Marisol Cárdenas de 27 años, con título universitario en comunicación, consiguió trabajo de relaciones públicas a mediados del 2022, pero no firmó un contrato y tenía una importante carga de trabajo. Su remuneración se la pagaban a final de mes: “un salario mayor al básico, pero sin ningún tipo de documento de por medio”. Ella decidió en estos días empezar su propio emprendimiento en comunicación y a finales del año pasado le salió una nueva oportunidad de trabajo, pero tenía que entregar facturas por servicios, por lo que no la aceptó.

Su esposo Ramiro Ruales, de 28 años, también consiguió trabajo el año pasado, en una agencia de marketing, aunque su título no tenía que ver con este ramo de actividad. Tampoco ha conseguido todas las condiciones de ley: “tiene un buen sueldo, pero no ha firmado contrato, ni tiene IESS”, comenta Marisol. Ella está preocupada porque dice que la mayor parte de sus compañeros tiene un trabajo, pero de cierta manera informal. “Solo si entras al sector público te hacen firmar contrato, en el sector privado es muy difícil”. A pesar de ello, esta pareja de jóvenes encontró trabajo.

El experto en temas laborales y catedrático de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), José Irigoyen, ubica a esta pareja en el empleo pleno, una categoría que mide el tema económico, pero no el legal.

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Al empleo pleno según la descripción del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) pertenecen “personas con empleo que, durante la semana de referencia, perciben ingresos laborales iguales o superiores al salario mínimo, trabajan igual o más de 40 horas a la semana”.

Esta categoría en 2022 tuvo un incremento de 91.990 plazas de trabajo. Esta cifra de empleo pleno es el resultado de comparar diciembre del 2021 cuando había 2′919.910 empleados plenos y diciembre del 2022 cuando se registraron 3′011.800 personas con empleo adecuado. El empleo adecuado -que en 2021 estaba en 33,95 %- subió en 2022 a 36 %. En todo caso, el incremento de este indicador no es estadísticamente significativo, según el INEC.

Irigoyen dice que en el caso de Marisol y Ramiro también se ve el tema de la informalidad. El INEC indicó que en cuanto a la población ocupada un 53,4 % estaba en la informalidad a diciembre del 2022. Esta cifra es mayor a la registrada en diciembre del 2021 que era de 50,6 %.

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En cuanto al desempleo, sí se registró una caída estadísticamente significativa al pasar de 356.725 a 216.942 personas desempleadas. Así Ecuador cerró el año con un desempleo del 3,2 %, menor al 4,1 % registrado en 2021. Adicionalmente, el subempleo registró también una caída estadísticamente significativa, al pasar de 1′976.088 subempleados a 1′618.846. Esto significa que bajó del 23 % en el 2021 al 19,4 % en 2022. Esos son los principales datos que publicó el INEC en su más reciente informe que incluye el comportamiento integral del 2022.

Para el experto, las cifras de empleo, desempleo y subempleo publicadas por el INEC reflejan un comportamiento positivo de la economía y el mercado laboral. Considera que es importante que el empleo haya seguido creciendo, aún después del rebote del 2021. Explica que en otros países más bien ha habido una contracción del empleo en 2022 o se mantuvo en los mismos rangos.

Y comenta que este crecimiento en el empleo del Ecuador se puede deber, entre otros factores, a que desde la pandemia se crearon figuras un poco más flexibles para contratar. Entre ellos, por ejemplo, está el Contrato Especial Emergente que aparece a partir de la Ley de Apoyo Humanitario o el Contrato por obra o servicio, que se pone en vigencia con el acuerdo ministerial MDT 2020 136. (I)