Los alfareros de la parroquia La Victoria, de Pujilí, en Cotopaxi, pasaron una dura crisis durante la cuarentena. Cuando esta se terminó y pensaban que las ferias de finados, de Ambato, Latacunga y del acceso a su parroquia, les darían oportunidad de recuperarse, estas se suspendieron. Pero las casi 500 familias que amasan el barro y forman figuras hermosas no se dan por vencidos. Ahora decidieron abrir las puertas de sus casas que hacen de talleres para convertirlas en vitrinas y recibir allí a quienes cada año acuden en busca de sus objetos.

Allí, en aquellas viviendas de bloque, los artesanos apresuraban el jueves el trabajo para pintar con colores vivos y darles brillo a los objetos que ofrecerán a los turistas que lleguen desde este sábado hasta el martes 3 de noviembre, por el feriado, porque la feria se traslada a sus talleres y casas.

Con fe José Toapanta, artesano del barrio El Calvario, trabajaba en los últimos toques aspirando que los turistas que lleguen por el feriado adquieran sus productos. Dice que gran parte de las familias de este sector se vieron golpeadas porque debido a la pandemia no ha podido vender nada.

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PUJILÍ, Cotopaxi. En el barrio El Calvario, uno de los artesanos del barro es José Toapanta, que en este feriado espera a los turistas para ofrecerles los objetos y mostrar su arte en el sitio. Foto: Wilson Pinto/EL UNIVERSO.

Virgilio Toapanta y Jéssica Suntagsi manifestaron que trabajar en barro es muy duro porque tienen que golpear y amasar el material, como primer paso para darle forma a los productos que elaboran en los denominados tornos. Citó Toapanta que por la crisis de pandemia se ven obligados a emigrar por unos días en busca del sustento para los hogares.

Según Édgar Pulles, dirigente barrial, los alfareros tradicionales son de los barrios El Calvario, El Tejar y El Paraíso, de la parroquia La Victoria, que es de donde se llevan los barros para comercializarlos tanto al ingreso de la parroquia como en distintos sectores del país. “La habilidad de los artesanos es tal, que el cliente trae una fotografía de lo que desea y ellos lo hacen”, aseveró.

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También en el ingreso a La Victoria hay artesanos como Carmen Herrera y Leonardo Molina. Ellos manifestaron que hace más de una década y media comenzaron primero a elaborar tejas y luego artesanías de barro, que igual hacen todo lo que los turistas deseen a precios convenientes.

Por el virus no podemos salir a la calle a realizar nuestra feria como antes, por esa razón estamos cada uno en nuestros locales para que los turistas vengan y nos ayuden a sobrellevar la crisis que estamos viviendo, porque lamentablemente no hemos podido vender nada a pesar de tener productos desde $ 0,50”, añadió.

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Diego Espinoza, presidente de la junta parroquial de La Victoria, comentó que además de promocionar para que los turistas lleguen a adquirir los artículos, se capacitó a la gente para que tomen las medidas de bioseguridad con el fin de evitar contagios del COVID-19.

Los artesanos y dirigentes señalan que al ubicarse los puestos de venta en cada taller y domicilio ahora sí se va a realizar una verdadera feria de barros de La Victoria. Por eso han coordinado con la Policía Nacional y Agentes de Control Municipal de Pujilí para impedir que algunos comerciantes se ubiquen en las calles.

Hay floreros, maceteros, vasijas, bandejas, vajillas y una diversidad de objetos. Hasta hace más de una década se cuestionaba el uso del plomo en el proceso de acabado de los artículos de barro. Pero a decir de los artesanos, eso quedó en la historia y hoy usan ingredientes no contaminantes. (I)