Varios analistas y expertos han mencionado que la COP26 es la última oportunidad para que los líderes mundiales muestren su verdadera intención de coordinar acciones para evitar que se supere la barrera del aumento de temperatura de 1,5° C a nivel mundial. Sin embargo, las conversaciones sobre el impacto de la actividad humana en el clima es una conversación que lleva muchas décadas.

De acuerdo con René Parra, director del Departamento de Ingeniería Ambiental de la Universidad San Francisco de Quito, a finales del siglo XIX se empezó a hablar de que el CO2 puede absorber el calor que emite la superficie, así como de cálculos de cómo variaría la temperatura media si cambiaban la proporciones de CO2 en la atmósfera.

Esto también lo recuerda France24, que destaca que la primera persona en hablar sobre un impacto del CO2 en la atmósfera fue el científico sueco Svante August Arrhenius -ganador del Nobel de Química-, quien realizó un ensayo llamado La influencia del ácido carbónico en el aire, sobre la temperatura del suelo. En ese tiempo se le llamaba ácido carbónico a lo que hoy se conoce como dióxido de carbono.

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En 1938 el científico inglés Guy Stewart Callendar vinculó el aumento del 10 % del dióxido de carbono con un incremento de temperatura global. Aunque lo consideraba algo relativamente bueno entonces, ya que retrasaría la llegada de la nueva glaciación.

Antes de la revolución industrial la concentración de CO2 en la atmósfera era de 280 partes por millón, y se mantuvo así por miles de años. Cuando empezamos a usar los combustibles fósiles para diferentes propósitos como la industria o generar electricidad, etc., las emisiones empiezan a ser mayores a la capacidad que tiene la naturaleza de quitar de la atmósfera el CO2 en exceso. Ese balance se rompe porque nosotros empezamos a consumir una cantidad importante de combustibles fósiles, el crecimiento de la población y porque nuestros estilos de vida tienen un alto consumo de energía, principalmente en occidente.

Luego de esto científicos pudieron observar dos décadas de intenso frío (1950 y 1960), que dieron paso a décadas de continua elevación desde 1970, primera década en que comenzó a escucharse el término calentamiento global.

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“Entonces, esto en su momento pasó como algo curioso, pero desapercibido por varias decenas de años. Hasta que con el movimiento ambiental en los años 60 se vuelve a retomar y desempolvar estos artículos, ya con medidas que se toman en la estación Mauna Loa, en Hawái... empieza a tomar un ámbito de preocupación mundial. (Luego) es uno de los puntos que se mencionan ya en (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de) Río Janeiro en el año 92... ahí se habla en la Agenda 21 que uno de los grandes problemas a gran a escala ya es el cambio climático”, apunta Parra, quien añade que esto último fue lo más significativo desde el Club de Roma, que empezó a finales de los 60.

María del Pilar Cornejo, directora del Centro Internacional del Pacífico para la Reducción de Riesgos de Desastres de la Espol, comenta que hay que tener claro primero que cuando se habla de calentamiento global se refiere al calentamiento del planeta sobre la base de la temperatura media de la superficies de la Tierra, mientras que el cambio climático se define cambios en las características climáticas de periodos mayores a 30 años en temperatura, humedad, lluvia, vientos y fenómenos meteorológicos extremos. También apunta que se debe tomar en cuenta la variabilidad climática, que aborda las variaciones “del estado medio del clima en todas las escalas espaciales y temporales, en periodos de al menos diez años.

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Aclara que los gases de efecto invernadero no son en sí malos, porque ayudan a tener un clima agradable en la Tierra. El problema es que el incremento de los gases sobre los límites que teníamos en la era preindustrial sí causan daños.

Entre los indicadores del cambio climático que más se señalan están: retroceso de los glaciares, la temperatura global, el nivel del mar, el pH de los océanos. Además de que durante los últimos 1.000 años la temperatura promedio de la atmósfera cerca de la superficie se mantuvo bastante estable, pero desde 1975 la temperatura comenzó a elevarse, siendo ya en 2019 un grado celsius más que lo que era en 1906.

También menciona la migración como un resultado del cambio climático, porque en sus países de origen los campos ya no tienen agua, perdieron las lluvias y no hay qué comer, migran a las ciudades. Un problema en cascada.

Cornejo añade que en 1983 Gro Harlem Brundtland lanzó un documento llamado Nuestro futuro común, con el cual empieza el tema de desarrollo sostenible.

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“En los 90 yo ya empecé a trabajar con impactos del clima y afines de esa década comenzamos a hablar de que los eventos de variabilidad climática extrema, como el caso del fenómeno de El Niño en Ecuador, se van a hacer más frecuentes por impacto del cambio climático”, afirma Cornejo.

La empresa reaseguradora Munich RE indica que se han perdido por desastres relacionados con el clima 4.200 miles de millones de dólares desde 1980. Esto es otra muestra de lo que ocurre, según Cornejo, quien tenía previsto participar en un evento paralelo a la COP26, en la cual no cree que vaya a pasar mucho, pero ve que ahora hay más presión de la gente joven que quiere despertar conciencia de que el cambio climático ya está aquí. Por ello, es probable que haya un tirón de orejas y se lleguen a acuerdos, pero no parece que haya un compromiso fuerte y sostenido, principalmente porque es algo caro, que necesita mucha inversión. (I)