Que Iron Man aparezca junto a Batman parece imposible, y lo es más aún si a ellos se unen Depredador y un samurái.

Sin embargo, en algunos semáforos de Guayaquil ese escenario es posible. Estos cuatro personajes aparecen no para combatir el crimen o aterrorizar a la población, como ocurre en las películas de acción y ciencia ficción, sino para sacar sonrisas.

Y es que, detrás de las capas, máscaras, armaduras y todos los complementos de los disfraces, hay jóvenes de nacionalidad venezolana que salen a diario al centro de Guayaquil para conseguir ingresos y así subsistir junto con sus familias.

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Bryan interpreta a Iron Man; Elvis, a Depredador; el apodado Chagui, al samurái; y Yorman Viloria, a Batman. Foto Jorge Guzmán.  Foto: El Universo

Bryan interpreta a Iron Man; Elvis, a Depredador; el apodado Chagui, al samurái; y Yorman Viloria, a Batman. Bryan realiza la pose favorita de los fanáticos de Iron Man cuando dispara sus rayos. Elvis se lanza a asustar a quienes desde las ventanas de los vehículos miran con curiosidad su máscara y rastras. Chagui se pone al frente de los vehículos, mostrando su espada. Y Yorman va caminando, moviendo su capa y, en ocasiones, levantando su puño como señal de victoria. Todos concluyen su acto diciendo: “¡Dios te bendiga!”.

Estos movimientos y maniobras se observan en las calles Machala y 9 de Octubre, o en las demás intersecciones de la segunda avenida, tanto en la mañana como en la tarde.

Este grupo de jóvenes vio en los disfraces una oportunidad de ingreso económico, y ya llevan seis meses acercándose a los vehículos mientras la luz del semáforo está en rojo.

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Yorman Viloria, de 24 años, compró el disfraz en el norte de Guayaquil. Él se unió a su compañero Elvis, quien se inició con este trabajo. En el camino se integraron Iron Man y el samurái.

Según Viloria, todos son como una familia, pues se conocieron en las calles, en medio de la necesidad y angustia de conseguir un techo y alimento.

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Viloria dejó Venezuela hace un año en búsqueda de días mejores. Allá trabajaba como vendedor informal, ofertando frutas; pero, como para él la situación empeoraba decidió venir a Ecuador, donde lo esperaba su esposa e hija, que hace unos años habían migrado.

Colombia fue una parada obligada en su periplo, para reunir dinero y continuar su viaje a Ecuador. En el país cafetalero trabajó vendiendo dulces en las calles, y ya en Guayaquil se dedica a ser ‘superhéroe’ en la mañana, mientras que de tarde y de noche vende cigarrillos.

El grupo de jóvenes se acerca a los vehículos para asustar o llamar la atención. Foto Jorge Guzmán. Foto: El Universo

Soy bachiller. No pude seguir estudiando porque me puse a trabajar, por la crisis. Después se puso peor”, dice Viloria, quien trata de enviar $ 20 semanales a su familia en Venezuela.

Nosotros tratamos de hacer reír a las personas. Salimos día a día a buscar la moneda para pagar arriendo, servicios básicos y la comida”, cuenta el joven.

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Él y sus tres compañeros ganan un promedio de $ 10 al día en los semáforos, cada uno. “Hay personas que paran y nos ayudan; otras se bajan del carro y nos graban para que enviemos saludos de cumpleaños. Así como hay gente buena, hay gente mala que insulta”, relata.

Viloria ha pasado circunstancias desesperantes, como que lo saquen de donde arrienda. “Hay veces que se pone difícil y me toca hablar para que nos regalen cinco días, para completar el arriendo de $ 220; o le digo a mi mamá que no tengo para depositarle”, comenta.

Tanto Viloria como Bryan, Elvis y el Chagui esperan con ansias el mes de diciembre. Dicen que será el mes de la “bendición”. “Estoy esperando diciembre, porque dicen que se pone mejor. Yo no he trabajado aquí esos meses, pero nos han dicho eso: que la situación mejora”, cuenta. (I)