Es una tradición ecuatoriana que en Fin de Año, a lo que el reloj marca las 12:00 y comienza el Año Nuevo, las familias se reúnan a ver monigotes arder. Mientras algunos menos temerarios se aventuran a lanzar camaretas y explosivos al fuego, los que se quedan al margen se desean Feliz Año Nuevo entre besos y abrazos.

Sin embargo, el ritual del monigote o ‘año viejo’ no comienza recién el 31 de diciembre, sino mucho antes. Los días previos al Fin de Año las personas caminan por cuadras y cuadras buscando un monigote para quemar, ya sea de algún dibujo animado, celebridad, deportista o político.

Años Viejos 2022 Foto: El Universo

Antes de eso, están los artesanos que se dedican a hacer los muñecos con diferentes materiales. Cartón, papel periódico y aserrín son los más usados para darle la forma al monigote, que después se cubre con varias capas de pintura y se expone en la calle, listo para vender.

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Los ‘años viejos’ pueden ser desde muy básicos y económicos, con ropa vieja y una sencilla careta, hasta muy elaborados, gigantes y costosos.

Confección de monigotes en la calle Oriente y García Moreno. Foto: Francisco Verni Foto: Francisco Verni

Pero, ¿de dónde viene esta tradición?

Se cuenta que la tradición de quemar un ‘monigote’ viene de la Antigua Roma, donde las familias también se reunían a despedir simbólicamente el año quemando un muñeco.

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Este ritual se extendió a España, uno de los territorios conquistados por el Imperio Romano. Con la llegada del cristianismo, los españoles adoptaron una visión más religiosa del evento y usaban la quema del muñeco para pedirle a Dios un nuevo año de prosperidad.

Varios siglos después, los conquistadores trajeron la costumbre a lo que ahora es territorio ecuatoriano. Celebraban el rito de la quema del judío simbolizado por un grotesco muñeco, considerado por los cristianos como culpable de la crucifixión de Jesucristo, según el historiador Rodolfo Pérez Pimentel.

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A Guayaquil, en específico, la tradición de la quema del muñeco llegó durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó al Puerto Principal en 1842, según las ‘Crónicas del Guayaquil antiguo’ de Modesto Chávez Franco. Para proteger a las personas de la enfermedad, se ataban todas las prendas del difunto y se las quemaba en la calle.

La quema de los monigotes o años viejos es una de las principales tradiciones para despedir el año en Ecuador. Foto: Archivo El Universo

Eventualmente, la costumbre se transformó en algo que hacían las familias al finalizar el año. El italiano Enrico Festa, en su libro ‘En el Darién y el Ecuador’, describe la jornada como una fiesta en la que se usaban máscaras y quemaban monigotes en diciembre de 1897.

Actualmente, este ritual es característico de Guayaquil, donde gran parte de la ciudad se vuelca en la elaboración de los ‘años viejos’ y la mayoría tiene uno en su casa.

(I)

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