La vida de Pablo Escobar, uno de los criminales más poderosos entre las décadas de 1980 y 1990, líder del Cartel de Medellín, terminó el 2 de diciembre de 1993.

La versión más difundida sobre la muerte de Escobar _que llevaba meses huyendo de la Policía, las FF. AA. y un cuerpo élite conocido como el Grupo de búsqueda_, es que fue dado de baja por el entonces comandante policial Hugo Aguilar junto otros integrantes de las fuerzas de seguridad colombianas.

EE. UU. envió agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por su siglas en inglés) y el Buró Federal de Investigaciones (FBI) para ayudar a dar con el jefe del Cartel de Medellín. Esto se dio luego de que el gobierno colombiano había quedado mal en 1992, cuando Escobar y sus hombres se escaparon sin mayores problemas de la cárcel La Catedral.

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El centro penitenciario en cuestión, donde el narcotraficante pasó menos de 13 meses bajo detención negociada con las autoridades, había sido reacondicionado por la misma gente de Escobar. El sitio estaba lleno de lujos y comodidades; allí los narcos realizaban juegos de fútbol, fiestas, orgías, entre otros asuntos. También recibían visitas de familiares y socios.

Escobar estuvo en la Catedral, señalada luego como “cárcel de máxima comodidad” debido a sus lujos, hasta el 22 de julio de 1992. La huida se emprendió cuando el presidente César Gaviria ordenó el envío de un fuerte equipo del Ejército al centro penitenciario, para trasladar a los narcos a una prisión militar.

Los mafiosos, que habían tomado como rehenes a cuatro funcionarios judiciales, se dirigieron hacia un muro de cinco metros de la prisión, que con anterioridad habían construido de yeso. La pared cayó con unas pocas patadas y los detenidos huyeron entre la niebla de la madrugada.

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Desde la desaparición de Escobar de allí, su búsqueda se declaró como prioridad nacional y el narcotraficante que empezó sus días en las calles del pequeño poblado de Rionegro, en el estado de Antioquia, se volvió el hombre más buscado del mundo.

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Con su esposa y dos hijos recluidos en un hotel de Bogotá y la mayoría de sus cómplices presos o muertos, no le quedó más opción que esconderse en Medellín. Cada vez más acorralado, cometió errores en sus intentos por sacar a su familia del país, que provocaron que fuera localizado.

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Según la historia oficial, el mérito de haberlo encontrado y dado de baja corresponde al Grupo de Búsqueda y los servicios de inteligencia colombianos. Un disparo en la cabeza acabó con la vida del entonces más hombre buscado del mundo. Tenía 44 años recién cumplidos.

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Intervención paramilitar

Tres décadas después, aun se discute sobre si realmente fue Aguilar quien realmente apretó el gatillo para el balazo que liquidó al líder del Cartel de Medellín.

Diego Murillo, alias “Don Berna”, un exjefe de los grupos paramilitares de ultraderecha que operaron en Colombia, aseguró en el libro Así matamos al Patrón que el famoso narcotraficante no fue abatido por balas de la policía, sino por un miembro de su banda que colaboraba con las autoridades.

“Don Berna”, que purga en EE. UU. una pena de 31 años de prisión por narcotráfico, aseguró en el libro que miembros de su grupo ayudaban a la policía en la persecución de Escobar y que un hermano suyo fue quien disparó contra el mafioso cuando este huía por el techo de la casa donde se escondía.

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El delincuente señaló que él y su hermano Rodoldo Murillo, alias “Semilla”, detectaron junto con varios policías el escondite del legendario narcotraficante y un oficial a cargo de la operación se comunicó con sus superiores, quienes le ordenaron esperar mientras llegaban refuerzos.

Sin embargo, de acuerdo con la versión de “Don Berna”, el oficial decidió ingresar a la casa en vista de que las patrullas se demoraban en llegar y que su hermano fue el encargado de matar al capo.

“Pablo corría por el techo cuando mi hermano llegó a la ventana, le apuntó y le disparó en la cabeza con su fusil M­16 calibre 5.56“, escribió “Don Berna”. “Minutos después llegó el mayor (Hugo) Aguilar con sus hombres y nos abrazó a mí, a ‘Semilla’ y al teniente (Hugo Martínez) Bolívar. Nos felicitó, estaba feliz y había euforia, tiros al aire y gritos de ¡viva Colombia! Me pidió que me retirara, pues venía la prensa y no era conveniente que me vieran allí”.

Varios oficiales retirados de la policía negaron la versión del reo y aseguraron que solamente miembros de un cuerpo de élite de esa institución participaron en la operación contra Escobar, aunque admitieron que ese grupo recibió informaciones de delincuentes que también estaban interesados en la captura o muerte de “El Patrón”.

El general retirado Hugo Martínez Poveda, jefe del grupo que perseguía a Escobar, indicó en 2014 a diario El Tiempo que, según los estudios forenses, las balas que impactaron al jefe del cartel de Medellín salieron de las armas que portaban el mayor Aguilar, otro oficial y un suboficial.

El general retirado _que falleció en marzo de 2020, a los 76 años_, recordó entonces que en los últimos años también se había dicho que a Escobar no lo mató la policía colombiana, sino la CIA o la DEA, lo cual, aseguró, era falso.

Supuesto suicidio

Sobre la muerte de Escobar también ronda la teoría del suicidio. Esta historia es apoyada por los familiares del narco, como su sobrino Nicolás Escobar, quien estuvo presente en una exhumación de los restos de su tío y, mostrando el cráneo perforado, aseguró que este se quitó la vida al verse acorralado.

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La esposa de Escobar, María Victoria Henao, y su hijo mayor, Sebastián Marroquín, quienes publicaron libros sobre la vida del narcotraficante, también dejaron abierta esa posibilidad. (I)