Otra vez miles de migrantes africanos tratan de llegar a territorio europeo, pero esta vez el escenario ha vuelto a ser la frontera entre España y Marruecos, en África.

La semana pasada entre 8.000 y 9.000 migrantes cruzaron de Marruecos a la ciudad española de Ceuta, que junto a Melilla son los dos territorios africanos de España desde hace cientos de años.

El episodio ha dejado imágenes que han recorrido el mundo, como el del guardia civil rescatando a un niño que se ahogaba o el de una mujer de la Cruz Roja abrazando como consuelo a un migrante detenido al llegar.

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De ellos, más de 6.500 migrantes han sido regresados. Sin embargo, decenas son menores de edad y tienen un trato diferente.

De los 850 menores acogidos en centros de Ceuta, hay numerosos chicos merodeando por el entorno del puerto que mantienen la esperanza de llegar a otras partes de España escondidos en un barco o en un camión y que piden no volver a su país de origen. Varias comunidades autónomas españolas como Andalucía o Cataluña han decidido acoger a varios de ellos.

Además, según El País, 115 migrantes han ingresado a Melilla, 40 el viernes.

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El ejército español ha tenido que auxiliar a las fuerzas de seguridad locales en ambos territorios.

Las autoridades Ceuta identificaron a 438 menores y recibieron en un teléfono especial dispuesto para esta situación hasta 4.400 llamadas de familiares que dicen tener hijos en la ciudad norteafricana.

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Pero al margen de la situación de los inmigrantes, la crisis diplomática entre España y Marruecos sigue abierta, y el Ejecutivo español continúa trabajando para reconducirla, aunque el origen sigue siendo la permanencia en un hospital español enfermo de coronavirus de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario,.

Marruecos ve en esa circunstancia una “grave crisis”, y su embajadora en España, Karima Benyaich, que se encuentra en Rabat tras haber sido llamada a consultas, ha avisado de que si España opta por sacar a Ghali del país “con opacidad”, escogerá también “el estancamiento y empeoramiento de las relaciones” bilaterales.

El Gobierno marroquí quiere que Ghali responda ante la Justicia española, que lo ha citado para el próximo 1 de junio.

La Audiencia Nacional española rechazó este jueves el ingreso en prisión de forma inmediata para el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado en un hospital español enfermo de coronavirus, tal y como lo había solicitado la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (Asadeh).

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Así lo acordó el juez español Santiago Pedraz, encargado del caso, quien señaló que esa medida se podrá solicitar cuando Ghali acuda a declarar el 1 de junio, informaron a EFE fuentes jurídicas.

Asadeh había pedido a la Justicia española que, ante el riesgo de fuga, decretara de forma “inmediata” prisión sin fianza para el líder del Frente Polisario, cuya hospitalización en España para recibir asistencia sanitaria ha abierto una crisis con Marruecos.

Esta solicitud se sumaba a la de la representación legal del bloguero Fadel Mihdi Breica, ciudadano español de origen saharaui y miembro de la Iniciativa Saharaui por el Cambio, de adelantar la citación de Ghali prevista para el 1 de junio por la querella que presentó contra él al conocer su hospitalización en la ciudad española de Logroño (norte).

Antecedentes

La relación entre el país ibérico y el africano fue difícil, especialmente durante las últimas décadas de la época colonial, llegando incluso a ser Marruecos administrado por Francia y España, con colonias y protectorados.

Sin embargo, la principal disputa, luego de la independencia colonial, fue el territorio del Sahara Occidental, que fue colonia de España hasta 1976, cuando lo abandonó dejando que Marruecos, que lo reclama, se apodere de él sin tomar en cuenta a los habitantes de la zona que pedían elegir ser un Estado independiente.

Una publicación de DW recuerda que el territorio era reclamado por Marruecos y Mauritania, pero este último renunció a su anhelo en 1979, lo que permitió que el primero también ocupe el sur.

Sin embargo, antes fr que España dejara el territorio, en 1973 se había fundado el Frente Polisario, que en 1976 proclamó la “República Árabe Saharaui Democrática” en una parte del Sahara Occidental y poco después disputó en enfrentamientos armados con Marruecos que duraron hasta un alto el fuego en 1991, pero la supremacía la tuvieron los marroquíes. Muchos refugiados, incluyendo líderes del Frente Polisario, viven en Argelia, un país que apoya su objetivo.

Los reyes Juan Carlos I de España (retirado) y Hasan II (fallecido) habían logrado mediar una relación cordial entre ambos Estados, pero esta se ha deteriorado en los últimos años.

El Sahara Occidental es una fuente de recursos mineros importantes. Tiene uno de los yacimientos de fosfato más grandes del mundo y entre este y Marruecos tienen alrededor del 72% de las reservas conocidas del mineral en el mundo.

La República Árabe Democrática Saharaui ha dicho, según EFE, que la actual crisis política y migratoria que Marruecos mantiene con Alemania (que ha condenado que el país africano permita el libre paso) y España se debe a lo que consideran el fracaso del efecto de arrastre mundial que Rabat esperaba lograr tras la declaración firmada en diciembre pasado por el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por la que reconocía la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental a cambio del reconocimiento por Rabat del Estado de Israel.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de dicha república -Estado reconocido por varias decenas de naciones y organismos internacionales- añadió en su comunicado que “Marruecos se niega a cumplir con sus obligaciones firmadas en el plan de arreglo de 1991 y obstruye los esfuerzos de la ONU y de la Unión Africana destinada a poner fin a la descolonización del Sahara Occidental y el advenimiento de la paz entre los dos países en conflicto”, incumplimiento que en su opinión “obliga a la comunidad internacional a asumir su responsabilidad”. (I)