El juicio político al presidente de la República, Guillermo Lasso, en la Asamblea Nacional se cimentó de un acuerdo no oficial formado entre los asambleístas de la bancada UNES del correísmo (actualmente ya identificada como el Movimiento Revolución Ciudadana, MRC), Pachakutik (PK) y del Partido Social Cristiano (PSC).

Aunque el desenlace del proceso en el Legislativo se dio en el Ejecutivo, que optó por la salidad de muerte cruzada, analistas dan una mirada crítica a la alianza, forjada tras un historial de relaciones accidentadas, entre estos grupos políticos desde la irrupción de Rafael Correa en el poder en enero de 2007.

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Son acuerdos que derivaron en discrepancias, que van y vienen, en función de los intereses coyunturales, como obtener el apoyo en torno a una elección, aprobar determinada ley o resolución e incluso la destitución de funcionarios, concuerdan analistas consultados.

Con la muerte cruzada se anuncian acciones de la Confederación de Nacionalidades Indigenas (Conaie), que, a través de su cuenta de Twitter, convocó a los pueblos y nacionalidades a “mantener la unidad en cada estructura organizativa a nivel nacional”. Pachakutik es el brazo político de la Conaie.

Analistas coinciden en que el pacto que funcionó en la Asamblea y, aparentemente, como reacción a la muerte cruzada se mantiene, se diluirá como efecto de la misma acción del Gobierno, pues los actores empezarán a armar sus cuadros para las elecciones presidenciales y legislativas que son consecuencia de la realidad actual.

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“Se dividirán las aguas en términos de la acción. En el caso del sector de la Conaie pues se movilizará en las calles, esa es la expresión política que tiene. El correísmo intentará hacer lo mismo, también poseen capacidad de movilización, estuvieron en la paralización de octubre del 2019 con toda su fuerza (cuando Lenín Moreno estaba en el poder). Cada uno convocará por su lado, pero es probable que coincidan en el tema de los tiempos”, afirma Pablo Romero, analista político y profesor de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS).

El interés de PK en la alianza era de utilidad política en la coyuntura de censurar y destituir a Lasso con la mirada puesta en la posibilidad de acceder al poder en el futuro.

Es una motivación también del correísmo, otro de los partidos que conformó esta mayoría en la Asamblea disuelta el 17 de mayo de 2023 con la aplicación de la muerte cruzada por parte de Lasso.

Como no fue un acuerdo oficial basado en algún principio ideológico o conceptual, la unión de estos tres secores se enmarcó dentro de la movilidad atada a los intereses partidistas y que se evidenciaba en la forma como iban votando y tomando las decisiones dentro de la Asamblea Nacional.

La debilidad profunda del régimen democrático nacional no es en sí los acuerdos entre los sectores políticos, que no son malos, el problema es cuando se hacen en función de prebendas y de intereses muy particulares, señala Romero.

“Nuestra democracia nació con estos defectos. Las élites políticas y económicas nacionales tienen muy poca conciencia de país, hay una mirada inmediata de velar por sus intereses. Hoy se ve al espectro político, no como el espacio desde donde uno puede servir, sino que se ve como el espacio para poder enriquecerse. En los últimos quince años hay una corrupción bárbara con el control de la justicia que implica una completa impunidad“.

En ese contexto, a Romero no le sorprende la alianza del MRC con el PSC, del que se infiere hay un pacto entre Correa y Jaime Nebot, ambos líderes de esas agrupaciones.

“No hay que desconocer que el Partido Social Cristiano de una u otra manera siempre ha tenido una presencia preponderante en la política y en la toma de decisiones. Desde los tiempos de León Febres-Cordero no solamente durante el periodo de su Presidencia de la República (1984-1988), sino también de su influencia en el sistema judicial (en la década de los ochenta y noventa del siglo XX e inicios del 2000 en el siglo XXI). Jamás han estado alejados del poder, quizás no han estado en todo ese tiempo bajo el rol de la presidencia o del Gobierno central, pero siempre han estado vinculados a la dinámica del poder político y económico”.

Este es el texto del decreto presidencial con el cual Guillermo Lasso mandó a muerte cruzada

Cuando en su momento se hablaba de pedir permiso a El Cortijo, agrega Romero, era la significación simbólica de la presencia e influencia prominente del PSC, en el sentido de que Febres-Cordero decidía desde esta hacienda el destino del país.

“Inclusive la presencia de Alexis Mera, muy cercano a los socialcristianos, en el régimen de Correa pone en evidencia este tutelaje, en esa medida no es de extrañarse de la alianza entre el correísmo y el PSC”, indica Romero. El criterio del analista fue recogido un día antes de que se decrete la muerte cruzada.

La designación en febrero pasado de Wilman Terán como presidente del Consejo de la Judicatura (CJ) es la figura que representa la alianza del correísmo con los socialcristianos, agrega el analista. “Hoy es más evidente esta alianza. La misma declaración en la posesión de (Virgilio) Saquicela (como presidente de la Asamblea Nacional) cuando él mismo reconoce de que existe esta alianza lo pone de manifiesto”.

Hay el dicho de que la política trae aliados extraños, dice Pablo Medina, profesor de la Universidad San Francisco de Quito: “Este fue el caso. El tipo de alianzas que se llegan sobre todo en la Legislatura por diferentes motivos, como bloquear o aprobar una ley o intentar destituir a un presidente, tiene que ver con el sistema político de cada país”.

