Desde las faldas del cerro Pancho Diablo, a la altura del km 23 de la vía a Naranjal, el policía ambiental William Guanín avanzó sigilosamente, serpenteando un tramo de bosque seco y con un arma en la cintura. No quería ser visto por los tres hombres que ese miércoles 17 de junio del 2020, con machete en mano, talaban troncos de madera balsa en la Reserva Ecológica Manglares Churute, un área protegida en la que cualquier afectación representa un delito que se sanciona con prisión de 1 a 3 años.

“Alto, Policía, ¡deténgase! No se muevan, colaboren con la Policía Nacional”, les dijo el agente ambiental a los hombres que además de la tala de 52 árboles de balsa habían capturado un mono aullador, un oso perezoso de dos garras y un loro frentirroja. “Uno de los hombres, al ver nuestra presencia salió en precipitada carrera. Ante este accionar, inmediatamente procedimos a neutralizarlo y de la misma manera a los otros dos ciudadanos”, señala el uniformado en el proceso judicial que se inició por delito flagrante y que incluyó tres detenidos, todos hermanos, y el decomiso de las especies de flora y fauna.

Yo fui engañado, somos simples jornaleros, somos de Esmeraldas, tenemos poco tiempo aquí”, dijo Franklin Stalin P., uno de los tres detenidos contra quienes el fiscal Carlos Guerrón formuló cargos y pidió la prisión preventiva, basándose no solamente en el parte policial y la flagrancia, sino también en los testimonios de biólogos, guardaparques y técnicos de la reserva.

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Hemos encontrado reincidencia de tráfico ilegal de madera. El tráfico de este recurso forestal tiene buena venta, hemos venido paso a paso realizando investigaciones en las que hemos encontrado embarcaciones llenas de balsa; en este caso particular, hemos encontrado a estas personas realizando la tala de la boya, por ser el hábitat de aves, el pájaro carpintero. Cuando el árbol se seca sirve de nido para esta especie, se afecta otras especies, la reserva ecológica es parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas

Domingo Solórzano, técnico de Manglares Churute.


Pese a ello, la jueza multicompetente de Naranjal, Silvia Malo, acogió las pruebas que argumentó la defensa –un certificado de alquiler y una planilla de luz – y negó la prisión, considerando que hay “medidas alternativas, y el tiempo que estamos viviendo en una pandemia”. El fiscal refutó: “el certificado de residencia es un documento simple, la factura eléctrica corresponde a una persona que no tiene nada que ver con los procesados”.

Los hermanos quedaron en libertad, con la condición de presentarse cada cinco días en la Policía Judicial. Pero no cumplieron. Desde hace un año están prófugos. La misma jueza ordenó en septiembre del 2020 que sean nuevamente capturados y trasladados al Centro de Detención Provisional de Guayaquil, lo que aún no ocurre.

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La tala de madera balsa se disparó en julio del año pasado. En medio de una pandemia de Covid-19 que provocó una mortandad en la población, exportadores y comerciantes, incluso comuneros de todas las regiones del país, negociaban los mejores precios por una troza de balsa, sin conocer -o sin importar- si la boya procedía de plantaciones forestales legales o de bosque nativo, de áreas protegidas de la Costa o de la Amazonía. Les movía el interés de la potencia asiática, China, que buscaba la balsa para potenciar sus proyectos de energía eólica.

Las cifras de los operativos, decomisos y denuncias también se desbordaron. La Unidad de Policía Medio Ambiental, UPMA, hizo el año pasado 10.318 operativos de control en los que se decomisó 13.214 metros cúbicos de madera, esto es 2 mil más que en el 2019, año en que se retuvo 11.208 m3. Este año, los decomisos de madera, hasta septiembre, se ubican en 10.723 m3.

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Además de los 13 puestos fijos de la UPMA, los controles se hicieron en carreteras, para constatar si se transportaba madera con guías de movilización legales, y también en las plantaciones y aserraderos, donde se constata si los propietarios tienen las licencias de aprovechamiento forestales, y si las cumplen. “Hay quienes con esa misma licencia quieren extenderse en la tala”, comenta Víctor Hugo Carrera, jefe de Operaciones de la UPMA, institución policial que cuenta con 230 agentes ambientales para controlar este tipo de delitos a nivel nacional.

En tres de los 10 mil operativos 15 personas fueron detenidas por tráfico ilegal de madera balsa, desde el 2020 hasta la fecha, según los registros policiales. En la función judicial constan los tres procesos iniciados, todos por tala en la reserva ecológica Manglares Churute y en todos los casos, los infractores fueron puestos en libertad.

