Desde los 16 años, Fernando del Rincón está detrás de un micrófono. Empezó reportando en 1985 en Chiapas, en el sur de México, justo el estado donde surgió el conflicto civil de ese país que derivó en la insurrección armada de 1994 (el denominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional).

Han pasado 38 años desde entonces, y ahora que está por cumplir los 54, afirma que ese levantamiento armado lo impulsó a hacer periodismo.

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Su trabajo se centra en el género periodístico de la entrevista, las que a diario transmite a través del programa Conclusiones, de la cadena CNN en Español.

Los expresidentes de la República Rafael Correa y Lenín Moreno, así como el actual primer mandatario, Guillermo Lasso, son parte de la larga lista de políticos de Ecuador y la región invitados al programa.

Del Rincón reflexiona que la prioridad ante la posible destitución de Lasso es que primero la justicia dictamine y luego llevar el tema al plano político en el Legislativo. “Pero no primero el juicio político y después la resolución de la justicia; eso es atroz, porque si lo saca el Legislativo y después la justicia dice que no era culpable; entonces, fue un tema político nada más”.

¿De qué se acusa al presidente Guillermo Lasso en el juicio político que busca destituirlo?

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El de la entrevista es un género sumamente complejo, indica a este Diario durante su última visita a Quito, el pasado jueves, 11 de mayo. Del Rincón usa la metáfora de la cebolla en el sentido de que un personaje y la verdad tienen múltiples capas por desgranar. El cómo se pregunta para saber algo es una de esas capas.

Es como en un matrimonio, explica: cuando uno de los miembros de la pareja reclama o pide explicaciones, lo hace de manera directa, tú a tú; así mismo, en las entrevistas hay que bajarle la guardia al político con poder, con el concepto de que la rendición de cuentas es una exigencia, añade.

“En el matrimonio, el hombre y la mujer se preguntan a rajatabla, no andan con diplomacias: ‘¿Qué hiciste ayer, desgraciado? ¿Dónde estabas?’. Desde ahí es la concepción de cómo entrevisto a la gente. Si es un presidente (de la república), pues, es un empleado del pueblo, te tiene que rendir cuentas; entonces, allí le quitas esa primera capa a la cebolla”.

Otro concepto importante es hacer la avanzada, estudiar los temas que se tratarán y al personaje. Del Rincón dice que dedica entre siete y ocho horas a esta preparación por cada entrevista. La clave es la información: “El que tiene la información tiene el verdadero poder, así puedes desmentir, contradecir, refutar con el sustento”.

La Asamblea aprobó un juicio político contra el presidente de la República, Guillermo Lasso. ¿Qué radiografía política hace del Ecuador tras catorce años de ser gobernados por la izquierda y dos años más de un régimen de derecha que está en peligro de ser destituido?

Tienes al anterior, Lenín Moreno, con orden de captura (requerido por la justicia), y también (Rafael) Correa (sentenciado por corrupción). Lo de Guillermo Lasso también es un tema de justicia. Después de estudiar tan de cerca la situación de Perú, me doy cuenta de que es muy difícil poder pensar que un juicio político es meramente un tema de justicia: hay grandes intereses políticos, facciones, negociaciones por debajo de la mesa; lo he visto en otros países y recientemente en Perú, donde finalmente (Pedro) Castillo salió del poder. Esto es un tema de justicia. Hay dos escenarios: el juicio político se da y después la justicia dictamina que hay culpabilidad, o el juicio político se da y después la justicia dictamina que no hay culpabilidad. Te imaginas la gran contradicción cuando una justicia te dice que no hay culpabilidad tras revisar; entonces, está pasando por encima de la justicia el Legislativo. Es un tema muy complejo que todos los países deberían dejarlo a la justicia. Una vez que haya un dictamen de la justicia, entonces llévalo al plano político en el Legislativo, pero no primero el juicio político y después la resolución de la justicia; eso es atroz, porque lo saca el Legislativo y después la justicia dice que no era culpable; entonces, fue un tema político nada más. El partido en el poder no tiene la fuerza en el Legislativo, evidentemente. Para mí, la prioridad es esperar que la justicia determine si es culpable o no de lo que se acusa a Lasso.

