Martina de Jesús Rocafuerte Vera era el nombre de una mujer que fue empadronada durante el Primer Censo Nacional de Población en Ecuador, realizado el 29 de noviembre de 1950.

Ella vivía en la calle Chiriboga n.º 210, entre Chimborazo y Chile, en Guayaquil, y a su domicilio llegaron los censistas, quienes vieron a la señora con “mucha animación y lúcida”, según la publicación de Diario EL UNIVERSO del 30 de noviembre.

Martina de Jesús era una ciudadana que escuchaba poco y ya no podía caminar, pero sí recordar. “Yo nací el 5 de noviembe de 1800, cuando Guayaquil era solo un montón de covachas viejas, pero donde la dignidad estaba por sobre todos los demás conceptos humanos”, dijo la mujer.

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Además señaló: “Según recuerdo, vi la primera luz en una casa que estaba ubicada en la calle Real y Bolívar (lo que hoy es Boyacá), propiedad de mi padre, el señor Jesús Rocafuerte Jiménez, pariente de don Vicente Rocafuerte. Mi abuela, la señora Carmen Cejido, que en paz descanse, me contaba muchas historias de nuestros próceres, a los cuales no tuve la suerte de conocer. Solo vi personalmente a don Gabriel García Moreno, que vivía en una casa situada junto a la de mi padre y de quien lavé algunas camisas, pues mi profesión fue lavandera”.

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“Todas las familias nobles de Guayaquil me conocen: los Carbo, los Molestina, don Juan de Dios Martínez Mera, etc., pues a ellos también les he trabajado en el lavado de ropa”, dijo Martina.

Ella, durante ese censo, contó más de su familia. “Mi padre se vino de Balao, cuando el incendio grande, estando yo chiquita, y luego fui creciendo, habiéndome casado con Francisco Panchana a una edad bastante avanzada, teniendo (solo por milagro) una hijita, la que está aquí presente, que ya tiene 85 años y que se llama María Eladia Panchana de Romero. Mi nieta es aquella chiquilla, con 20 abriles cumplidos”, contó Martina, cuya nieta se llamaba Florinda Aurora Romero.

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Esta historia, que la registró Diario EL UNIVERSO incluso con una fotografía, es solo una parte de las situaciones durante aquel censo, que terminó después de quince días; esto porque los censistas de la zona rural necesitaban varios días para empadronar a la población.

Ya han pasado 71 años desde aquel día cuando los ciudadanos tenían prohibido salir de sus viviendas. De hecho, cerraron los mercados y bancos, y se impidió la circulación tanto vehicular como peatonal.

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Hubo una difusión por medio de afiches, carteles, hojas volantes, diez carros con altavoces, lanchas y publicaciones en medios de comunicación. Este despliegue costó ocho millones de sucres durante el gobierno de Galo Plaza.

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Fue un grupo de 12.000 empadronadores para las zonas urbanas y 5.000 rurales a nivel nacional el que registró la información obtenida de 621.645 familias, de acuerdo con el documento digital del INEC llamado “Una mirada histórica a la estadística del Ecuador”.

Se preguntó, por ejemplo, ¿usa zapatos?, ¿anda descalzo?, ¿vive como casado? y ¿qué quehaceres domésticos hace? Además, durante la jornada se observó a niños y adultos descalzos fuera de viviendas de caña.

De acuerdo con los datos del estudio del INEC, los ecuatorianos que habitaban en chozas eran una porción muy significativa del 46 %, en tanto que los que dormían en hamaca, tarima o en el suelo eran el 47 %.

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Asimismo se anotó que, de las 621.645 familias censales, 306.125 dijeron que andaban descalzas, 255.153 que usaban zapatos y 58.880 que calzaban oshotas o alpargatas.

El castellano era el idioma predominante, con 88,4 %, y un bajo porcentaje de población hablaba quichua (11,1 %). Y se destacó un elevado analfabetismo, con 36,1 %. (I)