El grupo Estado Islámico (EI) y las fuerzas kurdas se enfrentaron de nuevo este sábado en el noreste de Siria, después de que un ataque yihadista de gran magnitud dejara cerca de 90 muertos.

“Al menos 28 miembros de las fuerzas de seguridad kurdas, cinco civiles y 56 combatientes del EI murieron” desde el inicio del ataque contra la prisión de Ghwayran, en la ciudad siria de Hassake, informó Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). Se trata de una de las mayores cárceles del país, y alberga a yihadistas.

Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por combatientes kurdos y apoyadas por la coalición internacional, han estado en primera línea del combate contra el EI, venciendo en 2019 al grupo yihadista en Siria, y expulsándolo de su último feudo de Baguz en la provincia de Deir Ezzor (este).

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Pese a su derrota, el EI lleva a cabo sangrientos ataques, especialmente en el gran desierto sirio, que se extiende de la provincia central de Homs hasta la de Deir Ezzor, en la frontera con Irak.

El jueves, el grupo yihadista lanzó un ataque contra esta prisión, que alberga a unos 3.500 miembros del EI, incluidos los líderes del grupo, dijo el OSDH, que cuenta con una amplia red de fuentes en Siria.

Esta ONG indicó que los yihadistas “se apoderaron de armas que encontraron” en la armería del centro de detención.

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El OSDH afirmó asimismo que el centro penitenciario estaba rodeado por las fuerzas kurdas con el apoyo de la coalición internacional y que cientos de prisioneros del EI fueron capturados nuevamente.

Decenas de detenidos lograron sin embargo escapar tras el ataque, el mayor desde la derrota del EI en 2019 en Siria.

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Las FDS declararon este sábado que “prosiguen las operaciones de seguridad en la ciudad de Hassake y en el perímetro de la prisión de Ghwayran” con la ayuda de la coalición internacional y las fuerzas de seguridad interior kurdas.

Según las FDS, los enfrentamientos del sábado se concentraron en los barrios al norte de Ghwayran, donde en los combates murieron unos 20 miembros del EI que habían atacado la prisión.

Estos enfrentamientos han provocado un éxodo de civiles de las zonas próximas a Ghwayran, y la huida de muchas familias, según un responsable de la administración kurda semiautónoma.

El viernes, en un comunicado emitido por su órgano de propaganda, Amaq, el EI había reivindicado el ataque a la prisión, afirmando que el ojetivo de la operación era “liberar a los presos”.

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Necesidad de más combatientes

“El EI quiere ir más allá de su estatuto de red terrorista y criminal y para ello necesita más combatientes”, explicó a la AFP Nicholas Heras del Newlines Institute en Washington.

“Las evasiones de prisión son la mejor oportunidad para el EI de recuperar su fuerza en las armas, y la prisión de Ghwayran es en ese aspecto un buen objetivo, ya que está superpoblada”, agregó.

Varias prisiones en las zonas sirias controladas por los kurdos, donde están detenidos combatientes del antiguo “ejército” del EI, eran originalmente escuelas y, por tanto, están mal adaptadas para alojar detenidos durante largos períodos.

Según las autoridades kurdas, que controlan amplias zonas del norte de Siria, unos 12.000 yihadistas de más de 50 nacionalidades están recluidos en prisiones bajo su control.

Abdelkarim Omar, responsable de la política extranjera de la administración semiautónoma kurda, afirmó que el ataque del EI contra la prisión de Ghwayran se debió a “la incapacidad de la comunidad internacional en asumir sus responsabilidades”.

La guerra en Siria, desencadenada en 2011 por la represión de manifestantes prodemocracia, se ha complicado a lo largo de los años con la implicación potencias regionales e internacionales, en un contexto de emergencia de los yihadistas.

El conflicto ha causado medio millón de muertos, devastado las infraestructuras del país y obligado a millones de personas a abandonar sus hogares para huir de los combates. (I)