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Las Gilces busca reconocimiento como comuna ecológica por peculiar forma de producir arroz y sal

La propuesta es que en menos de diez años se tenga ese reconocimiento como un valor agregado a su producción libre de químicos de sus productos.

Las Gilces, MANABÍ. El arroz ecológico ya es vendido en lagunos locales comerciales de Portoviejo. Foto: Neptalí Palma

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Portoviejo

La comuna Las Gilces se encuentra ubicada a unos 30 kilómetros al oeste de Portoviejo. Es quizás la única o una de las pocas comunidades que tiene el privilegio de ser bañada por un estuario y a la vez abrazada por el océano Pacífico.

En su territorio culmina el recorrido del río Portoviejo, que nace en las montañas de Santa Ana. Con una extensa zona de manglar, en donde conviven once especies de aves, sus cerca de 3.000 habitantes comenzaron desde hace dos años a lograr apoyo internacional con el que buscan en poco menos de una década ser reconocida como una comuna ecológica en Ecuador.

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Con el respaldo de organizaciones no gubernamentales, como Heifel Ecuador, Fundación para la Investigación y Desarrollo Social (Fides) y hasta el Ministerio de Agricultura, iniciaron un proceso para la eliminación de utilización de químicos en sus producciones, principalmente en las del arroz y la sal.

Desde hace dos años, con la asesoría de Fides, los agricultores comenzaron a cultivar arroz sin agroquímicos. Walter Salazar es uno de los productores de arroz ecológico, que lo vende en algunos mercados o tiendas de Portoviejo.

De ahí nació la empresa Raíces Manabas, con unos 64 socios de Las Gilces, comunidad perteneciente a la parroquia Crucita, de Portoviejo. También participan moradores de las comunidades San Roque y Santa Teresa, que pertenecen a la parroquia Charapotó y que son vecinas de Las Gilces.

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El biol es uno de los fertilizantes orgánicos que se utilizan en los cultivos de arroz. Estiércol de vaca, levadura granulada, hojas de leguminosas y hasta ceniza son parte de los componentes de esta alternativa de protección de la gramínea.

El eliminar de los cultivos la utilización de químicos les representa a los agricultores de Las Gilces en promedio un ahorro de entre $ 400 y $ 500 por cosecha. Pero no es la única novedad.

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Con asesoría de otros organismos y hasta del Ministerio de Agricultura, se implementó desde hace dos años la propuesta de arroz-pato, que permite que estas aves puedan convivir con el cultivo y hasta mejorarlo, porque hasta sus desechos son considerados como abono.

“Empezamos en una parcela con 200 patos, los que ayudan en el control de la maleza, control de insectos, y las heces que defecan también sirven de abono para el arroz; y, cuando recorre el cultivo, oxigena el agua a su paso”, recordó Salazar.

Técnicas para el proceso de obtención de la sal también son asociadas a abono orgánico. En las salineras de Las Gilces se producen más de 28.000 toneladas métricas de este producto, al que se dedican socios de la Asociación de Producción Artesana de Sal (Asoprosal).

José Lucas es uno de esos 20 socios de esta agremiación, quienes deben sortear algunos inconvenientes y que esperan tener respaldo para iniciar el proceso de contar con registro sanitario y así darle valor agregado a este producto, que incluso es adquirido por empresas de diálisis en Manabí, que compran mensualmente unos 400 quintales.

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“La sal es utilizada para limpiar las máquinas de diálisis, porque aparte de ser saludable por poseer magnesio y calcio, es un soporte esencial para los equipos dializadores”, dijo Lucas.

Unas 80 familias se benefician directamente de este trabajo y otras 200 de forma indirecta. Lucas indicó que la falta de vías se vuelve un problema recurrente, sobre todo en invierno, en una población que se abastece de agua de pozo y hasta de tanqueros al no contar con un sistema de agua potable.

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El turismo y la defensa del medioambiente son esenciales dentro de esa propuesta de ser la primera comunidad ecológica en Manabí.

Bolívar Aragundi, presidente de la comuna Las Gilces, manifestó que todas estas iniciativas son inculcadas incluso a los niños, sobre reducir el uso de plásticos, defender el manglar y evitar arrojar basura a la calle.

Con la campaña “Soy manglar, soy vida, soy comunidad” se consiguió respaldo y recursos para implementar la primera planta de procesamiento de plástico.

“La idea es reciclar el plástico que nos llega a través del estuario del río Portoviejo y tener ese centro de acopio y procesamiento. Para fines de este mes esperamos contar con este espacio, y también para esa fecha esperamos contar con un centro de eviscerado, donde se busca que la pesca que se obtiene del mar cuente con asepsia”, relató Aragundi.

La mezcla de productos del mar con los cultivos agrícolas genera una variada gama de alimentos. Muestra de ello es que el viche de Las Gilces fue parte de los productos por los que a Portoviejo se la reconociera como parte de la red de ciudades creativas en gastronomía por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Norma Demera cree que en esta población se elaboran más de 50 platos a base de mariscos y vegetales que se recolectan en esta población.

“Queremos seguir siendo ejemplo. Por eso, defendemos todos estos procesos, porque queremos dejar una huella de ser una población saludable y hacer de la ecología una forma de vida”, indicó la mujer. (I)

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