La falta de empleo es una de las motivaciones del emprendimiento en negocios en Ecuador. Solo en una misma cuadra del área comercial de Mucho Lote 1, en el norte de Guayaquil (la ciudad del país que alberga el mayor número de personas que tienen empleo o lo buscan), hay dos farmacias, un asadero de pollos, una tienda y un bazar.

Jackeline, de 57 años de edad, instaló una tienda o despensa en su casa ubicada en la cooperativa Unión de Bananeros del Guasmo, en el sur de la ciudad, hace cuatro años, en 2018.

Su motivación principal fue obtener ingresos tras regresar de España. “Llegué hace nueve años y empecé a invertir en negocios que me dieran un ingreso estable. Luego de intentar en diferentes negocios donde perdí dinero, como la compra de tricimotos, decidí ponerme una tienda”, cuenta.

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Todo empezó de a poco con la venta de ciertos productos como gaseosas y dulces. Luego adquirió dos congeladores y vitrinas por lo que amplió el negocio. “Ya después de dos años vendíamos casi de todo. Lo único que no ofrecíamos era frutas y vegetales, porque se necesita madrugar para ir al mercado de Montebello y no quería hacer eso porque era desgastarme mucho”, indica.

La idea era tener la tienda y trabajar desde casa. Ella misma atendía la despensa junto con su esposo. Su nieto también ayudaba en algunas ocasiones. “No contraté a nadie. Yo era la que más estaba atendiendo, hablaba con los proveedores, arreglaba las vitrinas, llevaba las cuentas de la tienda. Era la todóloga”, manifiesta.

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Los problemas empezaron el año pasado y en septiembre último cerró el negocio. “Si bien el sector siempre ha sido peligroso, no se tenía esto de las vacunas (extorsión a los negocios). En mi barrio había tres tiendas más”.

Jackeline narra que primero llegaron unos hombres en moto a uno de estos negocios a pedir la vacuna. “Esa tienda era más grande que la mía y le pidieron $ 200 mensuales. Luego llegaron a la otra, que era más pequeña que la mía, y le pidieron $ 100. Como se negaron a pagar comenzaron a asustar a la gente mostrando armas y dicen que incluso con disparos al aire, eso me contaron, yo no lo vi”.

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Ante la falta de seguridad afirma que decidió cerrar el negocio. “Era cuestión de tiempo para que vayan a mi tienda. Vendí los congeladores y tengo embodegadas las vitrinas”.

Actualmente es ama de casa, pero afirma que estaría dispuesta a abrir de nuevo si ya no hay las vacunas.

El Ministerio del Interior indica que la ciudadanía debe denunciar estos casos a las líneas 1800 DELITO (335486), opción 1, o 1800 EXTORSIÓN. Solo durante el año pasado se registraron más de 4.500 denuncias sobre este delito, de las que 1.105 fueron resueltas, según las cifras oficiales. La entidad asegura que se mantendrá la confidencialidad de los denunciantes.

Las tiendas de abarrotes o despensas (ventas al por menor) son el negocio más común y numeroso en Guayaquil. En 2022 había 1.815 con tasa de habilitación activa, es decir, solo se incluye a los que tienen los permisos respectivos para operar, según cifras de la Municipalidad de la ciudad.

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En segundo lugar están los restaurantes (1.429), los consultorios de medicina general y de especialidades (1.418), seguidos por las farmacias (1.131) y los bazares (823).

La tienda de Jackeline no está incluida en esa estadística ya que su negocio nunca tuvo permisos, como otros que funcionan en los barrios, sobre todo en los más populosos. “Mi tienda era informal, pero eso no me impidió comprar a los proveedores. Me llegaban todos los productos a mi nombre, no al nombre del negocio, ya que no había permisos ni estaba estructurado legalmente”, reconoce.

En su caso el freno fueron las vacunas, pero Roberto, que tenía un restaurante en un local alquilado en la ciudadela Alborada, en el norte de Guayaquil, indica otra razón que motivó el cierre en enero pasado.

Afirma que en los mejores días, desde diciembre de 2021 cuando abrió el restaurante, logró vender hasta 300 almuerzos diarios, pero ese número bajaba a menos de la mitad. “Esas eran jornadas malas y había meses que solo me alcanzaba para cubrir el arriendo del local y pagar a la cocinera y su ayudante, salía ahí sin ganar, por eso decidí vender el negocio”.

A más de las ventas bajas se suma la competencia. Solo por el sector donde él estaba había tres restaurantes más que sirven a las personas que trabajaban en los centros comerciales de la zona. “Solo lo tuve un poco más de un año y decidí abrirme. Lo puse con mis ahorros y la indemnización que recibí de mi último empleo formal”, cuenta Roberto.

