La Amazonía brasileña registró 5.373 incendios forestales en julio, un número en un 7,9 % superior al del mismo mes del año pasado (4.977) y que evidencia el agravamiento de una de las mayores amenazas del mayor pulmón vegetal de mundo, según los datos divulgados este lunes por el Gobierno.

De acuerdo con el sistema de alarmas del estatal Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), el número de focos de calor en la parte brasileña de la mayor selva tropical del mundo más que duplicó con respecto a los 2.562 contabilizados en junio.

Fue el mayor número de incendios forestales en la Amazonía brasileña para un mes de julio desde 2020, cuando, en el auge de una crisis que generó reacción mundial, fueron contabilizados 6.803 focos de incendio.

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De acuerdo con el INPE, el número de incendios en el acumulado de los siete primeros meses del año saltó un 13 %, desde 11.364 en 2021 hasta 12.906 en 2022.

Tras la tregua que se vivió en 2021, cuando los focos de calor de la Amazonía cayeron un 37 % frente a los de 2020, los datos de los últimos meses volvieron a activar las alarmas para fortalecer los controles y evitar un nuevo desastre en la selva.

La organización ecologista Greenpeace denunció que la mayoría de los incendios provocados por el hombre y registrados en julio fueron ilegales debido a que desde junio pasado rige en Brasil un decreto del Gobierno que prohíbe a los agricultores usar el fuego para limpiar áreas de cultivo tanto en la Amazonía como en el Pantanal.

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Para Greenpeace, los datos de julio indican que la situación puede agravarse debido a que este mes es tan sólo el inicio del verano amazónico y del período de mayor sequía en la región.

"Estamos en el inicio de la estación con menos lluvias y humedad en la región, en donde, infelizmente, la práctica de incendios forestales usualmente salta, bien sea para quemar áreas que fueron devastadas recientemente o para quemar residuos de bosques que ya fueron degradados por la tala ilegal", afirmó el vocero de Greenpeace Brasil para la Amazonía, Rómulo Batista.

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Toda esa destrucción y fuego, además de diezmar la selva y su rica biodiversidad, también afecta la salud de la población local debido al humo y al hollín que genera”, agregó el activista.

Para Greenpeace, el agravamiento de los incendios es reflejo de los actos y omisiones del Gobierno del líder ultraderechista Jair Bolsonaro y de los actuales legisladores, que, en defensa de los intereses de agricultores y ganaderos, promueven el desmonte de las políticas ambientales y sociales que Brasil implantó desde la Constitución de 1988.

El líder ultraderechista, que aspira a ser reelegido en octubre para un nuevo mandato de cuatro años, defiende la explotación económica de la Amazonía y el fin de la demarcación de nuevas reservas indígenas.

Su mundialmente cuestionada política antiambientalista es uno de los principales motivos de críticas de los candidatos de oposición, principalmente del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, al que los sondeos señalan como el máximo favorito para imponerse en los comicios. (I)

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