La sensación de voltear un vaso con líquido que se riega, pero en el interior del organismo, en el lado izquierdo de la espalda, era lo que percibía Guido Campaña, de 57 años de edad, cada vez que se ponía de pie tras dormir o al virarse en la cama. El síntoma lo persiguió por meses en medio de la pandemia del COVID-19.

Un radiólogo recién se percató de la anomalía que tenía en los pulmones en julio pasado, cuando Guido ingresó al hospital por una afección en el estómago. “Tenía derrame pleural (acumulación de líquido entre los tejidos que recubren los pulmones). Con una sonda pequeña evacuaron el líquido, pero no se pudo retirar todo, entonces me derivaron a un cirujano torácico y me operaron”.

Ya en el quirófano le retiraron también unas adherencias que los médicos dicen que se originan por gripes mal curadas de una bronconeumonía que tuvo hace seis años. Tras esta cirugía que se hizo en una clínica privada por derivación del IESS, en Guayaquil, le diagnosticaron bronquiectasia, la que puede derivarse de una infección bacteriana. “La otra teoría es que son secuelas del COVID-19 que me dio en abril del 2020”, añade Campaña, quien aún espera el diagnóstico final de su cuadro.

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Su caso es la muestra de como una infección puede llevar a otra y perjudicar la salud. Por la cirugía, Campaña estuvo internado 33 días.

En el 2020 se dieron 907.515 internamientos en los hospitales del Ecuador. Las enfermedades respiratorias fueron la quinta causa de ingresos (49.265), superadas por las del aparato digestivo (122.655), genitourinario (59.032), el COVID-19 (55.075) y las neoplasias (51.056), excluyendo los embarazos, partos y las ocasionadas por causas externas (accidentes o envenenamientos). Las cifras se dan en un año atípico debido a la congestión hospitalaria por la pandemia.

A las respiratorias hay que sumar los ingresos por ciertas infecciones y parásitos (29.438) que incluyen los casos de bacterias en los pulmones, como la tuberculosis pulmonar con 1.222 egresos en el 2020.

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Los últimos datos de hospitalizaciones actualizados al año pasado indican que hubo 24.185 por neumonía y 569 debido a la influenza (gripe).

Ambas, provocadas en su mayoría por patógenos que ingresan al organismo, son la cuarta principal causa de muerte en Ecuador con 6.930. El COVID-19 es la primera con 23.793 fallecidos, solo en el 2020, también generada por un microorganismo, en ese caso, un virus.

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En la mayor parte de los muertos por coronavirus se desarrolló neumonía, indican los especialistas. Cuando el COVID-19 la genera, sube la probabilidad de ir al hospital y de morir sobre todo en personas con factores de riesgo, explica el neumólogo Iván Chérrez.

Daniel Garzón, profesor de la Universidad San Francisco de Quito con una especialidad en microbiología, indica que las infecciones se contraen en la comunidad, como la bacteria de la tuberculosis, o en el ambiente hospitalario, cuando no se dan los cuidados de higiene (intrahospitalarias o nosocomiales).

“La causa es una bacteria, un virus, un hongo. La transmisión es vía aérea, principalmente, por contacto cercano, partículas de saliva, de la misma manera que sucede con el COVID-19. El uso de la mascarilla de forma continua en la comunidad sí previene también la transmisión de estos otros patógenos”, añade.

El microorganismo ingresa y llega al pulmón, donde hay una respuesta inmunológica ante este cuerpo extraño. La manifestación más común es la neumonía que tiene una clasificación leve, moderada o severa.

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Cada una de las infecciones requiere tratamiento distinto. La del coronavirus y la gripe ocasionada por algunos tipos de virus no necesita antibióticos, dice Chérrez. Pero las bacterias, que son microorganismos más grandes, sí los demandan.

El problema es que la hospitalización sube el riesgo de que una infección viral se vuelva bacteriana. “Cuarenta y ocho horas después de ser internado el paciente empieza a tener fiebre, tos con esputo amarillento, eso puede indicar que entró una bacteria”, dice Chérrez.

