A lo lejos, el volcán Cotopaxi se muestra imponente. Es un triángulo casi perfecto, cubierto de hielo y nieve. En pleno verano, cuando el azul del cielo es más intenso sirve como fondo perfecto para sacar la cámara y hacer una o mil postales y selfies. Es una de las imágenes más icónicas de la Sierra ecuatoriana.
Sin embargo, de cerca, en sus faldas y alrededores, hay una riqueza que el zoom de la cámara no puede captar: la vida del campo. Es tierra fértil, bosques, ganado, pájaros, aire puro y pequeñas comunidades indígenas que se fusionan en una experiencia muy particular, que el Gobierno busca promover.
En ese sentido, el Ministerio de Turismo realizó un viaje promocional con la prensa, para que se conozcan las ofertas turísticas de esa zona, en las llanuras del lado del cantón Mejía, en la provincia de Pichincha. Allí, varias haciendas abrieron sus puertas para mostrar sus productos, animales, costumbres y vivencias, dando a los turistas la posibilidad de estar lo más lejos del ruido citadino y de las amenazas de Covid-19 y sus muchedumbres.
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En estos sitios, las actividades al aire libre -como cabalgatas, senderismo, paseos en bicicleta, el acompañamiento al ordeño y la observación de aves, fauna y flora- son sus fortalezas.
A la vez, el Ministerio busca reactivar la economía del sector turístico, gravemente afectado por la pandemia. Por ello, declaró a agosto como el mes de las haciendas y el turismo rural y lanzó la campaña Viaja Ecuador, enfocada en este tipo de viajes.
Hasta ahora, el sector turístico ha logrado vacunar a más de 62 mil trabajadores con la primera dosis y en esta semana se están colocando las segundas dosis.
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El Ministerio aseguró que abrirá más espacios para promover los negocios turísticos a lo largo del país, pero esta ocasión -a manera de muestra de lo que se puede conocer en la ruralidad- presentó cuatro opciones en las faldas del Cotopaxi.
Hostería PapaGayo
Es una casa de hacienda con más de doscientos años de antigüedad, que ocupa 5,2 hectáreas y está en las llanuras de Aloasí, en el cantón Mejía, a una hora de Quito.
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Esta casa perteneció a Mariana Carcelén, marquesa de Solanda y Villarrocha, esposa del mariscal Antonio José de Sucre. Esta parte del cantón Mejía se caracteriza por sus planicies, donde se asentaban una serie de haciendas usadas como albergues de los ejércitos libertarios.
La historia cuenta que el 23 de mayo de 1822, de aquí salió el ejército de Sucre para asegurar la Independencia en la Batalla del Pichincha, el 24 de mayo.
Este espacio ha resistido al paso del tiempo y ahora, con ciertas adaptaciones, se ha convertido en un sitio turístico. Dispone de 15 habitaciones: once distribuidas entre matrimoniales, dobles y triples, y tres cabañas familiares.
Hay tres hectáreas destinadas a la crianza de animales, cabalgatas y una granja con llamas, chivos, conejos, gallinas y cuyes. El bosque protector tiene árboles con 600 años de antigüedad y está a 20 minutos de la hacienda. Los turistas pueden ir al ordeño.
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Para quienes disponen de más tiempo, hay caminatas hacia las montañas El Corazón y Rumiñahui, y a los ascensos al Cotopaxi. El equipo de alta montaña lo pueden alquilar allí mismo.
Sierra Alisos Hotel de Campo
La hacienda se asienta en un espacio de cien hectáreas, en las estribaciones del volcán Atacazo, en el cantón Mejía, a 45 minutos Quito. Está junto a una reserva de bosque primario, con exuberante vegetación, hogar de muchas especies de aves y animales.
Es una casa de hacienda rodeada mayoritariamente de alisos, de construcción rústica y elegante, adecuada para el turismo desde hace diez años. Cuenta con siete habitaciones, ofrece comida elaborada con lácteos, hierbas y vegetales de su propio huerto.
Ofrece actividades vinculadas al tema agropecuario y a un proyecto de conservación en una reserva de 19 hectáreas de bosque montano, donde se pueden ver a unas 330 especies de aves; de ellas, el 10 por ciento es endémico.
Se puede hacer senderismo por el interior del bosque. También se pueden llevar a cabo expediciones al volcán Atacazo, cabalgatas, tours en bicicleta y existe la posibilidad de participar en labores cotidianas de la hacienda, como acompañar al ordeño, ir a la granja y recoger vegetales.
Hacienda La Alegría
Es una hacienda construida en 1910, hecha de adobe con piedra pómez resultante de la erupción del volcán Cotopaxi. Se ubica en el Valle de Gualilagua, en Machachi, a 45 minutos de Quito. Se dedica a la crianza de caballos y ganado lechero en una extensión de 150 hectáreas, rodeada de árboles centenarios de eucalipto, araucarias, ciprés y algunas palmeras introducidas.
Es una hacienda ganadera, su producción es exclusivamente de leche. Dispone de 220 vacas y 90 caballos. Ahí se cruzan caballos andaluces con árabes y criollos. El resultado es un animal con mucha fuerza, que se adapta fácilmente a paseos de hasta trece días, en diferentes tipos de terreno.
La hacienda La Alegría ofrece, por lo menos, dos cabalgatas o paseos a caballo al mes. Hay varias opciones: Around Cotopaxi, 4 días; Volcano Raid Quilotoa, 6 días; y el paseo a Baños, 13 días. Durante la travesía se pueden visitar haciendas y hostales.
“Queremos que los turistas conozcan la cultura chagra y la vida cotidiana en la hacienda como visitar el ordeño y el envejecimiento de la cueva de quesos, el corral de llamas y terneros”, dice la propietaria, Patricia Espinosa.
Hacienda El Rejo
Esta hacienda es un negocio de la familia Tamariz, ocupa 36 hectáreas en las faldas del volcán El Corazón, en el barrio La Moya, en el cantón Mejía. Está a una hora de Quito, a una hora de Ambato y a 10 minutos de la vía panamericana.
Se divide en dos negocios, la hostería con su restaurante y la parte agrícola. El segmento agrícola de la hacienda produce unos 600 litros diarios de leche y cultivos de papa. Una parte de la leche la venden a la empresa Toni y con la otra hacen productos artesanales como manjar, queso de hoja, yogurt natural de higo, de arándano, de frutilla, de mortiño y yogurt griego.
La hacienda El Rejo ofrece experiencias de un día de campo, como participar en el ordeño, cabalgatas, pesca de truchas, una granja para los niños, un huerto orgánico. Desde ahí, cuando el tiempo lo permite, se pueden ver los volcanes: El Corazón, Pasochoa, Rumiñahui, Sincholagua, Antisana, Illinizas.