Un joven caminaba por un bosque, junto a otros soldados, cuando un movimiento delante de él lo alertó. Era la década de los setenta. El joven había sido obligado a servir en el ejército de la República de Rodesia para combatir y cazar guerrilleros.

El grupo se agazapó. El corazón del joven latía a mil. Entonces creyó ver entre los arbustos a unos guerrilleros vestidos de camuflaje y armados con ametralladoras. Cogió su arma y apuntó al líder, que parecía llevar una AK-47.

De repente sintió un leve golpe en su hombro. “No dispares”, le susurraron al oído. “Es sólo un niño y su hato de vacas”.

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Sus acciones –como las del joven rodesiano– están motivadas por sus creencias. Tanto las acciones instintivas, intuitivas, como aquellas decididas conscientemente.

Su sistema de creencias fue construido por sus emociones y ratificado por sus experiencias (perdón, por el reduccionismo). A este sistema no le interesa la veracidad ni la precisión de los hechos. Como decía William James –filósofo y fundador de psicología funcional–, “la creencia crea el hecho actual”.

Sus decisiones determinan sus acciones. Y están sujetas a la influencia de factores emocionales como miedos, prejuicios, mimetismo, presión social y esperanza.

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¿Por qué ver guerrilleros donde hay ganado?

Nuestra visión del mundo no es fotográfica. “Es una construcción de su cerebro, tan fluida y convincente, que parece precisa”, dice Lisa Feldman Barrett en “7 ½ Lessons About the Brain” (2020). Por eso el joven rodesiano confundió a un niño y sus vacas con unos guerrilleros.

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El contexto y la “realidad social” lo llevaron a creer de esa manera al joven soldado. Alguna vez Émile Durkheim –sociólogo francés– dijo que es la sociedad quien otorga significación a las creencias.

Para usted, su sistema de creencias es real. Identidad, sexualidad, otredad, sociedad, maldad o religiosidad son variables dentro de ese sistema. Son como subsistemas de símbolos. Están allí porque (a usted) le interesa que así sea. Y su expresión física son ritos, patrones, hechos, estadísticas, memes o elecciones.

Por cierto, gracias a ese sistema de creencias podemos cooperar, comprometernos con una visión o imaginar el futuro.

Por ello, si usted quiere cambiar una acción, no debe trabajar en el estadio de la toma de ediciones. Debe trabajar en las creencias. (O)

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