La polémica generada por la compra de los helicópteros Dhruv en el gobierno de Rafael Correa provocó que el exmandatario rete a una “pelea” a Andrés Páez, que en 2015 era asambleísta. En ese entonces, la red social Twitter se volvió un “ring” entre Correa y Páez, al punto de decirse “si tiene un problema conmigo este canalla sabe dónde encontrarme” o “espero que no se ampare en aruñazos ni carterazos”.

Páez siempre ha sido crítico al correísmo y en las recientes elecciones seccionales, que se postuló como candidato a la Alcaldía de Quito por la alianza Quito Vuelve, no ganó. Logró estar en cuarta posición con el 12,65 % de votos. Y el correísmo, con el movimiento Revolución Ciudadana (RC), alcanzó un resurgimiento, obteniendo 61 alcaldías y 9 prefecturas.

Pero Páez no es el único opositor derrotado por el correato, Cynthia Viteri, que buscaba la reelección por la Alcaldía de Guayaquil por el Partido Social Cristiano - Madera de Guerrero, quedó segunda. El cargo lo obtuvo Aquiles Álvarez, coiderario del exmandatario. En varias ocasiones Viteri se ha referido al periodo de Correa como una década perdida para los ecuatorianos. Y aunque no basó su campaña en un discurso anticorreísta, perdió con menos del 31 % de votos.

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A Páez y Viteri se suma Gilmar Gutiérrez del Partido Sociedad Patriótica (PSP) quien no obtuvo la Prefectura de Napo; Galo Lara, quien aspiraba a la Alcaldía de Quevedo, por PSP, Izquierda Democrática (ID) y Pachakutik (PK) tampoco ganó; Carlos Falquez Batallas, por PSC, perdió su bastión en Machala, y Auki Tituaña, que iba para otro periodo en la Alcaldía de Cotacahi por el movimiento Únete, tampoco llegó a su meta. Esto, de acuerdo con analistas políticos, correspondería al desgaste de estos personajes y a una oposición dividida.

“Hay un desgaste de las figuras políticas, por ejemplo, Gilmar Gutiérrez no es un político nuevo, ni se diga Carlos Falquez. Ese fue uno de los elementos que motivaron para que haya una votación por otro tipo de candidato. Los ciudadanos buscaron rostros nuevos”, menciona el analista político Cristian Carpio.

Con esto concuerda la consultora política Gabriella Guerrero, quien indica que ese rechazo fue muy evidente. “Hay un rechazo de la ciudadanía de los actores de siempre por una falta de comunicación entre el candidato y el ciudadano. No hay el vínculo que haga que se sienta una representación, confianza para dar el voto y más bien esta misma proliferación confunde al ciudadano al momento de votar por demasiadas opciones. El candidato, dentro de su campaña, empieza hacer cosas y acciones que le restan credibilidad y eso también puede haber afectado”, comenta la experta.

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Guillermo Herrera, de la ID y quien ha sido prefecto de Carchi en varios periodos, también es parte de esa oposición que no fue victoriosa en estos comicios. Para la Alcaldía de Tulcán llegó a una cuarta posición con el 13,77 % de votos. Herrera asume la derrota y asegura que trabajarán en nuevos cuadros.

“Es un mensaje claro de ciudadanos para hacer una renovación urgente a nivel local. Vamos a impulsar un proceso para que los jóvenes sean quienes impulsen a la organización política, asuman su dirección y nosotros vamos a apoyar en la formación. Esto da oportunidad a un cambio de página”, dice Herrera y agrega que la estrategia de su continuismo falló por “ese desgaste natural”.

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En tanto, para Carpio otro de los motivos de la derrota son las propuestas de los exaspirantes que frente a los demás se vieron “débiles”, poco creíble y serias. “En el caso de Guayaquil, las propuestas sí pesaron y fueron débiles, en el caso de Viteri, por ejemplo, minimizar el debate a una cerveza”, destaca Carpio.

En esto no coincide Lucía Sosa, actual alcaldesa de Esmeraldas y que iba para la reelección por Unidad Popular y tuvo el 8,13 % de los votos. Ella considera que este resultado no es por las propuesta ni por fallo de estrategias sino porque hubo “manipulación”.

“Unas elecciones mañosas, manipuladas sin transparencia, todo estuvo preparado con antelación. Yo agradezco la voluntad del pueblo porque ellos fueron a las urnas, pero los resultados no fueron los que el pueblo decidió. Ninguna estrategia falló. Yo rescaté esto del abandono del correato porque es el que dejó todo en escombros”, indica Sosa, quien señala que ya está preparando todo para la transición con Vicko Villacís, candidato victorioso del correísmo.

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Sosa asumió su administración luego del correísmo y este año retomarán ese liderazgo: “Antes yo no recibí ningún documento, ahora le voy a dejar todas las herramientas”.

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Para Guerrero que estos personajes no tengan otra oportunidad se debe a una oposición fragmentada en la que imperó más el ego. “No hay una línea base discursiva, una ideología de donde partir, una coalición entre estas personas que representan la oposición. Hay un tema más de egos y buscan llegar al poder por ser ellos y no porque les interese realmente trabajar en conjunto, que es lo que esperaría la ciudadanía. Es una oposición debilitada que no se ha logrado sentar y ponerse de acuerdo en pactos mínimos. Por eso vemos votos con pocos porcentajes, dispersos y partidos que no se consolidan”, explica Guerrero.

Carpio concuerda con la experta y menciona que la falta de ideas también pasan factura. “No se ha centrado en muchos elementos que les motivan a poder consolidar candidaturas más fuertes, como por ejemplo en el caso de Guayaquil entre Pedro Pablo Duart (SUMA) y Cynthia Viteri sumaban más del 40 %, que es un poco menor a lo que saca Aquiles Álvarez. El mejor negocio (para el correísmo) siempre va a ser una derecha o una oposición fragmentada y creo que este escenario fue muestra de ello”, opina Carpio.

En tanto, a diferencia de los demás, Lourdes Tibán, de Pachakutik, que ha tenido destacadas diferencias con el correísmo, sí ganó la Prefectura de Cotopaxi con 19,05 %. Sus declaraciones, en contra de esa tendencia política, se han dado en diferentes circunstancias. Por ejemplo, en las protestas de octubre de 2019 dijo que el “correísmo tomó el levantamiento indígena”. (I)