Como varios países de la región, Honduras vive una crisis política y social desde hace varios años y este domingo sus ciudadanos tratarán de encontrar una salida a sus problemas en las elecciones generales, en las que deberán elegir a su próximo presidente, quien remplazará a Juan Orlando Hernández, vinculado a varios casos de corrupción y narcotráfico.

Los problemas que generó en el 2009 el golpe de Estado contra el entonces presidente Manuel Zelaya ahondaron los problemas estructurales y desde entonces la política ha estado muy agitada.

Desde el regreso a la democracia en 1980, el país no ha podido superar este episodio que además rompió el bipartidismo del Partido Nacional (actualmente en el poder) y el Partido Liberal, del cual se creó el Partido Libertad y Refundación (más conocido como el Partido Libre), donde fueron a parar los desencantados tras lo ocurrido con Zelaya.

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En esta ocasión casi 5,2 millones de personas elegirán, además de presidente, al Parlamento, 298 alcaldes municipales y a 20 diputados que representan a Honduras en el Parlamento Centroamericano. Esos electores van a votar en 18.293 urnas.

“En Honduras vamos a la elección número 12 desde 1980. En una época muy crítica, porque nunca había existido un partido político que tuviera tres periodos presidenciales consecutivos... (Al Partido Libre) en elecciones del 2013 y 2017, prácticamente le robaron las elecciones... pero la más significativa fue la de 2017 -cuando fue reelegido Hernández y perdió el popular presentador de televisión Salvador Nasrala-”, comenta Julio Navarro, analista político hondureño.

El alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura, y candidato presidencial por el Partido Nacional. Foto: EFE

Hasta mayo Nasrala, quien acusó a Hernández de robarle la presidencia en 2017, era la principal figura de la oposición, pero fue perdiendo adhesión y decidió apoyar a la ex primera dama Xiomara Castro de Zelaya.

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Navarro agrega que hay catorce candidatos en la carrera, pero son tres los que compiten: Castro, que va por el partido Libertad y Refundación, quien se convirtió en una figura política luego del golpe contra su esposo; Nasry Asfura, quien es conocido como Papi a la orden y es el alcalde de Tegucigalpa -capital del país- desde 2014, quien va por el partido de gobierno (Partido Nacional); y Yani Rosenthal Hidalgo, por el partido Liberal, quien estuvo preso por lavado de activos en EE. UU.

El candidato del Partido Liberal de Honduras, Yani Rosenthal, habla durante una conferencia de prensa. Foto: EFE

Entre el resto de candidatos también hay uno independiente que es un militar que capturó el helicóptero en el que andaba el hermano del presidente, que ahora está preso en Nueva York. Por esa acción lo destituyeron y hace menos de un mes fue apresado. También está quien era el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas cuando se dio el golpe de 2009, Romeo Vásquez Velásquez.

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“Ahorita hay un enorme rechazo al Partido Nacional o Partido de Gobierno, rechazo al presidente de la República. Pero este partido tiene una red de asistencialismo social sumamente grande. En plena campaña electoral están repartiendo bonos soberanos donde a la gente le dan 300, 200, 100 dólares de ayuda a toda esa gente que es tributaria del partido. Entonces, con eso ellos hacen que todavía se mantengan disputando realmente el primer lugar. Hasta el momento, las encuestas a quien favorecen es a Xiomara Castro de Zelaya, pero todavía el partido de Gobierno, aún con todo el rechazo que hay, sigue siendo un partido competitivo”, afirma Navarro.

Ya prevé que ninguno de los tres partidos principales tenga mayoría en el Congreso, por lo que habrá negociaciones. Algo más que necesario en una sociedad que lleva 12 años de gran confrontación política.

Otro punto que cita Navarro es que Estados Unidos está mirando más a Honduras y quiere recuperar a ese aliado que en muchas ocasiones fue su principal conexión con Centroamérica, especialmente ahora. Por ello, con pragmatismo apoyará al gobierno que salga de esta elección.

Julieta Castellanos, socióloga y exrectora de la Universidad Nacional de Honduras, comenta que los comicios están marcados por la complejidad e incertidumbre, en medio de una gobernabilidad frágil porque no hay segunda vuelta, sino que gana la elección el que simplemente sea el más votado. Eso ha hecho que los presidentes, luego de que acabara el bipartidismo, ganen con alrededor del 35 %, es decir, con la oposición de más de 60 %.

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Ella explica que también hay que tomar en cuenta que en Honduras los partidos políticos operan todo el proceso electoral, ya que la cabeza del Consejo Electoral se compone de representantes de los tres partidos principales, al igual que las mesas receptoras del voto.

Castellanos también menciona que la violencia electoral ha estado presente en la campaña y esta es la elección con más candidatos asesinados.

Entre las múltiples dificultades, la incertidumbre, la esperanza de muchos y el temor de otros a que haya violencia postelectoral, se vislumbra una relativa paz y la confianza de quienes creen que el domingo será decisivo para recuperar la estabilidad del país, según EFE.

La esperanza de los hondureños está cifrada en que haya elecciones limpias, en un país que además ha sido afectado por la pandemia de COVID-19 que se comenzó a expandir en marzo de 2020, y los estragos causados por las tormentas Eta e Iota, en noviembre de ese mismo año. (I)