Juan Carlos Pulido y su primo estuvieron entre las personas que corrieron a la orilla el 12 de agosto de 2018 cuando un viejo barco a la deriva se aproximaba al puente peatonal que une Durán con la isla Santay. Acostumbrados a correr los 678 metros de longitud que tiene esa estructura, no imaginaron que ese sería el último día donde harían deporte allí, pues pasados más de tres años de la colisión y dos años desde su reparación, el puente sigue cerrado.

Este medio pidió información, el pasado 9 de noviembre, al Ministerio del Ambiente sobre por qué no se habilita el paso por el puente, cuya reparación costó $ 5 millones y fue pagada por la empresa dueña de la embarcación que causó el accidente. La contestación llegó un mes después, mediante correo electrónico.

“Esta obra se encuentra en manos de la empresa contratista Bueno & Castro, motivo por el cual no se ha entregado a la entidad contratante”, que es el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), contestó la dirección de comunicación del Ministerio del Ambiente.

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El Universo pidió información por correo electrónico a la empresa contratista para saber en qué estado se encuentra la obra, pero al cabo de una semana no ha obtenido una respuesta.

Es responsabilidad del Miduvi recibir correctamente la entrega de la obra para hacer uso y administración de la misma, advierte la cartera del Ambiente. Y añade que “al ser el puente peatonal una obra no entregada, no se puede disponer de la misma sin la respectiva comunicación de finalización de obra para el uso y administración”.

La contestación pone en evidencia que, aunque el puente fue inaugurado el 16 de septiembre de 2014 durante el mandato de Rafael Correa y utilizado por la gente hasta el 12 agosto de 2018, ni en esos cuatro años de uso ni en los tres siguientes que ha pasado inoperativo desde la colisión del buque, se han firmado las actas de entrega-recepción definitivas del puente y las camineras del tramo 2, Durán-Santay, algo que sí se hizo en el tramo 1, Santay-Guayaquil.

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El puente basculante (una infraestructura de hierro y cemento) y el sendero en la isla (hecho de láminas de una mezcla de madera y plástico conocido como WPC) son parte de una sola obra, la “no entregada”, pero solo la segunda parte tiene fallas que se deberían estar reparando, el puente ya arreglado hace dos años no presenta ningún daño.

En el gobierno de Lenín Moreno no se abrió y ahora en el de Guillermo Lasso se decide que, mientras no se cumpla el trámite burocrático, no se lo puede usar, cuando cuatro años antes del accidente sí se permitió el paseo de peatones.

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Un barco abandonado chocó con el puente Durán-Santay en 2018. El tramo fue reparado pero hoy en día permanece cerrado al público porque las camineras en la isla no sirven. Foto: Andrés Donoso

Sin solución, entonces, los duraneños tendrán que sumar más tiempo -no se sabe cuánto- a los tres años y cuatro meses que ya llevan sin poder visitar la isla que pertenece a este cantón.

“Llegar en aerovía a Durán y cruzar el otro puente hasta la Santay debería estar en algún plan, las comunidades no pueden seguir aisladas”, sostiene la usuaria Vanessa Lamar.

“Hay que pensar en el turismo, pero también en el deporte”, complementa Carlos Valazco, quien solía caminar por el puente, sin internarse en la isla, ya que solo en ida y vuelta del paso peatonal recorría un kilómetro a diario.

Pero la cartera de Turismo no tiene injerencia en la reapertura de este puente.

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“Una vez que exista la entrega de la obra por parte de la contratista al Miduvi, por medio de las actas de entrega-recepción definitiva, se podrá volver a dar apertura al puente basculante Durán-Santay”, dice el Ministerio del Ambiente a este medio en su contestación por escrito.

Ambiente admite que los daños persisten en las camineras dentro de Santay. “Las condiciones de humedal que tiene la isla han provocado en las instalaciones un desgaste, por lo cual deben hacerse reparaciones a través de la empresa contratista” que aún no ha entregado la obra inaugurada hace siete años, pero esas reparaciones, insiste la entidad, deben hacerse “bajo la supervisión del Miduvi”. Fue esta cartera de Estado la que pidió la construcción de los puentes y las camineras.

Moradores de la Abel Gilbert, en Durán, caminan por el malecón, pero no pueden usar el puente que conduce a la isla Santay. Foto: Marco Carrasco

Una auditoría de la Contraloría a esta obra, por el periodo 2014-2016, confirma algunas anomalías, como el hecho de que no se publicó información relevante en el portal de compras públicas o que los trabajos adicionales en el tramo 2, Durán-Santay, no han sido legalizados.