Lo que ocurrió en el cerro Pancho Diablo se repitió en el cerro Pecho de Niña el 2 de julio del 2020. Los policías acudieron ante esta segunda alerta de los guardaparques de la reserva, aunque llegaron cuando los tres infractores ya avanzaban por la carretera, a la altura del km 15 de la vía a Naranjal. Ahí los detuvieron. Ellos, tres supuestos compradores de madera balsa, aseguraron que la habían adquirido a un hacendado de la zona, pero los documentos no tenían firma de responsabilidad.

En la vía a Santo Domingo se observaron, a mediados de octubre, varios camiones transportando troncos de madera. Foto: Andrés Salazar

“Acto seguido se les preguntó de qué lugar estaban extrayendo la balsa y nos indicaron que de aquí cerca nomás.., se ofrecieron a mostrarnos el lugar, dirigiéndonos hasta dicho predio. Ahí se observó huellas de maquinaria pesada e indicios de arrastre de la madera. Caminamos siguiendo el rastro y llegamos a un lugar montañoso, dentro de la reserva Manglares Churute”, relata el policía Xavier Armijos, a cargo del operativo y quien durante el recorrido observó troncos de balsa con cortes frescos.

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“También se pudo apreciar que en el lugar existió tala selectiva de la especie de nombre común balsa, la misma especie que era movilizada en el vehículo”, mencionó el agente ambiental.

Pese al pedido del fiscal Kenneth Amaya para que se mantenga la prisión, “por cuánto la labor policial fue correcta”, la jueza multicompetente de Naranjal, Silvia Malo, ordenó “la inmediata libertad” de los tres detenidos, pues calificó como no flagrante el delito. Por esta razón, doce días después dispuso el archivo de la investigación. En el proceso, los detenidos mostraron un pago hecho con depósito bancario de $700 al dueño del predio a través del cual se llegó a la reserva. El fiscal solicitó “que se tome en cuenta la conducta del propietario del predio, que se estaría dedicando a la tala de esta especie”. Esto último no se consideró.

La tercera denuncia de tala ilegal de balsa se dio en la misma reserva Manglares Churute e incluyó nueve detenidos. El guarda parque Rómulo Gainza hizo la llamada de alerta, que fue atendida por el policía Walter Proaño. Eran casi las tres de la mañana del 27 de noviembre del año pasado.

“Se encontró varias trozas y ramas de árboles y una tala selectiva de la especie balsa en una gran cantidad de terreno”, reseñó el agente, mientras que uno de los acusados declaró que no contaban con permiso ambiental. “Fuimos contratados por el señor César Lara, en anteriores ocasiones tuvimos autorización para realizar esta misma actividad por parte del personal que labora como guardaparques dentro de la reserva”, señaló el detenido y mencionó los nombres y apellidos de dos funcionarios de la reserva ecológica.

El fiscal Kenneth Amaya concluyó que “no hay elementos suficientes para formular cargos” y consideró que “tras hacer un análisis prolijo de los hechos” debía investigarse el caso en una indagación previa. El juez Wilmer Tapia acogió el criterio fiscal, dejó la denuncia en investigación y dispuso la libertad de los nueve detenidos. Una semana después el caso se envió al archivo judicial. (I)

Tres empresas acumulan el 45 % de las exportaciones de balsa en el país desde el 2015; china es el principal destino

Aunque no en la misma dimensión que en 2020, “la dinámica de la tala de madera balsa continúa este año en las comunidades Huaoranis y Shuar y en las carreteras”, advierte Xavier Solís, asesor jurídico de la Fundación Alejandro Labaka, asentada en la provincia de Orellana y que promueve la defensa, el desarrollo y la cultura de los pueblos amazónicos.

Y es que estas comunidades han sido las más afectadas con la tala de balsa o boya, un material que se usaba en la antigüedad para fabricar barcos y que en el 2020 se convirtió en el objeto del deseo de la potencia mundial China. Con madera de balsa, mezclada con resinas, se fabrican las hélices para generar energía eólica producida por el viento en esa nación asiática.

Las cifras confirman el crecimiento sorprendente que registró el mercado de madera balsa el año pasado. De $170,9 millones en exportaciones en el 2019 pasó a $1.056 millones en 2020, según los manifiestos de carga aduanera, cifra que, sin embargo, no coincide con la elaborada por el Banco Central del Ecuador (BCE). “$ 856 millones exportó todo el sector de la madera, y solo de balsa $570 millones, las cifras oficiales son las del BCE, en aduanas puede haber error”, indicó Christian Riofrío, titular de la Asociación de Industriales de la Madera (AIMA).

