El peruano Jorge Salas es el nuevo representante residente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Ecuador. Llegó en agosto del 2022 y apoyó la culminación con éxito del acuerdo de financiamiento con el multilateral, que fue por $ 6.500 millones en 27 meses. El alto ejecutivo comenta los logros del país en materia económica. Salas considera que este año la deuda del país caerá hasta casi el 55 % del producto interno bruto (PIB) y asegura que “claramente, no vemos a Ecuador entrando en recesión”, pese al complicado panorama global.

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¿Cómo es su llegada a Ecuador y cuáles son las tareas que ha cumplido desde agosto 2022 y sus planes a futuro en el país?

En agosto inicié mis labores como nuevo representante residente del FMI en Ecuador. Desde ese momento, mi trabajo se enfocó sobre todo en ayudar a concluir con éxito el programa económico apoyado por financiamiento del FMI, lo cual se consiguió en diciembre. Este fue un logro importante para el país y para el Fondo, pues la última vez que Ecuador había completado un programa con el FMI fue en el 2001. Recordemos además que este programa empezó durante una crisis sanitaria y económica sin precedentes y que fue implementado por dos gobiernos distintos. Todo esto muestra un gran compromiso del país para implementar políticas y reformas económicas importantes. Mirando al futuro, mis tareas se concentrarán en mantener la colaboración cercana del FMI con el país. Vamos a seguir apoyando los esfuerzos para fortalecer la economía y generar bienestar para los ecuatorianos.

¿Se puede considerar un éxito el cierre del acuerdo con el FMI? ¿Cuáles son las razones o las cifras que denotan una mejor situación de la economía ecuatoriana antes y después del acuerdo con el FMI?

Como parte del acuerdo con el FMI, que incluyó desembolsos por casi $ 6.500 millones, se han conseguido logros importantes. Uno de ellos fue respaldar las finanzas públicas y ayudar a que la economía vuelva a crecer, tras el durísimo impacto de la crisis de COVID-19. Otro logro, para impulsar crecimiento con equidad, ha sido la mayor cobertura de los programas de asistencia social, que antes llegaban al 30 % de familias de menores ingresos y hoy llegan a más del 80 %. Por el lado fiscal, son varias las medidas que han ayudado a reducir la deuda pública y hacerla más sostenible. Para dar una cifra, proyectamos que este año la deuda caerá hasta casi el 55 % del PIB, mientras que en el 2020 esta se encontraba en 61 % del PIB. El régimen de dolarización también es más fuerte hoy, con reformas legales que han hecho al Banco Central más autónomo y con un aumento de las reservas internacionales hasta niveles históricamente altos. Y no olvidemos que el programa también apoyó otras reformas, por ejemplo, para hacer más transparentes los contratos públicos y penalizar los actos de corrupción.

Sin embargo hubo algunos temas que no se cumplieron en el acuerdo por parte del Ecuador, como las auditorías a la petrolera estatal o sincerar de mejor manera las cifras con el IESS, ¿por qué este tipo de factores no afectaron el acuerdo en general?

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En cuanto a las cifras fiscales relacionadas con el IESS, en realidad sí se lograron metas importantes. Hemos trabajado mucho con el Ministerio de Economía y Finanzas para corregir las cifras históricas de obligaciones del Gobierno central al IESS por transferencias de pensiones y gastos de salud. Es más, ahora la proforma y los planes fiscales del ministerio reflejan adecuadamente este tipo de obligaciones. El acuerdo con el FMI también apoyó que se establezca un plan para que el Estado continúe regularizando sus pagos al IESS por obligaciones sobre gastos de salud. En el caso de Petroecuador, si bien no se pudo cumplir la meta de realizar las auditorías, vimos un claro esfuerzo de las autoridades para contratar a alguna de las grandes empresas auditoras internacionales. Y sabemos que el Gobierno sigue trabajando para cumplir el objetivo de ejecutar estas auditorías, que más allá del programa con el FMI, sería un hito histórico para la transparencia en el sector público.

¿Cómo proyecta que será la relación del FMI con Ecuador una vez concluido el acuerdo? El Gobierno ha hablado de un posible acuerdo no financiero pero sí un acompañamiento a nivel de asesoramiento, ¿es posible y esto podría ayudar al país de manera financiera?

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La relación con el país se mantiene cercana y seguiremos apoyando los esfuerzos por construir una economía más próspera y sólida. Cualquier nuevo acuerdo, ya sea con o sin financiamiento, dependerá en primer lugar de las necesidades y opciones que identifiquen las autoridades. Y en todos los casos, continuaremos nuestro trabajo conjunto y de asesoramiento sobre políticas económicas. Además, continuamos las actividades de asistencia técnica para ayudar al Gobierno a implementar políticas importantes para el país, por ejemplo, en aspectos financieros y fiscales. Aquí un dato clave es que desde el 2019 hemos realizado cerca de 40 actividades de asistencia técnica y capacitación.

¿Cómo avizora el FMI el año 2023 para Ecuador y para el mundo, considerando que hay temores por el precio del crudo y una contracción global?

Un hecho positivo es que el PIB en Ecuador recientemente ya habría igualado por fin el nivel que tenía antes de la pandemia. Para este año vemos que la economía ecuatoriana crecería alrededor del 3 %, lo cual estaría por encima del promedio latinoamericano. Para Ecuador, que exporta petróleo, un alza del precio del crudo por encima de nuestras expectativas actuales debería ayudar a mejorar la previsión de crecimiento. En cuanto a la inflación, para Ecuador proyectamos una inflación promedio cercana al 2,5 %, muy por debajo del promedio de la región. Pero efectivamente, el contexto mundial es complicado, porque el crecimiento global es bajo y la inflación sigue elevada. De hecho, pronosticamos que un tercio de la economía mundial estará en recesión en 2023. Claramente, no vemos a Ecuador entrando en recesión. Pero en este entorno internacional poco favorable, se hacen más necesarios los esfuerzos por acelerar reformas en el país que fomenten un crecimiento económico más alto, inclusivo y sostenible, y que también impulsen el empleo formal. (I)