Latinoamérica es una región en la que usualmente se critican las acciones contra las libertades que toman diferentes gobiernos en pro de sus intereses y es la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) la que suele hacer notar primero la afectación de estas medidas. Carlos Jornet, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, conversó con este Diario sobre la situación que se vive actualmente.

¿Cómo calificaría el nivel de libertad de prensa en la región?

Siempre hay tensiones con los gobiernos, pero en el actual contexto de pandemia y crisis económica que afecta a los medios, muchos gobiernos del continente lejos de ayudar a la prensa a superar las dificultades y a los periodistas a ejercer su trabajo, entendiendo el rol que tienen para ayudar a la gente a tomar consciencia de los peligros de la pandemia, el no vacunarse, lo que hacen es limitar las libertades. Lo hemos visto en varios países. Nicaragua es uno de los puntos donde hemos hecho foco por la realidad que se vivió -persecución, detenciones, allanamientos-. En Cuba, donde incluso nuestro vicepresidente regional, Henry Constantin, fue detenido y el miércoles en la noche tuvimos la buena noticia de que fue liberado. Venezuela es un caso que todos conocemos, donde la asfixia que se realiza sobre los medios y los periodistas es permanente. Quedan muy pocos medios con posibilidades de subsistir en forma independiente.

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Se creó una misión especial para Nicaragua, ¿qué salió de ese trabajo?

Desde el mes de septiembre del año pasado el gobierno de Daniel Ortega comenzó a preparar el terreno para limitar todo cuestionamiento a su figura y gestión. Empezó con la aprobación de una serie de medidas que buscaban limitar las libertades públicas y sobre la base de esas leyes aprobadas... se avanzó con la detención de seis precandidatos presidenciales, con lo cual las elecciones pasaron a ser un trámite que tiene muy poco de transparente, legal y democrático. También se avanzó sobre medios independientes que señalaban estos atropellos sobre las libertades. Se allanaron oficinas, se detuvo a periodistas... y muchos de nuestros colegas han tenido que emigrar para seguir publicando y difundiendo sus informaciones a través de sitios digitales. Realmente el clima de agobio que existe sobre la prensa es cada vez más marcado y la posibilidad de fomentar un debate ciudadano previo a las elecciones es prácticamente nula.

Dejando a un lado estos países ¿qué pasa con otros en los que también hay críticas?

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La realidad que describimos no tiene ideología, pasa en derecha e izquierda, sobre todo en gobiernos populistas que buscan congraciarse con un sector de la ciudadanía, dividir aguas con otro y claramente atacar a la prensa para descalificar todo cuestionamiento. En el caso de México las “mañaneras”, conferencias de prensa del presidente Andrés López Obrador, son más una puesta en escena para atacar a periodistas y medios, para descalificarlos, estigmatizarlos y justamente en un país donde permanentemente están siendo asesinados periodistas. También se da en Brasil por parte de Jair Bolsonaro. Otra situación es El Salvador, donde Nayib Bukele avanza con una serie de presiones contra periodistas que cuestionan sus decisiones. Son situaciones que nosotros alertamos. Es natural que los gobiernos puedan discrepar con la prensa y señalar errores, pero de ningún modo se puede alentar la violencia contra la prensa. Sobre todo porque los gobiernos tienen la obligación de garantizar el trabajo y la seguridad de los periodistas.

¿Cómo ha visto el caso de Ecuador?

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En Ecuador en años anteriores hubo una campaña de estigmatización muy marcada en el gobierno del presidente (Rafael) Correa. Cuando asumió el presidente (Guillermo) Lasso y elevó su proyecto de ley orgánica para la libertad de expresión y la comunicación, entendimos que era un avance importante respecto de una legislación que había sido sancionada en la época de Correa y que había tenido algunos ajustes, pero seguían existiendo normas que limitaban la libertad de expresión. Creemos que hay un marco más positivo para el trabajo de la prensa. Invitamos al presidente actual a suscribir las declaraciones de Chapultepec (1994) y de Salta (2018).

¿Qué pueden hacer los medios cuando hay una gran polarización?

Permitir expresar las distintas posiciones, tratar de informar a la ciudadanía con amplitud. Obviamente (los medios) pueden fijar su posición, tratar de promover determinadas políticas públicas, pero siempre sobre la base de brindar un panorama lo más completo posible porque entendemos que las sociedades son cada vez más complejas, donde hay distintos sectores sociales y políticos que conviven y el mejor aporte que podemos hacer desde la prensa es justamente brindar todas las visiones para que el ciudadano pueda formarse su opinión y participar con libertad del debate social y promover también políticas públicas... más aún cuando se tensionan las posiciones y empieza a abrirse una grieta en la sociedad por dos sectores políticos que polarizan.

¿Cómo evitar que la libertad de expresión sea maniatada?

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Hay que tomar conciencia de cuál es el valor de la libertad de expresión, que no se agota en beneficios para periodistas... lo que hacemos es bregar por una libertad de expresión que beneficie al conjunto de la sociedad. Si los políticos entienden esto tienen que propiciar un marco legal que facilite el trabajo de los medios de comunicación y generar un debate, no una confrontación innecesaria en la realidad que vive el continente en lo sanitario, económico, político. Necesitamos todas las voces, posiciones y propuestas que ayuden a salir de esta delicadísima situación y para eso la libertad de expresión es la llave que abre otras libertades y otros derechos humanos... (si no) se empieza a imponer una sola voz, que es la que está en el mando (...), y eso no es lo que necesitan las sociedades latinoamericanas. (I)