Estas infecciones asociadas a los cuidados de la salud producen patologías respiratorias como las neumonías intrahospitalarias y las asociadas a la ventilación mecánica, indica Mabel Ramos, presidenta de la Sociedad de Infectología del Guayas. Estas “se producen por transmisión cruzada (manos-dispositivos-superficies contaminadas). Los factores de riesgo son varios asociados a la atención, durante la manipulación inadecuada de la vía aérea del paciente, falta de higiene de la boca, destete dificultoso del ventilador, reintubación, intubación emergente, desinfección adecuada de dispositivos, falta de insumos respiratorios, entre otros”.

Hay factores de riesgo asociadas al huésped o paciente, agrega, como la edad avanzada, prematuridad, lesiones de vía aérea o de la columna, uso de antibióticos sin prescripción médica, enfermedades pulmonares crónicas o cardiacas, entre otras.

“Al uso de antibióticos se suma el de antiinflamatorios potentes como corticoides sin necesidad de uso, los que disminuyen las defensas del huésped y lo exponen a infecciones de este tipo... Los microorganismos que se aíslan en estos casos son en su mayoría bacterias resistentes a múltiples fármacos o infecciones causadas por hongos o mixtas”, asegura Ramos.

La recomendación es evitar el uso innecesario de antibióticos como azitromicina, levofloxacino, ceftriaxona, entre otros. “A pesar de que la evidencia científica desacredita su uso, son frecuentemente usados de forma ambulatoria para tratar COVID-19″, añade.

Otra opción es vacunarse contra la influenza y el neumococo, tal como se hace con el COVID-19, sobre todo en pacientes con comorbilidades como diabetes mellitus, obesidad, hipertensión, enfermedades autoinmunes, degenerativas, neoplasia e inmunodepresión, aconseja Ramos.

Incluso, dice Garzón, “hay casos en los que la alta exposición a antibióticos ha ocasionado las bacterias multirresistentes que se suma a la infección por COVID-19, lo que influye en la mortalidad de los pacientes por sobreinfección”.

No se considera un peligro a una persona que es dada de alta de un hospital después de tener una infección intrahospitalaria. “No hay riesgo de transmisión en la comunidad”, enfatiza.

Hay pocos antibióticos en el mundo para combatir la multirresistencia, asegura Ramos. “En el país existen fármacos que no forman parte del cuadro nacional de medicamentos y que pueden ser una ayuda en cierto grupo de pacientes”.

Las medidas de prevención del COVID-19 son las mismas para evitar estas otras infecciones, como el lavado de manos, mantener los sitios ventilados, limpiar las superficies y el uso de la mascarilla.

A un campesino de 41 años de edad, que prefirió la reserva de su nombre, le diagnosticaron tuberculosis en julio pasado, cinco meses después de que tuvo coronavirus. Él desconoce cómo se contagió, pero la enfermedad no lo deja trabajar en sus cultivos en una zona rural de la provincia del Guayas. Dice que tiene tos constante y que tomó el cuidado de separar su vaso y cuchara para no contagiar a sus dos hijas y esposa. Ya recibe tratamiento.

La teoría en este caso, según le explicó un especialista, es que probablemente ya tenía la bacteria de la tuberculosis en estado latente (sin desarrollar síntomas) y que la reducción de las defensas por el COVID-19 conllevó a que se manifieste la infección bacteriana.

Las medidas de prevención del COVID-19 también protege de otras infecciones

Hay campañas de vacunación para prevenir la influenza cada año. Foto: Jorge Guzmán

El último informe semanal de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que “las diversas medidas de distanciamiento social y físico implementadas por los Estados miembros para reducir la transmisión del virus SARS-CoV2 (que provoca el COVID-19) también pueden haber desempeñado un papel en la reducción sustancial o incluso completa, en la transmisión del virus de la influenza”.

Los casos de influenza hasta el 13 de agosto están en niveles moderados y en disminución en la región andina, informa la OPS.

Este Diario solicitó entrevistas y respuestas a planteamientos enviados al Ministerio de Salud Pública sobre las infecciones pulmonares, pero no hubo contestación hasta el cierre de esta edición. (I)