Este gremio, que reúne a las más grandes industrias de la madera, busca resarcir los “daños colaterales” que según Riofrío afectaron a todo el sector. Se refiere a la tala ilegal que surgió alrededor del negocio de la balsa.

La altísima demanda sobrepasó la capacidad de producción de las plantaciones, ese es uno de los daños colaterales, entraron incluso actores que nada tienen que ver con el sector, se generó un mercado negro de balsa proveniente de la Amazonia, hubo áreas de la Amazonia sobre aprovechadas, que generaron daño

Christian Riofrío, titular de la Asociación de Industriales de la Madera (AIMA).

Pese a los daños, Xavier Solís reclama porque “hasta el momento no hay ningún responsable, ningún sancionado, a qué empresa, cuánto pagan en licencias ambientales”. Las denuncias presentadas ante el ministerio del Ambiente o ante la Comisión de Biodiversidad de la Asamblea se quedaron en el papel. “Son mundos distintos”. “Las organizaciones hacemos monitoreo de la zona, pero no hay ninguna respuesta, hacemos lo que podemos”, lamenta Solís y le decepciona que hay comunidades que ven la tala como única alternativa.

Durante la pandemia, recuerda, “llegaban extranjeros asiáticos a las comunidades y lo único que sabían decir era ‘balsa, queremos balsa’. Compraban camiones de balsa y transportaban a la Costa para luego exportar a China”.

En la vía Santo Domingo-Quevedo se ubica la exportadora Balcomad S. A. Foto: ANDRES SALAZAR

Ese país, según los manifiestos aduaneros, fue el mayor receptor de la balsa ecuatoriana. Allá se envió, en el periodo 2015-2021, $1315 millones, y $980 millones solo en el 2020. La ruta más elegida fue la marítima desde el puerto de Guayaquil.

Entre las empresas de mayor exportación constan Balcomad S.A., Plantabal S.A. y WoodPoint Cía. Ltda. Juntas han concentrado el 45% de las ventas de balsa en los últimos 6 años. Las dos primeras tienen capital extranjero.

En la actualidad el mercado está muy deprimido. El nivel de exportaciones es pésimo en China, es un mercado que ha tenido altos y bajos, este año ha sido bajo. el 80% de los productores de balsa están parados, no están haciendo negocio

Ramón del Pino, gerente de Plantabal.

“En la actualidad el mercado está muy deprimido. El nivel de exportaciones es pésimo en China, es un mercado que ha tenido altos y bajos, este año ha sido bajo. el 80% de los productores de balsa están parados, no están haciendo negocio”, señaló Ramón del Pino, un chileno que gerencia Plantabal, una empresa que desde hace 40 años se dedica a la comercialización de madera y también a la producción, pues poseen cultivos en una extensión de 10 hectáreas.

Balcomad S.A., en cambio, tiene diez años en el negocio. Sus dueños son originarios de China y el capital mayoritario proviene de ese país. “Este año creo que va a ser feo, la demanda este año ha bajado full”, dijo Jing Bo Liu, actual gerente de la empresa y quien hasta el 2012 administraba el restaurante San Pedro, en la provincia de Orellana. (I)

Hábitat afectado por la tala se puede recuperar

Si bien la madera balsa, llamada boya o por su nombre científico Ochroma Pyamidale, no es una especie en extinción y se regenera rápidamente (entre 4 y 7 años), su importancia radica en la protección que ofrece a los ríos, islas y otras fuentes de agua, además de ser albergue de especies que viven en los bosques.

En eso coinciden Andrea Fiallos, de la Fundación la Iguana, y Jorge Rivas, coordinador de bosques de la organización ambiental internacional WWF.

Crece en zonas secundarias, donde ha habido inundaciones de ríos o deslaves de tierra, hay muchos animales que dependen de la balsa. Si se extrae esta especie, queda intervenida toda el área

Andrea Fiallos, de la Fundación la Iguana

Rivas agrega que no es necesario tumbar el bosque para sembrar balsa. “En las carreteras ya es posible hacer plantaciones de balsa”, asegura el ambientalista, y advierte que los controles del Ministerio del Ambiente son débiles.

Los hábitats afectados pueden recuperarse con planes de manejo ordenados y sustentables. (I)