Las remesas que envían los migrantes ecuatorianos desde el exterior también fueron infectadas por el COVID-19. No hay cifras oficiales, pero la estimación del Banco Mundial de que caerán el 19,3 % se cumplirá, según expertos consultados.

La reducción a la que hace alusión el Banco Mundial es sobre el dinero que se envía desde Europa y Estados Unidos a América Latina. Rodrigo Mendieta, académico e investigador de este tema, indica que en el 2019 Ecuador recibió alrededor de $3200 millones de remesas y que a causa del coronavirus en el 2020 se dejarán de recibir $624 millones.

En ciudades intermedias o pequeñas, los recursos de la migración tienen gran influencia por lo que el impacto será más visible. El año pasado, asegura, Cuenca receptó $500 millones en remesas y de cumplirse el pronóstico dejaría de recibir $100 millones.

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Aun con esa disminución, las remesas tienen gran importancia para la economía de los cuencanos, incluso supera al presupuesto de su Municipio (que se ubica en $239 177 636 este año). Por eso que la tendencia técnica es que la recuperación será luego de tres o cuatro años. Azuay es la segunda provincia receptora, luego de Guayas. En ciudades, Cuenca es la tercera luego de Guayaquil y Quito.

Celia Pesántez vive desde hace 26 años en Brooklyn, Estados Unidos, y corrobora las estadísticas. Al inicio de la pandemia tuvo complicaciones de su salud, pero las superó con remedios caseros y hoy está bien junto con su esposo.

Trabaja en un SPA y desde marzo dejó de enviar dinero para ayudar a sus hermanos que viven en Cuenca. Cuenta que no mandó nada porque no trabajó y porque las agencias de envío estaban cerradas por la llegada del coronavirus.

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Con incertidumbre asegura que no estará en capacidad de apoyarlos con la misma cantidad de dinero porque no sabe cuándo su trabajo reabrirá, pero también porque la cantidad de clientes bajará. Conoce que muchos perdieron sus empleos y otros se mudaron a diferentes estados en búsqueda de nuevas oportunidades.

Pero el problema que genera la falta de remesas no solo se reflejará en la economía, sino con igual o más fuerza en lo social, así lo considera Germán Cárdenas, investigador experto en temas de movilidad humana. En el panorama que se vive también cree que las estimaciones del Banco Mundial se cumplirán y hasta se agudizarán al pasar los meses.

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Donde habrá que prestar atención es en Estados Unidos, dice. Esto porque al ser el país de mayor acogida de migrantes ecuatorianos, en su mayoría indocumentados, son los más propensos a ser despedidos o quedarse en condiciones muy precarias porque no están en igualdad de condiciones en relación a los que tienen sus documentos en regla.

Esto sin duda afectará la calidad de vida de los beneficiarios de las remesas porque, explica, hay estudios que muestran que el 71 % de lo recibido sirve para cubrir el pago de servicios básicos, alimentación, alquiler y salud. El 17 % para construir o comprar vivienda y el 12 % va a inversiones, emprendimientos o proyectos productivos.

Pero en lo que coinciden los expertos es que ante las difíciles condiciones económicas por las que enfrenta Ecuador que no posee reservas económicas para reactivarse, la probabilidad de generar una nueva ola migratoria masiva es alta. Siendo lo más preocupante que estos viajes sean de forma irregular. Esta contracción económica, concluye Rodrigo Mendieta, será muy difícil de suplir porque depende de un factor externo e inesperado.

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