso es otra consecuencia, indica la carta, en la que se invita a cambiar los mecanismos de producción y transporte de productos por todo el globo para hacer un planeta más resiliente con el consumo de artículos reutilizables y locales.

Cristina Izurieta muestra una bombilla usada para beber mate, uno de los desperdicios recogidos bajo el mar en el cantón Puerto López, en Manabí. Foto: Cortesía

Casi 850 libras de basura retiraron los 14 buzos

Los implementos para bucear son entregados de forma gratuita a los voluntarios en DoMingas de Mares, en la que también participa Mingas por el Mar, movimiento que retira los desperdicios de las playas.

Los participantes tienen que presentar su certificado de buzo profesional porque hay peligros, como cuando la vista se nubla al remover los recipientes de plástico pet con aceite, que abundan bajo el mar en los puertos pesqueros del país.

El buceo es en pareja con un tiempo de 45 minutos y a una profundidad de 5 metros. Barcos de la Armada, del Parque Nacional Machalilla y el de Mares Ecuador son usados en las jornadas.

El financiamiento se hace con donaciones. Casi 850 libras de basura se retiraron en la jornada del 23 de febrero. Y en las ocho realizadas ya han recogido 2800 kilos.

Al inicio llegaban con el afán de hacer buceo recreativo sin ser conscientes de la labor de recolección por lo que tras las inmersiones se retiraban al llegar a la Costa y no ayudaban en la clasificación, indica Cristina.

Pero ahora se escoge mejor a los participantes y la mayoría sigue con el trabajo en tierra para la clasificación, como el 23 de febrero cuando se recolectaron exactamente 849,8 libras (lbs) de desechos. "No es para venir y hacerse la foto bajo el mar, es para recoger basura", recalca Cristina.

Entre los desechos recolectados hay 156,6 lbs. de redes de pesca y cabos, 107,8 lbs. de plástico, 26,4 lbs. de vidrio, 1,6 lbs. de metal, 344,1 lbs. de caucho, 21 lbs. de madera, 91,6 lbs. de ropa, 3,7 lbs. de papel y cartón, entre otros.

Aquel día participaron los buzos Jorge Izurieta Vásconez, Gabriela Izurieta, Pablo Weizenegger, Héctor Rosado, Freddy Gualán, Adrián Henk, Carlos Arregui, Manuel Lucas, Selena Gómez, Darwin Macías y Ben Turner.

DoMingas de Mares necesita padrinos para financiar el combustible y las jornadas de buceo. Las donaciones pueden darse en la cuenta de ahorros 2204242155 del Banco Pichincha a nombre de Centro de Aventura Andes Cía. Ltda.

También se necesitan voluntarios en tierra para las mingas en la playa, el traslado de los desechos y su buen acopio para evitar que la basura recolectada regrese al mar.

Domingas de Mares reporta la actividad al movimiento global Proyect Aware que con su programa enblemático Dive Agains Debris (sumérgete contra los escombros, en inglés) busca proteger los océanos del planeta. (I)