A diferencia de este 2022 en que el 45 % de una muestra de empresas realizó incrementos salariales, para el próximo año el 86 % de esas compañías aumentará los sueldos a sus trabajadores.

Y es que el 2023 se perfila como un periodo favorable para la fuerza laboral ecuatoriana, de acuerdo con el reciente estudio de Andeanecuador Consultores Estratégicos C. L., de la red de firmas de consultoría de Deloitte, que evidencia la recuperación económica del aparato productivo nacional tras tres años de pandemia.

La investigación se realizó con 155 empresas que representan en conjunto 110.496 trabajadores: 67 % ecuatorianas y 33 % multinacionales. Los resultados muestran que el 86 % proyecta aumentar sueldos en un 4,07 % como promedio y que es mayor en las empresas nacionales (4,45 %) que en las multinacionales (3,59 %). El 11 % de la muestra no realizará incrementos y un 3 % aún no ha definido si lo hará o no. En estas proyecciones los sectores con mayores incrementos son el financiero con 5,59 %, el de la construcción y el de seguros con 4,70 % cada uno.

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Otro indicador de cómo va el desempeño económico de las compañías son las utilidades y este 2022 las pagadas crecieron 33 % en relación con las del año anterior. El valor más alto reportado por una de las empresas encuestadas fue el pago del 10 % de utilidades a cada trabajador de $ 30.000 y por cada carga $ 11.500.

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“Ese es un reflejo clarísimo de que el 2021 fue mucho mejor. En las utilidades que se paguen en abril del 2023 esperaría que exista otro crecimiento, porque los resultados que hemos visto van a ser superiores a los del 2021″, indica Roberto Estrada, socio de Consultoría de Andeanecuador.

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Para poder superar las adversidades de la pandemia y la recesión, las empresas tuvieron que adaptarse y realizar grandes cambios para poder continuar con sus operaciones y recuperarse del impacto negativo. La investigación resalta que el 89 % de las empresas reporta tener cambios en las funciones de los cargos, principalmente focalizados en las áreas de tecnología y operaciones.

Esos cambios se dan en cargos que tienen que ver con desarrollo y tecnología y los que ahora son los mejor remunerados, como community manager, coordinadores de innovación y transformación digital, especialistas de innovación, ingenieros de software, ejecutivos de ventas en canales digitales, gestores de business intelligent. Aquí se da que hay una oferta reducida y una necesidad de requerimiento amplia.

Y aunque la transformación digital se veía distante en el 2019, después de tres años en un 2022 pospandemia se muestra que el 79 % de las empresas considera que ahora tiene un nivel de madurez digital entre intermedio y maduro. Y esto se debe a que han implementado cambios tecnológicos con rapidez, con énfasis en digitalizar sus procesos y actualización constante.

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Otro factor que dilucida la transformación digital es la modalidad de trabajo: un 68 % de las empresas posee colaboradores laborando de forma remota. Un 61 % de las organizaciones implementa nuevas tendencias de trabajo como los espacios colaborativos.

En torno a ello se identifican tres tipos de empresas: las tradicionales, que quieren volver a marzo del 2020 y a la presencialidad al 100 %; las más progresistas, que son las que entienden que los modelos híbridos funcionan y pueden combinarse y ser efectivos dependiendo de cómo se los lleve; y las visionarias, que dan libertad al trabajador para que arregle su forma de laborar, sus horarios, entendiendo que va a ser productivo con esa libertad. Y aunque hay la idea de que en el teletrabajo puede haber cierto espacio para irresponsabilidad e incumplimiento, Estrada indica que no es problema del teletrabajo sino de las personas.

Para Estrada, en este 2022 ha habido una mejora en la mayoría de sectores económicos del país que pudo haber sido mucho mejor de no haber tenido esos espacios de desequilibrio social, las protestas que afectaron a muchos negocios en lo que estaban proyectando para este año. A pesar de eso, es un año de crecimiento. Y deja el aprendizaje de que para el 2023 “tenemos que prepararnos más allá de las proyecciones que hagamos, de las metas que nos impongamos, que no pueden ser metas no ambiciosas, que pueden existir factores alrededor tanto locales como internacionales que juegan un papel, una organización se impone un objetivo y va monitoreando para ver si hay alguna situación que no estaba proyectada y pueda afectar esa previsión y tomar acción inmediata”.

Considera que si las condiciones no son anormales se debería continuar en esa senda de crecimiento, con la inversión, nuevos productos, las marcas que sigan llegando al país y con los acuerdos comerciales que abren puertas para las empresas que están en esas líneas de producción y que implican contratar más gente, innovar, “son de gran beneficio y no hay que tener miedo a la competencia”. (I)

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