Ecuador tiene la obligación de cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aquí al 2030, como uno de los compromisos adquiridos por los 193 países que son parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Uno de los que tienen un retroceso significativo es el del acceso a una educación de calidad, el ODS número cuatro que plantea “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.

El ODS 4 incluye diez metas. Una de ellas es asegurar de aquí a 2030 “que todas las niñas y todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza primaria”.

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Los informes de rendición de cuentas del Ministerio de Educación indican que en el periodo lectivo 2019-2020, antes de la pandemia, había un total de 322.911 niños y niñas de entre 3 y 4 años que ya eran parte del sistema educativo inicial (preescolar).

El número se redujo a 275.174 niños en el periodo lectivo 2020-2021, una disminución del 15 % debido principalmente al confinamiento durante la pandemia que implicó que los menores accedan a la educación desde sus casas a través de Internet debido al cierre de los establecimientos educativos. Los que no tenían acceso a la web se quedaron sin estudiar.

La cobertura de atención a los niños y niñas dentro del periodo de la primera infancia (0-5 años) venía subiendo en Ecuador.

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El 48 % de los 666.284 niños y niñas de 3 y 4 años de edad que habia en el país en el 2019 estaban en la educación inicial, pero se dio un retroceso de siete puntos desde el año pasado cuando la cobertura bajó al 41 % de los 664.551 de 3 y 4 años estimados para 2020, según las proyecciones poblacionales del Instituto Nacional de Estadística y Censos.

Ecuador es el tercer país de América del Sur en el que las instituciones educativas estuvieron cerradas un mayor periodo de tiempo, un total de 66 semanas. Solo en Bolivia y Argentina cerraron por 69 y 68 semanas, en su orden, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

El número de alumnos afectados en sus procesos de aprendizaje debido a la pandemia alcanza los 5′131.897 en Ecuador, según data del sitio web oficial de la Unesco. El país tiene el estatus de escuelas parcialmente abiertas.

Nascira Ramia, docente del Colegio de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad San Francisco de Quito, dice que el cierre generó retrasos y que la falta de conectividad alejó de la educación a los más vulnerables.

“Se ordenó en su momento la interrupción de la educación presencial en las escuelas rurales y quizás se tuvo que hacer un análisis más pormenorizado porque en algunos sitios si no se daba de esa manera, pues los niños simplemente no tenían educación. Y todos estaban en la misma comunidad, es decir, la cuestión del COVID-19 no era una razón para sacarles de las escuelas a todos por la población pequeña y aislada en algunos casos”, asegura Ramia.

Tras un año y medio del cierre, la ministra de Educación, María Brown, da cuenta del retorno a las aulas en las escuelas rurales con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

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El reto, agrega, lo tendrán ahora los docentes que deberán igualar a ciertos estudiantes con el regreso a las aulas.

La Guía Abreviada de Indicadores de Educación para el ODS 4 indica que una de las estadísticas para evaluar el cumplimiento es justamente la “proporción de niños menores de 5 años de edad que, en términos de desarrollo, se encuentran bien encaminados en las áreas de salud, aprendizaje y bienestar psicosocial” y la “tasa de participación en el aprendizaje organizado (un año antes de la edad oficial de ingreso en la enseñanza primaria).

El acceso a la educación secundaria disminuyó como consecuencia de la pandemia

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados por los miembros de la ONU en el 2000 y que debían cumplirse hasta el 2015, hacían énfasis en el incremento de la cobertura en los distintos niveles de educación con el fin de reducir el rezago educativo.

El país lo cumplió a medias, ya que llegó a coberturas mayores en la educación primaria, pero los retos aún se centran en la secundaria con tres de cada diez adolescentes de entre 15 y 18 años que no lograban terminarla antes de la pandemia por factores como la necesidad de trabajar y el embarazo adolescente, entre otras causas.

Ramia indica que en el acceso de los adolescentes a la educación secundaria también se ha dado un retroceso como consecuencia de la pandemia.

Los ODS hacen énfasis también en la calidad de la educación, lo que ha decaído especialmente en las instituciones fiscales ante las deficiencias en el acceso a la web y la falta de una dirección regular en línea durante el año pasado, lo que sí ocurrió al menos en la educación particular.

Ramia afirma que el ODS cuatro menciona también que la educación tiene que ser inclusiva, equitativa y para toda la vida, un enorme reto. “La pandemia magnificó las brechas muy seguramente en acceso y calidad. La cobertura no alcanzaba el 100 % en el periodo del bachillerato antes de la pandemia y los primeros datos indican que se ha dado un retroceso incluso en la educación básica como impacto de la pandemia por una cifra alta de abandono escolar”, indica.