¿Por qué cree que en medio de esta pugna de poderes que amenaza la democracia en la región no se logra el respeto y la independencia de poderes entre las funciones del Estado?

Hay muchos recovecos legales. Creo que nuestras constituciones necesitan una revisión. Ojo, no quiero que se malinterprete esto como que digo que necesitamos constituyentes; no estoy diciendo eso. Lo que digo es que son constituciones a veces muy viejas en su concepción y tiene que haber una actualización. Es como el software de una computadora: no se puede seguir trabajando con un sistema operativo de 1998, porque no vas a poder trabajar.

Dos casos por peculado y uno por tráfico de influencias son investigados por Fiscalía a partir de hechos tratados en el juicio político contra el presidente Guillermo Lasso

La Constitución del Ecuador data del 2008, aprobada durante el régimen correísta de izquierda.

La constitución es el software de un país. Entonces, vamos a hacer una revisión en el ámbito legal, qué cosas tenemos que actualizar, porque ha cambiado también incluso el propio sistema político (el régimen actual de Guillermo Lasso es de derecha), actualizarlo a la modernidad y tal vez eso podría permitir una mayor independencia de poderes.

¿Qué lectura hace del giro a la izquierda en la región, como en Colombia, Brasil, Argentina, México, Chile y Perú?

Es un efecto péndulo (cuando las tendencias en cultura, política y cualquier otro ámbito tienden a ir de un extremo a otro). Antes de este dominio de izquierda, vamos a llamarlo así, porque casi es en toda la región, hubo un dominio de la derecha; esta última lo hizo mal; entonces, ahora vamos a la izquierda.

Pero, en medio de estos cambios, ¿por qué no se logra consolidar el desarrollo de nuestros países?

Hay un vicio en la clase política latinoamericana que tiene su punto de partida en la corrupción, que es endémica en nuestros Gobiernos. No puedes seguir funcionando con partidos dominantes que tienen problemas de justicia por corrupción. Te apuesto que fácilmente el 80 % va a tener antecedentes de temas de justicia por corrupción; allí dices: “¿Por qué estos que tienen esta sombra de corrupción siguen participando y se les permite seguir participando en la política?”. Ahí tiene que haber legislación, tiene que haber algo en la Constitución que prohíba la participación electoral de estos en nada hasta que eso se esclarezca. Me dicen que sería un arma de doble filo, porque cualquiera acusaría a cualquier partido de corrupción para sacarlo de la contienda; es cierto. No soy legislador; entonces, busquen la forma de enmarcar esto legalmente para que eso no ocurra, pero que también se proteja la no participación de grupos de poder corruptos.

¿La tendencia de votar por políticos populistas es un freno al desarrollo en la región?

Es la falta de acceso a la educación, ya que votamos por ellos por ignorancia. A un pueblo educado no le ganas con populismo (uno de sus indicios es el uso de medidas populares con el fin de ganar la simpatía de la población a costa de acoger acciones contrarias a la democracia). El problema es que nuestra Latinoamérica es mayormente pobre. Si cuentas potenciales votantes pobres, entre clase media y media a alta, vas a tener una enorme masa de votantes que no han tenido acceso a la salud, sin recursos y educación, no tienen oportunidades, y cuando ese grupo ignorante en términos educacionales no puede entender muchas cosas, como términos económicos, plan país, desarrollo, deuda externa, relaciones internacionales pues votan por el que le promete y suena más convincente porque no pueden entenderlo. Si nuestra Latinoamérica fuera más educada el populismo no ganaría.

¿Ante esa realidad cree que el voto debería ser facultativo, en Ecuador, es obligatorio?

