GoGirl es un servicio de taxi puerta a puerta dirigido exclusivamente para mujeres.

La iniciativa fue de Jenniffer Martínez, abogada de 26 años a quien le redujeron el sueldo en el estudio jurídico en el que laboraba, en medio de la pandemia del COVID-19.

Para compensar se dedicó a realizar carreras a través de las aplicaciones digitales Uber e InDriver en sus tiempos libres, ya que cursaba una maestría que debía pagar. “En los recorridos me decían qué hace una chica tan jovencita y bonita trabajando de taxista. Todo el tiempo me insistían, me invitaban a salir, yo solo trabajaba por mi familia, por mis dos hijos. El acoso, los comentarios y la incomodidad es algo constante”, cuenta.

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Tras renunciar al estudio jurídico porque querían pagarle aun menos, empezó en enero pasado a buscar mujeres que quisieran trabajar de taxistas, como ella, motivada por las historias de secuestros y robos de las que eran víctimas.

Recién tres meses después encontró una dispuesta a laborar. Es así como el 3 de mayo nace GoGirl con cinco conductoras. Hoy ya son setenta con edades que oscilan entre 25 y 60 años.

“En el estudio jurídico me decían que no tendría éxito, que seguiría como taxista, que no lograría ser coordinadora de la empresa y que realmente nadie iba a trabajar conmigo porque las mujeres no saben manejar. El machismo donde yo trabajaba era muy común. Las pocas mujeres que estábamos allí nos tenían por ser jóvenes y bonitas, no porque tuviéramos la capacidad intelectual. Soy máster en derecho penal económico, he estudiado mucho, sin embargo nunca tuve el crédito por lo que hacía”, afirma Jenniffer.

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La demanda de GoGirl se maneja a través de un call center y la red social WhatsApp (0959879236), en la que se hace seguimiento a los recorridos con las ubicaciones en tiempo real.

Hay excepciones, ya que si acceden al servicio los niños de hasta 13 años de edad o los adultos con discapacidad que van acompañados de sus cuidadoras.

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Jenniffer recluta a las conductoras, analiza sus perfiles en el sistema judicial, porque lo más importante, dice, es la seguridad.

“Hago derecho penal por lo que sé cómo revisar. Solo los sentenciados registran antecedentes penales y casi nadie lo está porque nuestro sistema judicial es lento. Entonces veo las denuncias, las multas y los accidentes. Eso crea un perfil criminológico de la persona”.

La información de las conductoras y los datos de los autos son archivados por Jenniffer. El reclutamiento se hace tras entrevistas personales y no en línea como las aplicaciones digitales.

La conductora Débora Larrea, de 30 años, está complacida con trabajar en GoGirl. “Es gratificante porque como mujeres nos damos cuenta que podemos hacer algo por las mujeres y no nos sentimos tan solas. Nos cuidamos entre nosotras”.

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Ella estudia psicología organizacional y a la vez labora como taxista. No había terminado sus estudios superiores porque se dedicó a cuidar a su hijo, a la atención del hogar y hacía expreso escolar, trabajo que terminó con la pandemia del COVID-19.

“Gracias jefa”, le dice Débora a Jenniffer. “Ha roto usted paradigmas incluso dentro de mi familia. Me emociona saber que como mujeres nos podemos sentir valoradas. Mi papá cuando se enteró me dijo que había gastado tanto en mi educación para que yo sea taxista. Eso me golpeó, pero después le dije que es un trabajo digno”, agrega Débora.

En medio de los recorridos, las clientas les cuentan lo que les ocurría cuando usaban el servicio de taxi tradicional.

Una dijo que había sido víctima de secuestro exprés tres veces. La última vez la dejaron botada alrededor de la una de la mañana en Durán, tras subirse al taxi en la ciudadela La Atarazana, donde vive, para dirigirse al centro comercial San Marino, en el norte de Guayaquil.

“Durante el recorrido la insultaron, la manosearon en el trayecto de dos horas que la tuvieron. Entonces cuando me pongo la gorra rosada de GoGirl me siento como Superman, es como que me empodero y digo voy a proteger a las chicas, voy a dar mi mejor servicio”, narra Débora.

Una de las primeras conductoras fue Nelly Garcés, de 51 años, quien ya trabajaba como taxista desde el 2005. “He tenido clientas que hasta se van cambiando en el taxi, lo que no podrían hacer si fuera un conductor, o nos piden que recojamos a los niños de la escuela o los llevemos a sus casas”, cuenta.

Una clienta también le contó el acoso que sentía cuando usaba los taxis de las aplicaciones. “Una pasajera me dijo que tras quedarse dentro de una urbanización, el chófer le escribió por mensaje y le dijo que estaba bien sexy, que si no deseaba que se baje”.

La promoción la hace con volantes y en un perfil de TikTok (@gogirlecuador) que tiene más de cinco mil seguidoras. El primer video acumula más de 200.000 vistas. Y la empresa ya tiene una base de datos con 3.500 mujeres. (I)