“Actué legalmente para proteger a la gente”, sostiene el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994 y considerado el último dictador de Europa, respecto a su decisión de interceptar el fin de semana pasado un avión de pasajeros en el que viajaban el periodista y opositor Román Protasévich y su novia, Sofía Sapega, de nacionalidad rusa. Ambos fueron detenidos en Minsk antes de que el avión volviera a despegar, lo que ha desatado la condena internacional y una serie de sanciones de la Unión Europea (UE), el Reino Unido y EE. UU.

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El vuelo de la compañía Ryanair, que volaba entre Atenas (Grecia) y Vilna (Lituania), fue desviado por un avión militar MiG-29 de su ruta y obligado a aterrizar en Bielorrusia, argumentando que había una alerta de bomba, vinculada al movimiento islamista palestino Hamás, que finalmente resultó ser falsa.

Protasévich, de 26 años y al que el Gobierno bielorruso acusa de estar implicado en “actividades terroristas”, fue jefe de redacción del influyente medio opositor Nexta, que favoreció la movilización masiva de los bielorrusos durante las protestas de 2020, tras la polémica reelección de Lukashenko.

La televisión bielorrusa difundió un video del joven, grabado en una prisión de Minsk, en el que se declaraba culpable, una confesión fruto de la coacción, según sus familiares y los detractores del régimen.

Su padre, Dimitri Protasévich, ha dicho que su abogado no había podido verlo y teme que esté en el hospital. “Creemos que su vida y su salud están en peligro”, afirmó, recoge AFP.

Padres del periodista detenido por las autoridades bielorrusas, Natalia Pratasiewicz (L) y Dzmitry Pratasiewicz (R), durante una conferencia de prensa en la Casa Bielorrusa en Varsovia, Polonia, el 27 de mayo. Foto: EFE

Para las autoridades bielorrusas, la presencia del disidente en el avión es una mera casualidad. Pero para la UE, EE. UU. y la oposición bielorrusa, todo se organizó para que el avión aterrizara en Minsk y pudieran arrestar al periodista.

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Los medios de comunicación independientes se han convertido en el ‘enemigo del pueblo’ para Lukashenko, que ha ordenado el cierre o el bloqueo de muchos de ellos, y les ha prohibido cubrir las protestas antigubernamentales, refiere EFE.

Los miembros europeos del Consejo de Seguridad de la ONU más EE. UU. pidieron en un comunicado conjunto “que la Organización Internacional de Aviación Civil investigue con urgencia” el desvío, que calificaron de “inaceptable y sin precedentes”.

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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, tildó también de “absolutamente inaceptable” la actitud de Bielorrusia y los ministros de Exteriores del G7 (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón) y la UE han exigido la liberación “inmediata e incondicional” del opositor.

En tanto, como parte de las sanciones, la UE cerró a inicios de la semana su espacio aéreo a los aviones bielorrusos y la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) recomendó evitar el espacio aéreo de Bielorrusia. Ampliar la lista de dirigentes bielorrusos vetados en Europa y pronto una batería de sanciones económicas son otras dos medidas tomadas en contra del régimen, publicó El País.

Las aerolíneas Air France, KLM, Finnair, Singapore Airlines y Lufthansa han suspendido el sobrevuelo del espacio aéreo de Bielorrusia. Sin embargo, las autoridades aeronáuticas de Bielorrusia han minimizado las pérdidas que podrían sufrir como consecuencia de este suceso, registró DW.

Según la organización Eurocontrol, unos 2.000 aviones comerciales cruzan cada semana el espacio aéreo bielorruso.

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Para Javier Ortega Figueiral, periodista y consultor jurídico-aeronáutico, obligar por la fuerza a un avión civil a desviarse “va directamente contra uno de los pilares de la aviación comercial mundial: las libertades del aire, redactadas con base en el Convenio de Chicago de 1944 (...), directamente a la primera libertad que es el derecho a los servicios aéreos internacionales programados, otorgado por un Estado a otro Estado para volar libremente a través de su territorio sin aterrizar”, refiere La Vanguardia.

Por su parte, el gobierno de Lukashenko ha acusado a los países europeos de “piratería aérea” por haber negado su espacio aéreo a aviones bielorrusos, específicamente a Francia que cubría la ruta entre Minsk y Barcelona y fue obligado a dar la vuelta.

“Es un hecho absolutamente escandaloso y un acto inmoral. Honestamente, es prácticamente piratería aérea”, afirmó el portavoz de la diplomacia bielorrusa, Anatoli Glaz.

Hasta el momento solo Rusia considera que no hay razones para dudar de la versión de los hechos de Lukashenko, aunque fue mesurada en sus comentarios.

Ortega menciona que hechos como este pueden sentar precedentes en el sector de la aviación comercial para que cualquier gobierno obligue a realizar aterrizajes indeseados si una persona que le resulte incómoda está en un vuelo que esté sobrevolando su espacio aéreo utilizando argumentos como amenazas terroristas.

La interceptación de aviones militares son bastante más frecuentes, asegura el medio español La Razón y cita que en los últimos meses se han producido varios episodios similares protagonizados por aviones rusos, estadounidenses y chinos.

Uno de esos episodios se registró en Colombia en abril de este año. El país levantó su voz ante Rusia después de que un avión ruso incursionara en territorio colombiano y dos cazas tuvieran que escoltarlo fuera del espacio aéreo del país. (I)