Incertidumbre y desconfianza quedan sobre Afganistán en la comunidad internacional y solo el tiempo dirá qué acciones terminarán de implementar los talibanes luego de recuperar el poder.

Tras la salida de los soviéticos en 1989, en lo que fue para ellos el equivalente a Vietnam para los estadounidenses, el país vivió una guerra civil que terminó con la toma del poder por parte de los talibanes, que son un grupo fundamentalista.

Este grupo gobernó hasta 2001, cuando Estados Unidos y otros países lo invadieron para buscar a Osama bin Laden y acabar con Al Qaeda tras los atentados del 11 de septiembre.

Publicidad

El analista colombiano Sergio Guzmán comenta que Afganistán ha sido y sigue siendo una sociedad eminentemente tribal, en la que son los señores de la guerra quienes tienen el control y los intereses del país gravitan a los suyos. Incluso EE. UU. y sus aliados dependían de alianzas frágiles con algunos de ellos en distintas zonas.

Él opina que cuando los estadounidenses entraron trataron de ganarse a los locales, pero no había cimientos previos de una sociedad con estado de derecho sobre los cuales construir y por eso tuvieron que tratar de organizarla, pero no se pudo y la llegada de Hamed Karzai, jefe de Estado desde 2001 hasta 2014, creaba muchas divisiones.

El país no tenía instituciones ni gente preparada en temas de elecciones, manejo de la economía, magistrados en las cortes. Muchos estaban en el exilio. Por ende era muy difícil tratar al mismo tiempo de organizar una sociedad, luchar contra Al Qaeda y el narcotráfico nacido del cultivo de opio, que sirve como fuente de ingresos para varios líderes tribales.

Publicidad

La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indican que Afganistán es responsable del 80 % de la producción mundial de opio, que viene de la planta adormidera. En 2018 se estableció que esto contribuía con el 11 % de la economía local.

Otro problema que mermó las posibilidades del Gobierno es que la corrupción en el país es un gran problema. “EE. UU. gastó 88.000 millones de dólares entrenando a la Policía y al Ejército de Afganistán. Eso es ocho veces el Plan Colombia... Lo que Occidente (EE. UU. y OTAN) trató de construir en Afganistán falló absolutamente”, afirma Guzmán.

Publicidad

Jonathan Marcus, excorresponsal diplomático, publicó en BBC que “el modelo occidental de intervencionismo liberal, promovido como un medio para difundir la democracia y el estado de derecho, puede haber sufrido una derrota en Afganistán”.

Los países vecinos ahora deberán contener el extremismo que pueda funcionar internamente. Uno de ellos es China, que comparte una pequeña frontera en una de sus provincias en la que se han visto casos de extremismo islámico y que ha provocado una dura respuesta del régimen, prendiendo alertas en organizaciones de derechos humanos.

Luis Fleischman, sociólogo del Centro de Investigación de Políticas y Democracia de Palm Beach y analista sobre Medio Oriente, comenta que en este momento nadie confía en los talibanes, pero incluso si como dijeron están dispuestos a comportarse bien y lidiar con el mundo global, van a tener el problema de cómo ejercer el poder en un país que geográficamente es enorme, altamente descentralizado y con varias facciones aún. Por ejemplo, la rama local del grupo terrorista Estado Islámico (EI) y otros grupos rebeldes que no se someten a los talibanes.

Fleischman cree que hay que esperar más tiempo para ver cómo terminarán operando los otros grupos. Además de que los talibanes pueden estar teniendo una posición más tranquila por ahora, mientras se asientan, pero luego podrían presentarse episodios de anarquía y hasta guerra civil. Algo que solo decidirán los afganos. Para él Afganistán es aún una “papa caliente” en Medio Oriente.

Publicidad

Agrega que muchos de los habitantes del país ya probaron un poco de la forma de vida occidental y pese a que han salido alrededor de 125.000 personas huyendo de los talibanes -incluyendo gente profesional y preparada-, hay que ver si los que se quedan están dispuestos a obedecer las normas y si no, cómo van a reaccionar. “Yo pienso que 20 años no pasaron en vano y dejaron su estampa, por así decirlo, en gran parte de la gente. Si el talibán viene a ofrecer el tipo de vida de 2001 posiblemente eso sea rechazado por mucha gente y la resistencia puede tomar distintas formas. Por lo que también hay que ver qué tan flexibles estará dispuesto a ser el nuevo régimen... y en estos momentos pienso que necesita legitimidad porque aún es desafiado por otros grupos”.

Antes de septiembre 11 de 2001 la política de Medio Oriente estaba dominada por el conflicto árabe-israelí y temas relacionados al petróleo. Todo más enfocado al nacionalismo. Luego de esa fecha comenzaron estas guerras ‘eternas’ que continúan, porque EE. UU. sale de Afganistán, pero sigue con tropas en Irak y drones en varias zonas de la región, dice Carlos Espinosa, profesor de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad San Francisco de Quito.

“Si el objetivo era acabar con el terrorismo fundamentalista islámico, la guerra contra el terrorismo en realidad fue contraproducente porque en varios casos lo profundizó”, afirma Espinosa, quien también pone de ejemplo que en Irak no había y con la ocupación apareció y creció.

El experto también aclara que en el caso de Afganistán, ese fundamentalismo se extendió durante la invasión soviética, así como luego de la revolución en Irán. Desde entonces una vertiente del islam se fue enemistando con occidente y luego de manera recíproca pasó lo contrario.

A la comunidad internacional solo le queda ver qué pasará, con la disyuntiva extra de decidir si ayudar a Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, ya que según la ONU, el país enfrenta una triple amenaza: un conflicto de larga duración, una grave sequía y los efectos de la pandemia del COVID-19. Esto sin olvidar que para muchos las ayudas pueden ser una forma de financiar al régimen talibán, que ahora hasta se abre a las inversiones extranjeras.

De acuerdo con BBC, los dirigentes de los últimos 20 años nunca pudieron aprovechar de verdad el 75 % del gasto público que dependía de ayudas extranjeras. Ahora se espera que el dinero ya no llegue para representar, según datos del Banco Mundial de 2019, el 22 % del ingreso del país.

Los talibanes ya han dicho que tendrán un gobierno interino, según el portavoz oficial, Zabihullah Mujahid, quien añadió que luego de conformado se analizará si habrá un proceso electoral, recoge EFE.

Será también materia del nuevo liderazgo afgano decidir sobre el marco constitucional del país y qué permanecerá de la nación construida durante las últimas dos décadas, tras la invasión estadounidense y la consecuente expulsión de los talibanes del poder en 2001.

“Será deber de nuestro gobierno hacer su política y también negociar con los ancianos cómo hacer la Constitución, si debe ser la antigua o debemos hacer una nueva”, adelantó Mujahid.

Panshir conquistada

Los talibanes anunciaron este lunes que ya tomaron la provincia de Panshir, donde quedaban los rezagos de la resistencia del gobierno depuesto.

“Con esta victoria, nuestro país ya ha salido por completo del marasmo de la guerra”, dijo Zabihullah Mujahid.

Sin embargo, el líder del Frente Nacional de Resistencia (NRF), Ahmad Massoud, llamó el lunes a un levantamiento en todo Afganistán contra los talibanes y afirmó que siguen presentes en la provincia norteña de Panshir. (I)