Improvisación, aprendizaje, un sistema de salud debilitado, cambio de autoridades, falta de vacunas e incluso aparentes hechos de corrupción fueron los escenarios en los cuales Ecuador enfrentó inicialmente el COVID-19.

En el país, el primer caso se confirmó el 29 de febrero del 2020 y después vinieron semanas duras por la ola de contagios. El 17 de marzo, hace tres años, se declaró estado de excepción, toque de queda, restricción vehicular y de vuelos. Había 58 contagiados a nivel nacional, con dos pacientes fallecidas en ese momento.

¿Qué lecciones ha dejado esta pandemia al cabo de tres años? Especialistas creen que al inicio se pagó un duro precio por las vidas que se perdieron y la forma en la que se reaccionó.

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Para Hugo Navarrete, director de investigaciones de la Universidad Católica, a pesar de que ya se sabía que el virus estaba circulando en algunos países en 2019, en Ecuador no se tomaron previsiones.

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A través de pruebas PCR se puede diagnosticar el coronavirus. En Ecuador hay alrededor de 20.000 test entre PCR y antígenos.

Luego, a criterio del especialista hubo un mal manejo con las pruebas de diagnóstico, que sostuvo son una herramienta sumamente importante para evitar contagios y tener un tratamiento adecuado, pues cuando se diagnostica a una persona se la aísla.

Con la llegada de las vacunas, Navarrete indicó que fue tremendamente caótico, dado que en el mismo Gobierno de la época se aupó para que se inoculen personas que no estaban en riesgo, pero que tenían conexiones y a los políticos de su parte.

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Sin embargo, ve como un éxito de la gestión gubernamental actual el hecho de haber contado con las vacunas y de haber llegado con esos medicamentos masivamente a la población, lo que logró detener los contagios, así como el número de muertes.

Navarrete consideró que actualmente los contagios están muy bajos, lo que no significa que la pandemia haya terminado.

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Durante el 2020, Ecuador reportó 212.512 casos; en el 2021, 384.500; en el 2022, 433.560. En lo que va del 2023 se contabilizan 11.681 casos.

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El Centro Deportivo Metropolitano, al norte de Quito, fue adaptado para recibir a decenas de personas para que sean vacunadas contra el coronavirus. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: El Universo

Lucy Baldeón, especialista en inmunología y directora del Instituto de Investigación en Biomedicina de la Universidad Central, expresó que debido a la debilidad del sistema de salud, al inicio de la pandemia, hubo muchos casos y vidas que se perdieron como sucedió en Guayaquil.

Lo acontecido en el Puerto Principal, agregó, sirvió al resto del país para tener una idea de que se debía parar la transmisión, de que los contagios se vayan dando de a poco como sucedió en la Sierra y en el Oriente, y que el sistema sanitario pueda acoger a los enfermos.

La adquisición de las vacunas para Baldeón fue un punto clave, pero recordó que no hubo acceso adecuado, hubo problemas de corrupción sin guías para su aplicación ni definición de prioridades.

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La especialista consideró que también hubo escepticismo y temor con las vacunas sobre cuál aplicarse, pero lo importante era su acceso a fin de que haya inmunización a la ciudadanía.

También destacó que hubo un aprendizaje general sobre las medidas de bioseguridad como el lavado de manos y el uso de la mascarilla como un mecanismo para contener el virus.

A lo expuesto, Andrea Gómez, médica, salubrista y epidemióloga, añadió que hubo otros factores para que el manejo no sea el adecuado como el cambio de ministros de Salud en el gobierno de Lenín Moreno sin haber sido las mejores administraciones.

Destacó ya, en la administración Lasso, la colaboración conjunta entre el sector público y privado para la vacunación masiva, pero el éxito de la inmunización decayó con el tiempo, indicó Gómez.

Añadió que actualmente no hay vacunas actualizadas para combatir las nuevas variantes.

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El presidente Guillermo Lasso, junto con la entonces ministra de Salud, Ximena Garzón y el presidente del COE Nacional, Juan Zapata, anunciaron, en abril del 2022, el uso opcional de la mascarilla. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

¿Y el futuro?

Baldeón indicó que los contagios seguirán, por lo que hay que convivir con el COVID-19.

Sugirió seguir invirtiendo en la compra de vacunas que deberán ser parte del cuadro básico de inmunización como es la de influenza, que haya fuertes sistemas de control epidemiológico, reforzar investigación y que el sistema de salud sea más fuerte para que haga seguimiento y cercos epidemiológicos.

Para incentivar que las personas se coloquen el refuerzo, Baldeón sugiere campañas en medios de comunicación acerca de los beneficios y permitir que haya más acceso yendo a las domicilios.

Gómez mencionó que no hay control de la pandemia, sino que hay inmunidad atribuidas a las vacunas y a las generadas por el cuerpo, pero con el paso del tiempo desaparecerá y aumentarán los contagios.

“Debemos seguirnos cuidando, creo que las pruebas de diagnóstico y la vigilancia activa, es decir, el hecho que hagamos como Estado, sigamos haciendo pruebas, buscando posibles focos de contagio es lo mandatorio”, opinó Navarrete.

Para Gómez, la ciudadanía no se aplica pruebas, lo que significa que no se están diagnosticando los casos.

“No hay un control, no se ha fortalecido el sistema de salud ni tampoco hay campañas de prevención, promoción y motivación para la vacunación”, refirió Gómez.

A pesar de lo sucedido, para el experto en Ecuador no se está previendo y no estará listo cuando haya nuevamente brotes de contagio. (I)