La cosmovisión diferenciada que existe del jaguar en las distintas comunidades ha influenciado su sobrevivencia o muerte en Ecuador.

Los cofanes, en la Amazonía norte del país (en Sucumbíos), piensan que son la representación de los espíritus de sus enemigos por lo que evitan toparse con ellos, pero si los encuentran de forma directa y no tienen manera de esquivarlos, los asesinan.

Lo mismo hacen los llamados colonos, migrantes asentados en la Amazonía, ya sea por defensa propia aunque los seres humanos no son presa del felino o porque matan a sus gallinas, ganado, o a los perros que llevan cuando cazan con escopetas al cerdo de monte, justamente una de las principales presas del jaguar.

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Los achuares que habitan en la Amazonía sur (en las provincias de Pastaza y Morona Santiago), en cambio, creen que son la reencarnación de sus ancestros, ya sea sus abuelos o los chamanes, por ello los veneran y hay menos muertes del considerado el felino más grande del continente.

Lo que no se comprueba es una vinculación con el tráfico de colmillos o de partes para satisfacer al mercado asiático como hay en Surinam (país del norte de Sudamérica), dice Jessica Pacheco, oficial de Bosques y Agua del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) en Ecuador.

“No tenemos cuántos jaguares están matando en Ecuador, en el Yasuní (que abarca las provincias de Orellana y Pastaza) hay estudios de que sí los cazan, pero no sabemos si para la industria china. Necesitamos comprender si pasa o no. Avanzamos con estudios en la deep web (contenido en internet no indexado a los canales de búsqueda convencionales) y sí hay oferta pues hay demanda, pero la investigación debe seguir”, asegura.

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Una de las cámaras trampa colocadas en la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno en el norte de la amazonía ecuatoriana. Foto: Cortesía de WWF

El plan regional que ejecuta WWF es justamente para solventar toda esta incertidumbre con la red creada de todas las organizaciones que trabajan con el jaguar a nivel nacional y regional, de la que es parte el Ministerio del Ambiente, y ampliar las estrategias de conservación concentradas en la Amazonía norte.

La idea es expandirse hacia el sureste, donde hay vacíos de información ya que es un área de difícil y costoso acceso vía aérea por lo que la investigación es limitada.

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Ahí la conservación del felino está en manos de las comunidades.

Un ejemplar captado en el Cuyabeno por una de las cámaras trampa. Foto: Cortesía de WWF

“Hay que analizar cómo han contribuido con la protección siendo que ellos no trabajan con ningún ente gubernamental para que se vea ese contraste, cuál es la diferencia con los estándares que maneja un área protegida que sí hay en el norte con la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní”, explica Pacheco.

La principal amenaza del jaguar en Ecuador es la pérdida del hábitat debido a la deforestación y la caza de sus presas como el cerdo de monte. “En el Yasuní había manadas de hasta 150, ahora se encuentran de hasta 30”, afirma la especialista.

La iniciativa de WWF incluye también hacer alianzas estratégicas en la Costa, dice Pacheco, donde el jaguar está en la cordillera Chongón-Colonche, que atraviesa las provincias del Guayas y Santa Elena y en los bosques tropicales de Esmeraldas y remanentes en Manabí.

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El problema es que se trataría de poblaciones sin viabilidad genética a largo plazo por lo reducido de su hábitat.

De ahí que el arranque se dio en la Amazonía norte, donde hay una población sana con mayor capacidad de reproducirse en grandes extensiones protegidas.

La intervención de WWF en el Cuyabeno (en Sucumbíos) empezó con planes de educación ya que los especialistas se percataron de que el jaguar era temido.

“La gente debe saber que sin el jaguar habrá demasiados cerdos de monte que se comerán las raíces, en especial de las palmas, por lo que pierden recursos para hacer los techados de sus casas, alimentarse y las semillas que permiten que haya más plantas. Este año hemos tenido que dejar este trabajo por la pandemia. Sí se ha seguido con el cacao orgánico porque ya están capacitados”, explica la especialista.

El director de WWF en Ecuador, Tarsicio Granizo, en el procesamiento de cacao en el Cuyabeno. Foto: Cortesía de WWF

El objetivo del plan regional de WWF es que la población de jaguares crezca.

Las últimas estimaciones indican que quedan 64.000 jaguares en estado salvaje en el continente americano.

Protección y conservación vistas como una alternativa de desarrollo sustentable

Las plantaciones de cacao son parte de sistemas agroforestales en el Cuyabeno. Foto: Cortesía de WWF

El monitoreo que hizo WWF en Zángalo y Zancudo Cocha en la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno con cámaras trampa para identificar el número de ejemplares dentro del corredor, que abarca áreas protegidas de Colombia y Perú, incluyó a la población local.

La idea es que vean a la conservación como una oportunidad de subsistir.

Cada habitante recibió hasta $25 diarios por el trabajo de instalar los dispositivos a 50 centímetros del suelo y cada dos metros en estaciones dobles para captar al jaguar, cuando pase en medio de las dos cámaras, lo que permite ver el patrón de sus manchas que son como la huella digital.

En Ecuador se instalaron 168 estaciones dobles entre 2017 y 2019. Al final se estimó que el número de ejemplares en el corredor trinacional es de 2.000 jaguares de acuerdo al tamaño de bosque que tienen estas áreas protegidas.

Además, está el proyecto de granjas agroforestales que abarca la siembra de cacao orgánico en parcelas de una hectárea por sembrío.

La cosecha va a la empresa Pacari con la que se elaboran los chocolates de esa marca.

Rafael Yunda, Oficial del Programa Bosques y Agua Dulce de WWF, afirma que “el cacao nacional y súper árbol se ha establecido en espacios donde existen especies forestales como el cedro, la capirona, ceibo, laurel, etc; también podemos encontrar palmas como la chonta y frutas como uva de monte, guabas, naranja, lima, limón, papaya, piña, mango, es decir, el cacao es parte de un sistema agroforestal que persigue el cuidado del suelo y la biodiversidad circundante, un espacio donde se mantiene asociadas especies agrícolas y forestales”.

Las comunidades locales involucradas en las estrategias de conservación. Foto: Cortesía de WWF

Un total de 33 hectáreas de cacao se han sembrado en estos sistemas agroforestales que cubren 116 ha, dice Yunda. Alrededor de 110 familias de las comunidades de Zancudo Cocha, Zábalo, Taikua y Charap están involucradas en la siembra, producción y comercialización.

"WWF trabaja a nivel de paisaje, integrando diferentes proyectos y líneas de acción. Se trabaja de la mano con la comunidad desde varios frentes: investigación y monitoreo de especies de fauna silvestre a través de la instalación de cámaras trampas, capacitación a los docentes de las escuelas locales en metodologías de educación para la sostenibilidad, desarrollo del ecoturismo y producción y comercialización de cacao, como fuentes alternativas para mejorar sus condiciones de vida", asegura Yunda.

Uno de los chocolates de la marca Pacari se hace con cacao orgánico sembrado en el Cuyabeno. Foto: Cortesía de WWF

En el caso de las comunidades del Cuyabeno, agrega Yunda, estas se han reconectado con su territorio y han conocido las especies de mamíferos grandes que allí habitan gracias al monitoreo, al tiempo que han visto la necesidad de desarrollar medios de vida que no afecten su territorio.

"Además, el involucrar a los niños y niñas a través del programa escolar también incide en las opiniones y percepciones de los adultos, haciendo el abordaje de la conservación mucho más completo y real. El enfoque integral es lo que ha logrado un cambio en la percepción y actitud de las comunidades". (I)