Rusia recibió por segundo día consecutivo un revés diplomático en la ONU, después de que la Asamblea General aprobara este jueves de nuevo por una amplísima mayoría una resolución presentada por Francia y México y copatrocinada por 90 países que pide “un cese inmediato de hostilidades de Rusia contra Ucrania, y en particular cualquier ataque contra civiles y objetivos civiles”.

La guerra de Ucrania ha dejado ya 3,6 millones de refugiados y 6,5 millones de desplazados internos, el mayor movimiento humano en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, y las imágenes de escuelas, teatros y hospitales bombardeados han llevado a la comunidad internacional a buscar acción -al menos diplomática- para exigir respeto a los principios humanitarios.

De los 193 miembros de la ONU, 140 votaron en la Asamblea a favor de esta resolución presentada como “humanitaria”, solo cinco países en contra (Rusia, Bielorrusia, Siria, Eritrea y Corea del Norte), mientras que 38 se abstuvieron, algunos de ellos aliados tradicionales de Moscú como Cuba, Argelia o Armenia.

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La votación de este jueves repite casi calcados los resultados del pasado 2 de marzo, recién comenzada la guerra, cuando 141 países votaron contra la invasión rusa en parecidos términos, que “deploraba” la agresión y pedía su cese inmediato, y muestra la soledad de Rusia en la escena internacional, aunque sigue contando con el apoyo más o menos explícito de China.

Idea humanitaria de Rusia

Durante dos semanas, Rusia ha tratado de contraatacar las iniciativas “occidentales” con un texto propio de contenido humanitario que presentó también como humanitario y que ayer el Consejo de Seguridad rechazó al tener el apoyo solamente de China.

Aquel texto hablaba de proteger a los civiles, garantizar su evacuación y salvaguardar edificios públicos, pero sin aludir al papel de Rusia como agresor ni mencionar siquiera su nombre, algo que fue calificado de una burla por numerosos países occidentales.

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Hoy Rusia tuvo un aliado circunstancial, como fue Sudáfrica, que presentó ante la Asamblea un texto alternativo al francomexicano -también sin citar siquiera a Rusia- con el argumento de que no había que politizar las cuestiones humanitarias y que las razones políticas del conflicto debían tratarse en otros foros, como dijo la delegada sudafricana.

El embajador de Ucrania ante la ONU, Sergiy Kyslytsya, durante una reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas donde los países miembros votan resoluciones que denuncian la crisis humanitaria en Ucrania, este 24 de marzo de 2022. EFE/Justin Lane Foto: JUSTIN LANE

Le contestó de manera gráfica el delegado canadiense: “Es como hablar de Moby Dick sin usar la palabra ‘ballena’”, y el representante austriaco, que sacó a relucir el carácter neutral de su país pero enfatizó que “neutralidad no significa nunca equidistancia entre el agresor y la víctima”.

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Apoyo chino inquebrantable

La sucesión de imágenes de la devastación en Ucrania, llegadas ahora masivamente a todo el mundo con mucha más rapidez que en cualquier otra guerra anterior, no han variado mucho las tornas en cuanto a la actitud de los países, y Rusia sigue contando con la equidistancia (en algunos casos la "comprensión por sus preocupaciones", como habitualmente dice Pekín) de importantes países como China, India, Pakistán o Irán, que hoy se abstuvieron.

Activistas de la organización Amnistía Internacional (AI) se manifiestan hoy frente a la Embajada de Rusia en Ciudad de México (México). EFE/Isaac Esquivel Foto: Isaac Esquivel

El delegado chino dijo incluso que su país iba a copatrocinar la resolución de Sudáfrica -que finalmente no se votó- y tuvo una serie de guiños a los países africanos al mencionar que "los países en desarrollo no son parte de este conflicto" y que "todos los países deben ser autónomos para tomar sus propias decisiones en política exterior, y no debe ponérseles en situaciones simplistas de blanco o negro".

Con ello, el representante de Pekín aludía al intenso trabajo diplomático que en los pasillos de la ONU practican los delegados de las grandes potencias para “convencer” a los países más pequeños o más pobres a ponerse de un lado u otro en este conflicto de repercusiones mundiales. (I)