Por Gabriel Gaspar/Latinoamérica21

Cayó el telón electoral en Chile. A menos de dos horas de cerradas las urnas, Gabriel Boric emergió como claro vencedor. A la segunda vuelta concurrieron más de 8,2 millones de ciudadanos de cerca de 15 millones de votantes habilitados. Se trata de la elección con mayor participación desde que el voto es voluntario, de los cuales más del 55 % sufragaron por el candidato de izquierda que terminó sacándole diez puntos de diferencia al derechista José Antonio Kast.

¿Se cierra el ciclo abierto por el estallido social de octubre del 2019? ¿Lograron los chilenos canalizar sus demandas por la vía institucional? ¿Qué escenario político enfrentará el nuevo presidente? ¿Cómo será su coexistencia con la Convención Constituyente? ¿Se recompone el mapa político chileno? ¿De dónde viene Boric?

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Más allá de los resultados, las elecciones abren varias incógnitas. Una de ellas es explicar cómo la derecha se subordinó a una opción tan extrema. La candidatura de Kast surgió mofándose de la “derecha light”, como llamaba a los partidos de la derecha tradicional, y calificó de cobarde a la gestión de Piñera por “arrodillarse ante la izquierda”. Inicialmente propuso que Chile se saliese de la ONU, y la misoginia y la homofobia fueron parte de su narrativa. Y aunque en segunda vuelta moderó su discurso, su perfil semeja al más duro pinochetismo del cual fue partidario.

Si la derecha tradicional –qué decir de la más liberal– fue absorbida por la extrema derecha, la antigua Concertación también perdió protagonismo. Vale en especial para el partido Socialista y la democracia cristiana.

En suma, las dos grandes coaliciones que protagonizaron la transición pos-Pinochet han perdido protagonismo. Han surgido nuevos actores: el Frente Amplio en la izquierda y el partido Republicano en la derecha. A dos años del estallido social, se ha reconfigurado la representación política del país y también se opera un recambio generacional.

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El país que asumirá el nuevo gobierno

El nuevo gobierno que asumirá en marzo enfrentará una economía golpeada por la pandemia con una incipiente y tenaz inflación del entorno del 7 % que no destaca en comparación con otros países de la región, pero que preocupa a los chilenos que no la padecían desde hace décadas.

Además, durante la pandemia se ha recurrido a la entrega de bonos y subsidios a la población, necesarios pero imposibles de sostener en el tiempo, mientras que la deuda pública se ha elevado considerablemente.

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Pero no todo es economía y política. La persistente migración, en su mayoría de la propia región, ya representa a cerca del 8 % de la población y es uno de los temas de mayor preocupación. Y por otro lado, la crisis que se vive en la Araucanía y donde el gobierno de Piñera fracasó en toda la línea es otro de los temas candentes para el futuro gobierno. Mientras, el proceso de vacunación exitoso que frenó la pandemia da cierto respiro al nuevo gobierno.

Mientras tanto, el proceso constituyente sigue su paso. La Convención concluirá su trabajo en julio de 2022 y luego se llevará a cabo un plebiscito que ratifique el texto final. En la práctica se trata de la elaboración de un nuevo pacto social.

En este marco, la mayoría de los convencionales se ubican a la izquierda, aunque están fragmentados en diversas bancadas y por otro lado hay una importante representación de los pueblos originarios que representan a 17 de 155.

Nadie duda de que el nuevo texto buscará consagrar derechos sociales hoy muy diluidos, como también muchos esperan que el reconocimiento de los pueblos originarios facilite un nuevo trato, en especial en la Araucanía. Otra cosa será la forma de Estado que se proponga (presidencialismo o parlamentarismo).

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El presidente electo, Gabriel Boric (i), se reúne con la presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncon (d). Foto: EFE

Ahora se abrirá una compleja etapa de transición marcada por la probable evaporación de la administración Piñera. Sus partidarios tradicionales lo han abandonado y sus opositores son amplia mayoría. El presidente electo se hará sentir desde ya y a partir de la instalación del nuevo gobierno (11/3) y hasta el plebiscito (probable en septiembre) se abrirá otra etapa que coincidirá con la fase final del proceso constituyente.

Por lo tanto, la lucha por el poder no termina con la elección presidencial ya que falta el desenlace del proceso constitucional. Pero es indudable que el gobierno de Boric tendrá una adecuada empatía con el trabajo de la Convención.

Cerca de las ocho de la noche del domingo, cuando Kast reconocía su derrota llamando a Boric para felicitarle y Piñera hacía lo respectivo en una videollamada transmitida por todos los canales, en las calles de Chile miles de partidarios de Gabriel Boric -predominantemente jóvenes- se lanzaban a las calles.

El nuevo presidente proviene de las movilizaciones estudiantiles y pertenece a una generación de izquierda pos Guerra Fría, exenta de los traumas y sin liturgias. Una izquierda conectada con la supervivencia del planeta, la igualdad de genero y la superación de las desigualdades sociales y que representa un paso importante en la construcción de la nueva institucionalidad que canalice la protesta social que estalló en octubre del 2019. (O)

Gabriel Gaspar es politólogo y exprofesor en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, en la Academia Diplomática Andrés Bello y en la UAM y UNAM (México). Exsubsecretario de Guerra del Ministerio de Defensa de Chile y exembajador. www.latinoamerica21.com, un medio plural comprometido con la divulgación de opinión crítica e información veraz sobre América Latina.