La ubicación del negocio y la competencia que existe en la zona donde se instalará son factores que deben tomarse en cuenta al iniciar un emprendimiento, indica Andrés Proaño, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

“Todo esto viene de hacer un pequeño análisis de mercado de competencia”, dice. Sin embargo, Proaño agrega que uno de los pasos previos más importantes, sobre todo cuando es un primer emprendimiento o se incursiona en un mercado nuevo, es enfocarse en el problema y en la necesidad de los clientes.

“Hay una diferencia entre el emprendimiento por necesidad y el de oportunidad. El primero son la mayoría de los que surgen en Ecuador, emprenden porque no tienen empleo o hay mucha inestabilidad de ingresos o son mal pagados los que los poseen. El problema de estos es que tienen un bajo nivel de innovación y se diferencian muy poco de lo que ya existe en el mercado”.

En este grupo se incluyen los que se quedan en la informalidad con insuficiente volumen de ventas. “Son un medio de subsistencia y presentan tasas de crecimiento menores que un emprendimiento de oportunidad”, asegura.

También tienen una alta tasa de mortalidad, es decir, no permanecen en el tiempo debido a los ingresos insuficientes, lo que además impide que el negocio se formalice y genere empleos de mínima calidad en la economía.

Los estudios indican que hay hasta un 70 % de informalidad en los negocios del sector comercial de las economías de la región de América Latina.

“A nivel macroeconómico son comercios que aportan poco a la economía nacional y tampoco generan empleos formales”, agrega Proaño.

Son negocios más vulnerables ante el impacto de golpes externos como la última pandemia del COVID-19, agrega el especialista. “Tienen menos probabilidades de seguir adelante”.

El emprendimiento por oportunidad, en cambio, se basa en el reconocimiento de necesidades en el mercado aun no satisfechas o satisfechas de una forma deficiente. Esta actividad emprendedora se caracteriza por desarrollar una nueva solución, aportando innovación a la sociedad.

Estos implican un análisis del mercado antes de ofrecer el producto o servicio, afirma Proaño. “Se hace una investigación enfocada en las necesidades del cliente. Aquí se usan metodologías que vienen del mundo de la tecnología como design thinking y lean startup (sistema utilizado para pasar de proyecto a empresa poniendo el foco en las necesidades del cliente)”.

El primer consejo para los emprendedores es enamorarse del problema, dice Proaño.

“Hay que hacer mucho estudio cualitativo, es decir, no son encuestas ni datos estadísticos, sino más bien generar espacios de investigación directamente con tu posible cliente. Allí se encontrarán una serie de oportunidades gigantescas porque hay muchos mercados que no están bien servidos, incluso en estos locales numerosos como restaurantes, gabinetes de belleza, venta de repuestos de autos. Siempre se podrá innovar y mejorar, pero normalmente el que ya está metido en el negocio no lo ve. Incluso empresas grandes se quedan sin ver ciertas tendencias”.

Casi la mitad de las personas con empleo en Guayaquil trabajan en el sector servicios

El 45,2 % de las personas con empleo en Guayaquil trabaja de forma independiente, es decir, un total de 560.729 trabajadores, en diciembre del 2022, según las últimas cifras disponibles del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). La mayor parte de este grupo posee negocios o se dedica a la venta ambulante.

Este grupo posee un ingreso promedio de $ 425,5 al mes en Guayaquil.

El 49,1 % de los habitantes con empleo en la ciudad (609.110) labora en el sector privado, que incluye a los negocios formales y los de la industria manufacturera, los que ganan un promedio mensual de $ 534,1.

El 5,7 % restante trabaja en el sector público (70.711 empleados) con un salario promedio de $ 1.142,7.

Un total de 1′240.551 personas mayores de 15 años de edad tenía un empleo en Guayaquil. El 49,1 % de ellos labora en el sector servicios, 26,5 % en el comercial, 14,3 % en manufactura, 9 % en construcción y el 1,2 % en agricultura y minas.

Un total de 1′240.551 personas mayores de 15 años de edad tenía un empleo en Guayaquil.

El 49,1 % de ellos labora en el sector servicios, 26,5 % en el comercial, 14,3 % en manufactura, 9 % en construcción y el 1,2 % en agricultura y minas.

La Población Económicamente Activa (PEA) de la ciudad, que incluye a las personas que tienen empleo o lo buscan, se completa con los 42.648 desempleados registrados en el cuarto trimestre del 2022. (I)