Tendría que pensarlo un poco más, no tengo una respuesta ante esa pregunta. Creo que es un derecho, es una obligación moral para poder definir el rumbo del país, pero también me parece muy válido que si ninguno te satisface pues no votes por nadie.

¿Crees que Correa encarna al populismo en la región, como el actual presidente de El Salvador Nayib Bukele, junto con el fallecido Hugo Chávez, que gobernó Venezuela?

Creo que todos los gobernantes y candidatos de nuestra región, de derecha y de izquierda, tienen algo de populistas. Hay un gravísimo error, han querido encasillar a la izquierda en el populismo, nada más la izquierda es populista y no es así. La derecha también es súper populista, Bukele es un ejemplo. Se ha convertido en una práctica, el político descubrió que siendo populista consigue votos más fácil, entonces ya lo están usando a diestra y siniestra. No es un tema exclusivo de una ideología, es generalizado como son los clichés en muchas de las respuestas de las preguntas que hacemos. Me da mucha risa, diferentes periodistas le hacen la misma pregunta a Andrés Manuel López Obrador (presidente de México), Guillermo Lasso, Bukele, y la respuesta es estándar en cada uno, prácticamente la misma, ya tienen sus frases armadas para ciertas respuestas, eso es parte del populismo.

Usted usa un tono enérgico y directo. El analista y opinólogo José Hernández afirmó en un artículo que sentaba a sus entrevistados para juzgarlos en vez de extraer lo que la gente necesita saber o entender.

No tengo nada que decirle. Es muy fácil hablar de uno cuando tú no estás sentado frente a un presidente haciendo una entrevista que va a marcar el destino de un país. Es muy fácil hablar de todo el mundo: “Tú eres así, tú no me gustas”. Ven, siéntate, hazlo tú; cuando tú lo hagas, me cuentas.

El periodista mexicano Fernando del Rincón está frente a una cámara desde que tenía 16 de los 53 años de edad que tiene. Foto: El Universo

El género de la entrevista es muy importante en periodismo. Hay personajes que no dan entrevistas a periodistas locales de sus países y buscan a los internacionales porque creen que son más manipulables bajo el concepto de que no están informados. ¿Cómo lo evita?

Pues eso: esa misma reflexión que hiciste es lo que yo hago. Claro, piensan que porque soy internacional no voy a saber todo a detalle como lo sabría un local, y al paso de los años ya saben que conmigo será como si fuera un local; me lo han dicho, la gente me lo dice; ese es un sentido de responsabilidad que tengo. No sé si tenga que ver algo con el ego profesional.

En Ecuador se hizo más conocido por las entrevistas que realizó al expresidente de la República Rafael Correa (2007-2017) cuando estaba en el poder. ¿Qué impresión tiene de él?

Rafael es un ser humano sumamente inteligente y preparado. La entrevista con Correa es intelectual, o sea, tú tienes que saber muy bien de lo que estás hablando. Tiene muchos recursos, mucho conocimiento; no es solo un político: realmente es una persona preparada y, por supuesto, ponerse a ese nivel no es fácil. Hay entrevistas con otros políticos que son muy aguerridas, pero que no tienen el nivel intelectual que puede manejar Rafael Correa. A mí esas entrevistas me gustan mucho, porque me retan intelectualmente. Con Rafael siempre nos tuvimos, dentro de todos los encontronazos, un respeto. Él sabía que hablar conmigo no era hablar con cualquiera que no estuviera informado, sabía que traía la minucia de lo que estaba hablando y sabía que él también la manejaba. Entonces, hubo tensiones, pero había un golpe en el boxeo que no se valía y ninguno de los dos lo hizo nunca. Es una cosa de entendimiento; no te lo puedo explicar. Es ese baile del boxeador que se acerca y te da dos en el hígado, pero va para atrás y no te noquea; te va aflojando. Siempre me he sentido como un baile así en el ring, en un ring informativo, obviamente, y todo a través del lenguaje.

