Cuando Laura de Herrera tenía 22 años acompañó a su madre a la procesión que se realizaba en los patios del convento San Francisco en honor a Jesús del Gran Poder. En esa ocasión, una señora vio la devoción con la que Laura participaba del acto religioso, así que decidió regalarle una túnica color lila.

Esa fue la motivación para que el siguiente año, la primera vez que la procesión recorrería las calles del centro histórico de Quito, Laura junto con otras mujeres desfilaran de verónicas, acompañando a la imagen de Jesús.

Verónica, según la Iglesia cristiana, es la mujer que en el viacrucis de Cristo (camino a la crucifixión) secó la sangre y sudor del rostro del Hijo de Dios con un velo o túnica. Después, el rostro de Cristo quedó impregnado en dicho manto. Es uno de los personajes que junto con los cucuruchos, portaestandarte y representantes de la iglesia realizan la multitudinaria procesión cada año por las calles de la capital.

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Esta vez tendrá un ingrediente especial, pues después de dos años de suspensión debido a la pandemia del coronavirus, los fieles volverán a ver la imagen de Jesús y agradecerán por la vida, ahora que los niveles de contagio y mortalidad del COVID-19 han disminuido.

Laurita, como le llaman todos, es la pionera de las verónicas; ella a sus 83 años recuerda que la primera procesión, hace 61 años, vistió su túnica lila y un traje del mismo color. Ahora es morado, con una tonalidad parecida a los cucuruchos. Sin embargo, destaca que al inicio fueron 50 verónicas, con el paso de los años llegaron a ser más de 150.

Laura de Hernández cada año se viste de verónica, uno de los personajes tradicionales de la procesión de Jesús del Gran Poder. Foto: Carlos Granja Medranda

El día de la procesión se levanta a las 04:00, después de una hora (05:00) sale de su casa, ubicada en el sur de la capital. Aproximadamente a las 06:30 llega al lugar por el que hace ingresar a todas las verónicas.

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Junto con ella y desde hace 61 años se viste de verónica su amiga Rosa Pérez. Se conocieron en dicha procesión, Rosita tiene 73 años, aunque ya no recuerda cuántas veces ha caminado junto a Jesús del Gran Poder, asegura que lo seguirá haciendo “hasta que Jesusito me preste la vida”.

Con dificultad y apoyada de un bastón, camina por la iglesia San Francisco, epicentro de la procesión, en el centro de Quito.

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La primera vez que caminó de verónica lo recuerda muy bien. “Yo como siempre estoy un poquito mal, vine la primera vez a pedir a Jesusito que me dé salud, que me dé vida. Ahorita voy a salir de verónica porque tengo diabetes y estoy perdiendo la vista, a ver si Jesús del Gran Poder como es un médico divino me devuelve la visibilidad”, dice Rosita entre lágrimas.

Laura de Hernández (i) y Rosa Pérez cada año se visten de verónica, uno de los personajes tradicionales de la procesión de Jesús del Gran Poder. Foto: Carlos Granja Medranda

También lo hace para pedir por su hijo, nuera y dos nietos con los que vive. Ellos han tenido el amor y paciencia que necesita Rosita, pues relata que también padece de párkinson y que no puede hacer los quehaceres de la casa.

“Siempre agradezco y por eso pueda o no pueda, tengo que estar vistiéndome de verónica, acompañando a mi Jesusito, a la Virgen Santísima”.

La creencia de que Jesús del Gran Poder puede curar dolencias y enfermedades no es nueva entre los fieles. Laurita asegura ser un ejemplo de ello. Relata que se contagió dos veces de COVID-19, pero nunca tuvo síntomas. En las dos ocasiones no sintió nada, pero sus hijos pasaron muy mal, después de hacerle exámenes salía que tuvo el virus y que lo superó.

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“Todos me dicen que es un milagro, pues es el milagro de Jesús del Gran Poder. He querido contar esto que me hizo el Señor porque no me pasó nada y sin embargo me dio dos veces. Mi hija casi se muere, le pedí tanto al Señor porque solamente ella me acompaña”.

Como agradecimiento Laurita argumenta que seguirá coordinando a las verónicas hasta su último día de vida. “Tengo miedo de que cuando me vaya ya no vengan todas”, expresa mientras suspira observando el altar de san Francisco. (I)