Las alianzas en la Asamblea han durado desde tres meses hasta un año en promedio desde 1978

El presidente de la República, Guillermo Lasso, cuando intervino el 16 de mayo pasado en el juicio político de censura en su contra en la Asamblea, horas antes de establecer la muerte cruzada. Foto: EFE

Estudios de ciencia política indican que hay cuatro momentos distintos que sintetizan el comportamiento del Legislativo desde el retorno a la democracia en 1978 del siglo XX.

El primero se dio en el periodo 1978-1996 en el que las mayorías armadas por alianzas o coaliciones políticas en el entonces Congreso Nacional duraron en promedio un año. “Antes los diputados (ahora asambleístas) podían tener partidas presupuestarias, entonces el Ejecutivo negociaba con eso, les ofrecía esas partidas por votos, así se armaban las coaliciones en ese periodo”, asegura Medina.

A partir de 1996, tras una serie de cambios como la prohibición de que los entonces diputados manejen partidas presupuestarias, y hasta 2006 las alianzas o coaliciones fueron mucho más inestables, permanecían un promedio de tres meses.

En 2007 comienza el correísmo, llega la Asamblea Constituyente y se da un periodo de gobernabilidad en el que Correa contó con una mayoría permanente en la Asamblea. “No hacía falta armar una coalición, incluso entramos a un momento excepcional en la historia reciente del Legislativo ecuatoriano que fue entre 2013 y 2017, el único periodo en el que un presidente de la República ha contado con una mayoría propia en el Parlamento, no necesitó negociar”, indica Medina.

En este último periodo hubo un discurso por parte del poder en el que se denostaba al resto de partidos con rasgos de autoritarismo.

Después asume Lenín Moreno y se vuelve a un escenario más parecido al que se dio en el periodo 1996-2006, en el que nadie tiene mayoría, entonces había que llegar a los acuerdos como esta alianza que derivó en la muerte cruzada.

“El problema es que durante el correísmo hubo un fuerte discurso de denostar al otro, polarizar la política e incluso llamar a los acuerdos como algo ilegítimo, malo. No se puede hablar con el otro porque no quiere el bien para el país. Durante diez años oímos el discurso de que pactar es lo peor, pero esa es la naturaleza misma de la política, usted y yo que no tenemos nada en común con nuestra ideología encontremos las cosas mínimas en común para trabajar por el país. Acercase al otro y conseguir acuerdos, eso es la democracia”, asegura Medina.

La consecuencia es que al estar mal vistos los acuerdos, hoy estos se hacen por debajo de la mesa. “Terminamos sin entender bien qué es lo que se está negociando”.

Al no existir claridad, pues hay incertidumbre y suspicacias. Ciertos asambleístas decían que la mayoría para renovar autoridades en la Asamblea no significaba que se aplicaría para censurar y destituir a Lasso en el juicio político.

“Nos deja ese mal sabor de boca a los ciudadanos porque entonces estás cotizando tu voto, estás esperando quién te da más, entonces no eres un político, eres un mercenario, porque por último se dice estoy en contra del presidente así que votaré a favor de su destitución, o creo que debe culminar su mandato y votaré en contra de la destitución”, asegura Medina.

En Pachakutik hay dos grandes corrientes

Lo que más llama la atención, indica Romero, es la presencia de PK en el pacto que orilló a Lasso a establecer la muerte cruzada. Sin embargo, no se trata del mismo brazo político del movimiento indígena de los años 2000.

“El de ahora estaba dividido en dos grandes corrientes en disputa. Una es la más tradicional, por ponerle un nombre más liberal, en el sentido de enmarcarse en la dinámica constitucional, en un régimen democrático y que no solo recoge al movimiento indígena sino a diversas organizaciones sociales”.

Esta facción, que fue apabullada durante el correísmo, está en minoría y acorralada.

La segunda corriente es la más dominante y está vinculada con Leonidas Iza, actual presidente de la Conaie

Es un Pachakutik que por la influencia de la Conaie le está apostando a una dinámica distinta en esto que se llama la lucha de clases, es decir, la toma del Estado no solo por la vía electoral, sino además combinar todas las formas de lucha, a través de los procesos de movilización social, confrontación y desgaste con el Estado”.

Esta corriente radicalizada surge más recientemente bajo la influencia de Iza, quien está vinculado con el mariateguismo, dice Romero.

El mariateguismo es una concepción desarrollada por el pensador peruano José Carlos Mariátegui. Se trata de una versión latinoamericana del marxismo del filósofo chino Mao Tse-Tung, influenciado por el indigenismo de la región y sustentado en la lucha de clases y el derecho ancestral de los pueblos originarios de América. Su lucha se basa en la confrontación social en las calles.

El fin es frenar la diferencia de clases sociales con la concepción de un reparto igualitario de la riqueza y la abolición de la propiedad privada bajo la idea de que es la que permite que unos tengan más que otros.

¿De dónde salió Pikachu, la banda que según el canciller participó en actos violentos en medio del paro nacional indígena que terminó el 30 de junio?

La alianza del correísmo con PK y los socialcristianos no era ideológica, dice Romero, sino de carácter político con la finalidad de golpear y desgastar al Estado liderado por los sectores de derecha, entonces era coyuntural y táctica.

“En teoría les va a permitir a PK acumular fuerza, presencia, debilitar a la derecha y en un momento determinado debilitar al correísmo y socialcristianos, era un pacto en el marco de una estrategia de mucho más largo alcance”.

La mirada de PK va más allá de las elecciones presidenciales del 2025, afirma Romero: “No es a corto plazo, es algo que se conoce como guerra popular prolongada, yo voy poco a poco hasta cuando vea que hay las condiciones objetivas y subjetivas para generar un proceso revolucionario”. (I)