Por Spencer Woodman

En marzo de 2014, tres hombres secuestraron a Reynaldo Pacheco, le golpearon la cabeza con piedras y dejaron al padre de 44 años de una hija pequeña muerto en el lecho de un arroyo en el condado de Napa, California. Las autoridades locales determinaron que su asesinato fue consecuencia de un fraude de inversiones dirigido a inmigrantes latinos y asiáticos de bajos ingresos en todo el mundo.

Al igual que otras víctimas de la estafa de World Capital Market, o WCM, Pacheco promovió arduamente el negocio a sus familiares y conocidos. Cuando la estafa Ponzi se derrumbó, un inversionista que perdió su capital decidió matarlo.

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Cuatro días antes de que Pacheco fuera golpeado hasta morir, los funcionarios de cumplimiento del gigante bancario mundial, HSBC, advirtieron sobre la entrada de millones de dólares en una cuenta de gran valor en Hong Kong controlada por los estafadores. Fue al menos el tercero de una serie de informes de supuestas actividades sospechosas que los vigilantes internos del banco habían presentado sobre WCM a lo largo de varios meses.

Sin embargo, HSBC continuó gestionando el flujo masivo de dinero sucio de la red Ponzi hacia y desde sus cuentas en el banco.

HSBC se estaba beneficiando de una trama criminal internacional incluso mientras estaba en periodo de prueba por haber servido a cárteles de drogas asesinos y otros criminales. En 2012, HSBC había admitido ante los fiscales de Estados Unidos que ayudó a que el dinero sucio fluyera a través de sus filiales en todo el mundo, incluyendo por lo menos 881 millones de dólares controlados por el muy conocido cártel de Sinaloa y otras redes de narcotráfico mexicanas.

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En una decisión controvertida, los fiscales se negaron a presentar un cargo contra el banco y, en cambio, le permitieron pagar un acuerdo de 1.920 millones de dólares y cumplir un periodo de prueba de cinco años durante los cuales un organismo de control designado por el tribunal supervisaría sus esfuerzos para prevenir el lavado de dinero. El tribunal designó a un ex fiscal de delitos financieros del estado de Nueva York: Michael Cherkasky.

Una investigación de 16 meses realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (International Consortium of Investigative Journalists, ICIJ), BuzzFeed News y otros 108 medios de comunicación encontró que HSBC siguió prestando servicios bancarios a presuntos criminales estafadores Ponzi, empresas fantasmas vinculadas a fondos gubernamentales saqueados e intermediarios financieros de los traficantes de drogas. Todo esto ocurrió incluso mientras el banco estaba en periodo de prueba y bajo el escrutinio de Cherkasky.

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La investigación de los archivos del FinCEN encontró que la muy rentable filial de HSBC en Hong Kong jugó un papel clave en mantener el flujo de dinero sucio.

Los registros muestran que entre 2013 y 2017, el personal de cumplimiento de HSBC en Estados Unidos, encargado de supervisar la actividad de los clientes, presentó informes que carecían de información crucial sobre los clientes de 16 compañías fantasmas que habían procesado casi 1.500 millones de dólares en más de 6.800 transacciones tan sólo a través de las operaciones del banco en Hong Kong.

Más de 900 millones de dólares de ese total implicaban a compañías fantasmas vinculadas a presuntas redes criminales, según un análisis del ICIJ y los medios que trabajaron en la investigación.

En una declaración, HSBC no abordó la mayoría de las preguntas de una detallada lista enviada por ICIJ, pero defendió los cambios que el banco hizo en el marco de la vigilancia.

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Los documentos filtrados muestran que HSBC procesó al menos 31 millones de dólares entre 2014 y 2015 para empresas que luego se reveló que habían trasladado fondos gubernamentales robados de Brasil, y más de 292 millones de dólares entre 2010 y 2016 para una organización con sede en Panamá calificada por las autoridades estadounidenses como un importante agente de lavado de dinero para los cárteles de drogas.

Los archivos de FinCEN generan nuevos cuestionamientos sobre la decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2012 de abstenerse de acusar a HSBC o a cualquier ejecutivo bancario en el caso del cártel de Sinaloa. La decisión fue rechazada por los fiscales de base, que habían preparado una lista de hasta 175 cargos criminales contra el banco que el gobierno finalmente abandonó.

Los registros confidenciales y las entrevistas con antiguos empleados revelan que los funcionarios encargados del cumplimiento a menudo presentaron SAR que carecían incluso de información básica sobre los propietarios de las empresas que realizaban operaciones bancarias con HSBC, la naturaleza de
sus negocios y el origen del dinero. Los registros muestran que a veces las sucursales ignoraban o rechazaban sus solicitudes de información.

"Era imposible hacer nuestro trabajo sin esta información", dijo Alexis Grullon, un ex funcionario de cumplimiento que monitoreó las actividades sospechosas internacionales para las oficinas de HSBC en Nueva York desde noviembre de 2012 hasta agosto de 2014.

"El banco local del mundo"

Fundado en Hong Kong como la Hong Kong and Shanghai Banking Co. en 1865, el HSBC prosperó gestionando las cuentas del gobierno británico en todo el este de Asia. A mediados de la década de 2000, el banco se había convertido en una de las instituciones financieras minoristas más extendidas del mundo, con miles de sucursales en más de 70 países. En un momento, se denominó a sí mismo "el banco local del mundo".

Era más que un eslogan. Bajo la marca global, HSBC operaba como una confederación de feudos mayormente autónomos. Este grado de descentralización significó que la sede del banco, que se trasladó a Londres en 1941, extendió su enfoque de no intervención incluso a las cuestiones relacionadas con el lavado de dinero.

Un resultado: HSBC aceptó a clientes cuya enorme riqueza se tradujo en grandes beneficios para el banco, pero que resultaron ser criminales.

En 2003, HSBC aceptó una orden de consentimiento elaborada por las autoridades estadounidenses mediante la cual el banco prometió arreglar su programa antilavado y empoderar a los funcionarios de cumplimiento al proporcionarles mejores herramientas e información sobre los clientes.

En lugar de eso, el banco participó en uno de los episodios más notorios de la historia del lavado de dinero. Cuando la guerra contra el narcotráfico en México explotó a mediados de la década de 2000, el banco brindó cuentas denominadas en dólares esenciales para los narcotraficantes que necesitaban lava cientos de millones de dólares en ganancias de la venta de drogas. Los cárteles diseñaron cajas especiales que cabían en las ventanillas de las sucursales de HSBC para depositar las enormes cantidades de dinero ilícito que obtenían. (I)
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Contribuyeron en esta historia: Jason Leopold, Anthony Cormier, Kyra Gurney, Roman Anin, Emilia Diaz-Struck, Agustín Armendáriz, Delphine Reuter, James Oliver, Golden Matonga.

Traducción: Alan Porter