Con un tiro en la sien, Hitler acabó con su vida. Los restos de cianuro quedaron para Eva Braun, su amante. Antes de su muerte, el dictador y Braun contrajeron matrimonio, oficializando su relación de 16 años. “Yo mismo y mi esposa elegimos la muerte, para evitar la vergüenza de la destitución o la capitulación”, Indicó Hitler en su testamento el 29 de abril. Ambos acabaron con su vida el 30 de abril de 1945.

Sus últimos días los pasó escondido en su búnker subterráneo del centro de Berlín, desde mediados de enero, aislado y cada vez con menos aliados y apoyo.

Hitler comenzó su declive cuatro años antes: en diciembre de 1941, cuando Estados Unidos entró en guerra. Tras la incursión estadounidense, vendrían el contrataque del Ejército Rojo, el desembarco de Normandía, el avance de los aliados a través de Francia y la liberación de París.

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El 24 de abril de 1945 las tropas soviéticas alcanzan los suburbios de Berlín. El Führer, al ver los vehículos de combate disparando en las calles, comprende que ha llegado su fin.

Luego de la ejecución de Mussolini, con temor a un final similar, Hitler se refugia en un búnker de la Cancillería. Desde allí dicta sus últimas órdenes y el 30 de abril se despide de la cúpula militar y del partido nazi. El 9 de mayo las tropas soviéticas encuentran los cadáveres en los jardines de la Cancillería.

Treinta años después, un 4 de abril de 1970, los cadáveres son exhumados e incinerados, y las cenizas son arrojadas al río Biederitz, un afluente del Elba. Sin embargo, se guardan las mandíbulas y un fragmento del cráneo de Adolfo Hitler.

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En 2009, un estudio de la Universidad de Connecticut accede a muestras de ADN del cráneo y determina que pertenece a una mujer. De allí nace la creencia de si realmente murió aquel día o terminó huyendo a Sudamérica.