Portoviejo

Sobre la cabecera de la mesa se ubica una cruz. Ya en el resto de ese espacio, familias de la comuna Sancán, del cantón Jipijapa, colocan algunos platos elaborados, como natilla, tortillas de maíz, bollos, greñoso, suspiros, y otros que, de acuerdo con la tradición de esta población del sur de Manabí, serán “consumidos” por sus familiares fallecidos en la víspera del Día de los Fieles Difuntos.

Anselmo Lino, vecino de Sancán, indica que se desconoce desde cuándo se mantiene esta tradición en esta localidad, pero cree que tendrá varias centurias de existencia, debido a que los alimentos que esencialmente se dejan listos servidos en la mesa la noche del 1 de noviembre son elaborados a base de maíz, un grano que se cultivaba desde épocas prehispánicas.

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“También hacen la yuca y el camote asado, conservas de dulce que son dejados para nuestros muertos, como indica la tradición, “llegan” en la noche del 1 y madrugada del 2 de noviembre a “comer” supuestamente estos platos que se les dejan. En Sancán, las familias Jalca, Seguiche, Pillasagua y Pincay son las que aún mantienen esa tradición”, relató Lino.

Tradiciones ancestrales marcan Día de Difuntos

Carlos Wellington, activista cultural manabita, manifestó que la tradición de dejar comida para los muertos aún está vigente en familias de algunas localidades de Joá, Los Amarillos y Sancán, en Jipijapa, y en Machalilla, en Puerto López.

“Se mantiene esta tradición en las zonas rurales o según la religiosidad mucho más apegada a la ancestralidad, en estos lugares que pese a la modernidad todavía mantienen celosamente estas costumbres, como ese temor hacia lo desconocido y sobre todo respeto a la muerte”, señaló Wellington.

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En Sancán y otras localidades se hizo comida para difuntos

Otra tradición es la que se realiza en algunas comunidades del cantón 24 de Mayo, donde con una rígida ceremoniosidad llevan hasta las tumbas un grupo de mariachis y antes de que toque melodías, los familiares golpean las tumbas saludando e indicando que llegaron y luego proceden a entonar canciones con respeto, y no bailables como se podría observar en cementerios de algunas localidades o hasta en los ubicados en los centros urbanos. (I)