No se implementaron las medidas contempladas en el plan de manejo ambiental, en el terraplén previsto en el contrato complementario para la construcción del puente peatonal y ciclovía Durán-Santay se colocó material que no cumplió con el diseño previsto, se aprobaron órdenes de trabajo fuera de plazo y los informes de fiscalización son incompletos, concluye Contraloría en un informe de 82 páginas.

Jorge Wated, quien en 2018, cuando el barco chocó con el puente, era director del Servicio de Contratación de Obras (Secob), entidad creada para contratar las obras del sector público, explicó que no se le había recibido el tramo 2, Durán-Santay, al contratista porque debía realizar el cambio de un material de mejor calidad para las camineras, criticadas desde su inauguración porque dieron lugar a un sinnúmero de huecos.

“Si no se hacen los cambios, nosotros no podríamos recibir su obra y si no llegamos a un acuerdo tendremos que irnos por vías legales”, ya advertía Wated hace tres años, cuando el puente cerró.

En el sendero de 4,3 kilómetros de Durán a la ecoaldea de la isla Santay, este Diario contabilizó más de 400 huecos que debían ser reparados, en junio del 2018, antes de que el puente quedara inhabilitado por la colisión de un buque a la deriva.

Mientras no se reciba la obra y se resuelva la maraña burocrática sobre su manejo, el puente que hoy está acordonado con una valla plástica endeble que rodea las escalinatas de acceso, que lucen sin mantenimiento, polvorosas y con óxido, permanecerá cerrado.

Allí, una mujer que hace guardia dice que “está prohibido el paso” cuando se le pregunta por qué no se puede acceder a caminar, al menos sobre el puente de cemento, que no parece dañado y que ofrece una maravillosa vista de Guayaquil.

“Simplemente hay la orden de que nadie puede pasar, la explicación no la sé, así que no puedo informar nada’', prosigue la celadora desde el interior de una caseta donde antes se registraban los turistas y se alquilaban bicicletas para pasear por el sendero de Santay.

“Sabemos que en este lado de Santay, frente a Durán, las camineras no sirven, están totalmente destruidas y lo sabemos porque una vez nos cruzamos por el lado de Guayaquil y llegamos a esa orilla, todo está con huecos y maleza”, cuentan su aventura los primos Pulido, que decidieron volver a la isla a pesar del accidente por el que pasaron un gran susto en 2018.

Un comité barrial de la Abel Gilbert pide al alcalde Dalton Narváez que, aunque el puente no es de su competencia, interceda ante el gobierno de Guillermo Lasso para que abran el puente, que fue reparado en diciembre del 2019, durante el régimen de Lenín Moreno, aunque se tardó 16 meses tras la colisión y no volvió a recibir visitantes.

Abiertos paseos a la isla Santay de lunes a domingo, pero los senderos son un riesgo por daños

Es que al poco tiempo de que el puente estuvo reparado, en Ecuador se desató la pandemia del COVID-19 y con ella vino la época de cuarentenas, toques de queda y restricciones de acceso a lugares públicos, pero aquellas medidas poco a poco se fueron relajando en este año e incluso el gobierno de Lasso ha impulsado la vacunación como pilar de la reactivación.

La gráfica evidencia el daño en los tablones del sendero interno de la isla Santay.

Los puentes Durán-Santay y Santay-Guayaquil, con sus respectivas camineras, significaron una inversión de $ 11′582.677 que hoy no se utilizan, pues el último tramo también está cerrado porque el pasado 18 de octubre sufrió la cuarta colisión de una embarcación desde que fue instalado a la altura de la calle El Oro.

Aún no se conoce el grado de afectación del choque del buque brasileño Cisne Branco. “La Armada del Ecuador, así como el Miduvi y el Ministerio de Transporte, como entidades responsables de esta obra, han levantado esta información y se encuentran en el proceso de emisión de los informes técnicos correspondientes”, dice la cartera del Ambiente.

Hasta antes de este último accidente, 53.047 personas habían llegado a la isla por el puente de Guayaquil, un poco más del doble que los 25.711 visitantes del 2020.

El crecimiento de visitantes, por Guayaquil, se atribuía al fin del confinamiento que hubo en el año inicial de la pandemia, pero en Durán sus habitantes aún siguen a la espera de que alguna autoridad decida que ya pueden usar el puente reparado un diciembre como ahora, pero de hace dos años, y volver a la normalidad por este lado de la orilla. (I)