Los manglares son humedales tropicales de aguas saladas y estuarinas que controlan la contaminación orgánica a través de la filtración de nutrientes, indica el libro Árboles de Guayaquil, publicado en 2015 por la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) y que tiene como autora principal a Natalia Molina.

Este ecosistema conforma “un bosque único, altamente productivo”. Es refugio para crianza y alimentación de “diversos grupos animales esenciales en la exportación de materia orgánica y en el mantenimiento de las cadenas tróficas marino-costeras”.

A ello se suma la protección costera ante marejadas y tormentas tropicales.

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La industria camaronera lo reconoce.

“Estas formaciones vegetales sirven como filtros para sedimentos y nutrientes manteniendo la calidad del agua”, dice José Antonio Camposano, presidente ejecutivo de la Cámara Nacional de Acuacultura.

Incluso ayuda contra plagas como el virus de la mancha blanca que diezmó la producción entre 1999 y 2003. (I)