Los retos son mayores de aquí al 2030. Jairo Rivera, coordinador de la especialización en Proyectos de Desarrollo de la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, dice que la inversión en la primera infancia es más rentable y una decisión acertada y probada a la que el país debería apuntar si se quiere que los menores de edad que van a la escuela obtengan mejores conocimientos.

“Esta se debe fortalecer porque en la primera infancia es cuando menos brechas hay. Si invierto allí eso genera un círculo virtuoso, entonces las brechas no se van ampliando como luego sucede en el sistema educativo. Si queremos mejorar la calidad del sistema educativo hay que darle importancia a la inversión en el periodo de 0-5 años que es la primera infancia”, asegura Rivera.

La consecuencia se observa en el rendimiento de los estudiantes en la primaria y secundaria.

Bajo rendimiento académico en matemáticas y lenguaje

Los últimos resultados disponibles del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval) en la región Costa indican un rendimiento promedio en matemáticas y lenguaje del 50 %. “Del total de respuestas, el promedio de aciertos era la mitad”, afirma Rivera.

Hay diferencias según el nivel de ingreso de la familia a la que pertenece el estudiante. “Los quintiles de mayores ingresos tienen un mejor rendimiento en promedio que los de menores ingresos. El COVID-19 llegó desafortunadamente para ampliar estas brechas”, agrega Rivera.

La literatura, dice, indica que la labor docente es una de las más importantes dentro del sistema educativo. “Esto implica que haya salarios a tiempo, lo que dignifica su rol... La educación es clave en mejorar las condiciones de vida, en generar movilidad social”.

La ONU señala que “la educación permite la movilidad socioeconómica ascendente y es clave para salir de la pobreza” y que “más de la mitad de todos los niños y adolescentes de todo el mundo no están alcanzando los estándares mínimos de competencia en lectura y matemáticas”.

El informe del organismo indica que la educación es clave para el cumplimiento de otros ODS. “Contribuye a reducir las desigualdades y a lograr la igualdad de género”.

“El enfoque de capacidades de Amartya Sen (economista de India) dice que las capacidades son instrumentales, es decir, con una capacidad se pueden generar más. Y estas pueden ser también un fin. Tener una mayor educación genera un determinado logro, pero con ese nivel me genera que pueda optar por preocuparme más por la salud y otros temas. De ahí la frase de Sen que dice que el desarrollo es la conjugación de capacidades que permite una libertad de la persona, la que luego puede decidir, escoger el mejor rumbo y que está totalmente capacitada para en libertad tomar las mejores decisiones para beneficio de esa persona y su familia”, menciona Rivera.

Esta cadena de consecuencias negativas impacta finalmente en la educación superior.

El gobierno de Lasso tiene una meta ambiciosa de acceso a la educación superior

Otra de las metas del ODS cuatro es asegurar de aquí al 2030 “el acceso igualitario de todos los hombres y las mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria”.

Jóvenes estudiantes realizan el examen de acceso a la educación superior. La Senescyt eliminó el 15 de junio de 2021 el EAES por la prueba Transformar. Foto: Archivo/EL UNIVERSO. Foto: Archivo / El Universo

Rivera afirma que el sistema de educación superior debe incorporar elementos para mejorar la calidad docente, la investigación y la vinculación con la comunidad. “Alrededor de una adecuada gestión se puede mejorar la calidad”.

Pero principalmente hay que ampliar la cobertura. El último proceso de postulación para ingresar a la educación superior pública ofertó 94.349 cupos en 218 instituciones de educación superior, según la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).

La demanda fue de 185.191 personas que rindieron el Examen de Acceso a la Educación Superior (EAES), correspondiente al primer periodo académico de este año. De ahí que existe un déficit de cupos del 49 %.

La meta del actual régimen es subir la cobertura de acceso a la educación superior al 50 %, un plan ambicioso, dice Rivera. “En cinco años nos podemos acercar a ese fin trabajando arduamente”.

El objetivo del gobierno del presidente de la República, Guillermo Lasso, es subir la tasa de matriculación en la educación superior del 37 % actual al 50 % del total de personas que tienen edad de estudiar la universidad (18 a 25 años de edad).

“Pero hay que ser y parecer. Si quiero llegar a esa meta también debo tener un compromiso en el tema de recursos, lo que favorece a que haya un adecuado mantenimiento de la docencia, de la investigación y la vinculación. Porque no se gana nada diciendo que quiero subir al 50 %, pero por otro lado hago recortes a la educación universitaria”, manifiesta Rivera. (I)