Dos medios periodísticos, uno de Bélgica y otro de Países Bajos, tuvieron acceso a documentos secretos, analizaron fotografías y otras fuentes de información por lo que revelaron en una investigación que la embajada rusa en Bruselas es “centro de comunicación (cifrada) de decenas” de espías rusos.

Una investigación publicada hoy por el diario belga “De Tijd” y el programa neerlandés Nieuwsuur, define la embajada rusa en Uccle, Bruselas, como un centro de comunicación para los servicios de inteligencia rusos, donde “existe un estricto control mutuo al estilo soviético, con educación propia, médicos propios y residencias en los terrenos de la embajada”.

El trabajo periodístico señala también que los 17 diplomáticos rusos expulsados por Países Bajos en marzo se dedicaban a cifrar mensajes secretos, contraespionaje y recopilación de datos sobre microchips para el ejército ruso.

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La investigación también logró contactar a antiguos empleados de las embajadas rusas en Bélgica y Países Bajos, por lo que concluyeron que aún quedan decenas de espías rusos en la capital belga, que es también sede de la OTAN y de varias instituciones europeas.

Bélgica expulsó a 21 espías rusos tras la invasión de Ucrania en febrero.

Mientras que en La Haya, sede de la Corte Penal Internacional (CPI) y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), entre otros, los oficiales de inteligencia expulsados en marzo estaban especializados en cifrar mensajes secretos, contraespionaje y recopilación de información sobre microchips para el ejército ruso.

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Temor a perder sus diplomáticos

Según NOS, los servicios de inteligencia holandeses sabían que esos espías rusos se estaban moviendo libremente en Países Bajos, pero toleraron su presencia durante años para mantener a los diplomáticos neerlandeses en Rusia, puesto que el gobierno neerlandés asumió que, si expulsaba a un diplomático ruso, Moscú expulsará a uno neerlandés.

Y eso fue lo que ocurrió cuando el Gobierno neerlandés expulsó a ocho rusos que trabajaban para el servicio de inteligencia exterior (SVR) y nueve del servicio de inteligencia militar GRU, que se hacían pasar por representantes comerciales en Ámsterdam, o agregados militares o diplomáticos en la OPAQ.

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La máxima prioridad para Países Bajos era expulsar a Sergei Piatnitski, de 52 años, que estaba a cargo del servicio de cifrado en la embajada rusa en La Haya, y tanto el SVR como el GRU tenían “referentura” -término ruso para las salas desde las que se comunican con Moscú a través de mensajes encriptados- en los terrenos de la embajada. (I)