Denominado con diversos eufemismos desde 1998 se reparte el ahora llamado Bono de Desarrollo Humano. No es una cantidad muy importante, sin embargo parte de un principio vicioso: que los gobernantes pueden regalar dinero de los contribuyentes a cuenta perdida... ¿han oído alguna vez a un funcionario cuando reparte dádivas decir “vengo a repartirles no mi dinero, sino el de los contribuyentes”? No, más bien alardean de “generosos”. Entonces, si se reparten 50 dólares mensuales, ¿por qué no 100 o 500? Y, claro, ya salió un iluminado a decir por qué no mil, total “sí hay plata”. Basta emitir un decreto declarando depositados sucres electrónicos en las cuentas de todos los beneficiarios. ¡Qué tontos quienes gobernaron al país hasta hoy! No se dieron cuenta de que era suficiente un asiento contable ¡y zas! ¡Aparece el dinero!

Es una propuesta que si no es ilegal, puesto que es una compra de votos a crédito, es altamente antiética. Y proviene de los mismos que en 2006 denostaban a su rival porque “regalaba plata” a cambio del sufragio, con la diferencia de que el acusado de entonces, si llegaba a hacerlo, lo extraía de sus propios caudales. En todo caso, hemos pasado del ofrecimiento de obritas y alza de salarios a la más ramplona y desnuda demagogia, nada de intermediaciones, ¡plata en mano! Y la propuesta cala muy bien en un país donde todos los sectores, desde los más grandes empresarios hasta el último desempleado se creen con derecho a que, en algún momento de su vida, el “señor gobierno” le obsequie una suma más o menos significativa. No existe aquí pretexto malo para mendigar. Mil dólares caídos del cielo es una cantidad difícil de rechazar, incluso para alguien que no es pobre. Un porcentaje importante de la población lo tomará sin preguntar y se irá corriendo antes de que empiecen las averiguaciones. Pero otro grupo, igualmente significativo, desconfiará de tanta maravilla y con el corazón apretado se retirará de la esquina en la que el loquito está repartiendo billetes... ¡ah no!, no da billetes sino que te dice que ya están depositados en tu celular.

¿Qué es hacer pasar por efectivo un simple documento electrónico? Es una idea rayana en el delito de falsificación. Contando con que es una divisa extranjera, debe ser susceptible de persecución internacional. Si así llegara a suceder dirán que nos bloquean los gringos malos. Por eso no hay temor de banderearse con un acusado de crímenes de lesa humanidad, como Maduro, ni de una acusada de impúdicos atracos, como la vicepresidenta de Argentina, mandatarios de países que se disuelven en la miseria ocasionada por reiterados desatinos y saqueos. Desgraciadamente aquí tenemos millones de personas con ideas muy nebulosas sobre el mundo. ¿Argentina? Maradona o algún otro futbolista. ¿Venezuela? De allá vinieron unos vecinos que viven pidiendo caridad. Es inútil tratar de espantarlos mostrándoles los horrores que ocurren en esas naciones, si ni con el esperpento del coronavirus se consigue hacerlos variar de comportamiento, ¿cómo esperan que lo ocurrido en lontananza consiga hacerlos rectificar? Quedan pocas semanas para buscar el milagro. (O)