Vía Twitter se enfrentan canciller Patiño y periodista Del Rincón

¿Nota un cambio en Rafael Correa en estos años cuando ya no es presidente del Ecuador?

No mucho, creo que sigue siendo él. Lo interesante de Correa es eso, estando o no en el poder. Por supuesto, la narrativa cambia, porque defiende otras cosas ahora de las que defendía antes, porque tenía control sobre ciertas cosas; ahora no lo tiene, pero su actitud sigue siendo la misma. Y Rafael Correa, como quieran llamarlo, es muy seguro de sí mismo; hay quienes dicen que es más que ser seguro de sí mismo; no lo sé, pero para mí sí es seguro de sí mismo.

“No quiero ni pensar en cómo sería un mundo en el que los periodistas no pidamos cuentas a quienes nos gobiernan”, afirmó en una de sus reflexiones sobre este oficio. Pensemos ahora cómo sería la región sin ese mecanismo de rendición de cuentas...

Faltaría un balance que no tuviera que ver con la política. Tienes el Legislativo, que trae un balance al Ejecutivo. Hablamos de temas de gobernabilidad cuando no hay una mayoría favorable al oficialismo de turno, pero siempre hay un interés político en estos balances. En el periodismo, pues, se supone, es mi caso, no hay el interés político, y así debería ser en todo el ámbito periodístico. Y es una diferente forma, primero, de trasladar todas las inquietudes de la gente a una entrevista con un dirigente o cualquier poder del Estado. Es rendir cuentas públicamente a través de medios convencionales, de una entrevista o de nosotros como periodistas, haciendo ese clamor público concreto en una pregunta directa al que tiene que responder. Sería muy difícil, por ejemplo, para grupos vulnerables encontrar un espacio donde pudieran ser escuchados. La mayoría de las veces es a través de la presión mediática que grupos vulnerables logran encontrar una respuesta; si eso no se diera, imagínate el grado de indefensión en el que estarían muchas personas.

Incluso algunos siguen en esa indefensión.

Lo están aun con los medios; entonces, imagínate sin ellos. Por darte un ejemplo, creo que tiene muchas más implicaciones, pero, si lo reducimos a estos grupos vulnerables y casos particulares: desapariciones, feminicidios, persecuciones.

El caso de María Belén Bernal (asesinada en un cuartel policial de Quito por su pareja policía) es un ejemplo.

Exactamente, mis propios colegas de El Comercio (equipo periodístico de ese medio que fue secuestrado y asesinado en marzo del 2018) que todavía no se ha liberado la información que tanto se dijo que se iba a dar a conocer; lo prometió Lenín Moreno (expresidente de la República en el periodo 2017-2021). Entonces, es una herramienta importantísima para exigir cuentas, para dar espacio a voces que no lo tienen y que no debería tener una carga política.

¿Y las redes sociales cree que han trastocado esta función de rendición de cuentas a través del periodismo?

Creo que la complementan si las manejan responsablemente y si, como consumidor, entiendes que no todo lo que está allí es cierto, si tienes la responsabilidad cívica de ir un poquito más allá y verificar lo que estás viendo. Pero, como periodistas, tenemos que usarlas y saber cómo usarlas. Hoy por hoy, muchas de las declaraciones oficiales ya no se hacen a través de un comunicado en una conferencia de prensa, sino que envían un tuit. Las redes sociales han cambiado la forma de hacer periodismo; hay mucha más inmediatez y han encontrado allí también espacios muchas voces que no los tenían. Nos encontramos a veces historias en redes sociales que después crecen y brincan a los medios convencionales.

¿Eso es lo que busca en su espacio de CNN en Español llamado Conclusiones?

Concretamente es eso: es un balance de poder, hacer rendir cuentas.

Fiscalizar el poder...

Sí, claro, pero no solo eso: hay entrevistas que son muy útiles en diferentes temas, por ejemplo, en narcotráfico. Hablas con el ministro de Gobierno que anuncia un nuevo plan para combatir el narcotráfico; entonces, cuáles son esas formas, y en el intercambio, a veces sin querer, se aportan reflexiones para la audiencia, para el mismo funcionario, que puede nutrir mucho más sus esquemas.

Una de sus últimas entrevistas con funcionarios ecuatorianos fue justamente con Paco Moncayo, consejero de Seguridad Nacional del régimen de Guillermo Lasso.

Sí, me decía todo lo que pensaban hacer y nunca topó el tema de las finanzas. Entonces sí le dije que, si no van a rastrear el dinero que nutre a los grupos criminales...

¿Esto es de su experiencia de la cobertura de la complejidad del narcotráfico en México?

Así es, estuve amenazado de muerte por el narcotráfico en mi país y sé que una de las formas para poder cooptar a estos grupos criminales es seguir la ruta del dinero, cortarles esa vía; entonces, allí a veces se logra mucho más que el tema de la calle y la seguridad (operativos de control y disuasión). Entonces, Moncayo lo asumió como que era una buena idea; no te lo dicen, pero te das cuenta en la actitud: “¡Ah, caray! Sí es cierto; eso también tenemos que hacerlo”.

¿Cuál recuerda como una entrevista difícil y que hizo ante ello?

Muchas. Normalmente no te contestan directamente a la pregunta, o sea, no tienes una respuesta concreta, se andan por las ramas o tratan de abarcar una respuesta muy vaga que dure aproximadamente veinte minutos para que ya no tengas tiempo de hacer una pregunta más; entonces, el tema se diluye, que son prácticas de los políticos, asesores; les recomiendan hacer esas cosas. Es mi obligación no permitir que ocurra eso. Si quieres hablar conmigo, hablamos, te pregunto algo, me respondes lo que te pregunté; y, si no quieres responder, dímelo, hay la libertad de no hablar de ciertas cosas.

Que también es decidor...

Pero además yo lo agradezco mucho más y la audiencia también. ¿Por qué? Porque no es un tema del que quiera hablar; está en todo su derecho, es muy válido. Pero cuando tratan de engatusarte con un universo de pensamientos, de frases y de historias, no es honesto; la gente que está esperando una respuesta no se merece esas cosas, y el invitado tiene sus libertades y sus derechos, como cualquiera de nosotros, y se los respeta.

Cacería de votos para definir la suerte del presidente Guillermo Lasso en el juicio político que se instala en la Asamblea Nacional

¿Cuánto tiempo dedica en la preparación de una entrevista a un invitado?

Normalmente, así tranquilo me aviento de siete a ocho horas por personaje. Siempre he manejado la premisa de que, si voy a entrevistar a un personaje de alto perfil, tengo que saber mucho más que él. No puedo ponerme a exigir al 100 % algo de lo que yo no sé el 120 %, así siempre habrá una respuesta que me dejará dudando y no voy a tener la certeza de que respondió o no, de que está diciendo lo que es o lo que no es. Ya con la práctica y con los años sabes cuáles son los temas álgidos, los que se deben detallar; entonces, hay temas en los que soy más minucioso y profundo en el estudio e investigación que en otros para poder tocar lo que realmente es de interés público nacional en nuestros países.

Siempre cita a las redes sociales sobre lo que se dice de ese personaje.

No tanto, no me gusta mucho este tema de las redes. Reviso más el historial de ellos en redes; en declaraciones a veces son muy contradictorios algunos de los personajes, dicen una cosa hoy y seis meses después todo lo contrario, y allí hay un récord histórico. Usted dijo esto y hoy dice lo contrario: ¿por qué?, ¿qué paso en el camino?, ¿por qué el cambio? (I)

El periodista Fernando Del Rincón participó del evento Impacta organizado por la Universidad San Francisco de Quito. Foto: Carlos Granja Medranda